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Privacidad en Internet está sobrevaluada

Proteger en exceso nuestra información nos quita oportunidades, afirma el periodista Jeff Jarvis; con cada nueva tecnología, la reacción inmediata de la sociedad ha sido temor en vez de optimismo.
lun 29 agosto 2011 03:33 PM
La transparencia radical en la red consiste en tomar una serie de criterios inteligentes y hacerlo con optimismo. (Foto: Photos to Go)
canado a teclado (Foto: Photos to Go)

La columna ‘Weekly Read' ha invitado a toda la familia Fortune -desde redactores, editores, diseñadores y editores de fotografía- a reseñar los libros que ellos elijan, según sus gustos o intereses personales. Cada viernes aparece una reseña diferente. Esta semana, la periodista Jessi Hempel nos ofrece su comentario sobre la obra ‘Public Parts: How Sharing in the Digital Age Improves the Way we Work and Live', donde el autor Jeff Jarvis sostiene que todos necesitamos ser más flexibles y relajados respecto a la privacidad en Internet. 

La privacidad tiene sus defensores. Pero Jeff Jarvis se ha convertido en un defensor de lo público. En su libro Public Parts (Partes Públicas), este irredento optimista del Internet argumenta que si nos obsesionamos demasiado en proteger toda la información personal en la red, perderemos oportunidades importantes que surgen al hacer disponible la información.

Es un abordaje fresco a un tema con frecuencia cubierto por personas que sienten que Internet -y en particular las redes sociales como Facebook y la enorme cantidad de datos personales que allí fluyen- amenaza con poner en peligro a los niños y perjudicar nuestra sociedad. Las discusiones en torno a la privacidad en Internet a menudo incluyen alusiones orwellianas: nos preocupa la vigilancia gubernamental. No queremos que las ‘cookies' ayuden a los anunciantes a rastrear nuestras navegaciones por la red. No queremos que los ladrones sepan que no estamos en casa. Sí, queremos los beneficios que trae la era de la información , ¿pero todos estos datos sobre nuestras vidas acumulados digitalmente? Eso es escalofriante.

En contraste, Jarvis aborda estas cuestiones de una forma deliciosa. Pero antes de derribar a los defensores de la privacidad, tiene que ofrecer una definición del término. Una labor que no es tan sencilla como parece. El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, ha intentado reformular el deseo de privacidad como un deseo de control sobre nuestras identidades digitales. Sostiene que las personas quieren compartir información , pero quieren determinar quién puede verla y usarla. Para Jarvis, esta definición es demasiado aséptica. La privacidad es algo mucho más caótico. Después de todo, vivimos relacionándonos con otros. ¿Cómo definir incluso qué califica como nuestra propia información? ¿Si compartes información que te involucra, quién tiene control sobre eso? 

Quizás estamos mirando desde el lado equivocado del telescopio, escribe Jarvis. Él hace la distinción entre regular el tipo de información que se revela y regular quién la usa (las decisiones que la gente y las instituciones toman cuando tienen conocimiento de la información de otras personas). Esta es su definición de "lo público". Luego despliega un corpus de reglas éticas que orientan sobre cómo respetar los datos de los otros, ofreciendo algunas directrices específicas (no robar información), y algunas ideas más generales (el motivo importa). Cabe destacar que muchas de estas reglas no difieren tanto de las normas culturales que nuestros padres nos inculcaron en relación con la privacidad en el mundo real: no cuentes los secretos de otras personas.

Jarvis mismo es un poco exhibicionista. Es difícil imaginar a alguien tomar las decisiones que él toma respecto a la información personal que ofrece al dominio público. Cuando tuvo cáncer de próstata, por ejemplo, usó su blog para describir a detalle su proceso de recuperación. Pero a cambio, recibió una buena dosis de apoyo de amigos y desconocidos que empatizaron con él, le recomendaron médicos y lo animaron. La parte más interesante de esta historia es su explicación de cómo y cuándo compartir información para no exponer a otros (sus hijos y su esposa, por ejemplo). La transparencia radical no consiste en una decisión para compartirlo todo con todo mundo y todo el tiempo, sino en una serie de criterios inteligentes. 

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A lo sumo, Public Parts es un recordatorio de que, cada vez que llega una nueva tecnología (sean las crecientes capacidades sociales de Internet o la primera imprenta de tipos móviles), la reacción inmediata es con frecuencia el temor. Jarvis señala que los primeros libros estaban plagados de errores. Estos errores podían propagarse ampliamente y, por tanto, eran considerados peligrosos para la sociedad. En 1613, los impresores fueron multados por publicar una copia de la Biblia que omitía, accidentalmente, la crucial palabra "no" del séptimo mandamiento. 

Afortunadamente no nos detuvimos demasiado tiempo en los tipos móviles; la distribución masiva de la información a través de libros impresos y periódicos ha transformado el mundo. Jarvis aplica este razonamiento a los medios sociales en Internet. El mundo es complicado, y a medida que avanzamos dejamos atrás nuestros fósiles digitales, exponiéndonos en nuevas formas. Cometeremos muchos errores a medida que desarrollemos normas sociales sobre cómo tratar la información en línea. Su libro no es un grito para cerrar filas y comenzar a tuitear lo que hoy desayunamos, o bloguear sobre las finanzas de nuestra compañía. Es una guía práctica para saber cómo navegar esta nueva tecnología con optimismo, y no con miedo.

La transparencia radical en la red consiste en tomar una serie de criterios inteligentes y hacerlo con optimismo.

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