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Surface Pro, la ‘tablet’ incompleta

El dispositivo no fusiona bien la experiencia portátil con la de escritorio, dice Adrian Covert; la Surface Pro puede tener un uso óptimo como un dispositivo para el hogar, asegura.
mié 06 febrero 2013 04:10 PM
Surface Pro es una manta de seguridad para los usuarios que siguen tratando de comprender la división entre los sistemas operativos móviles y de escritorio. (Foto: AP)
Surface Microsoft (Foto: AP)

Cuando Microsoft presentó las pizarras Surface RT y Surface Pro el verano pasado , la primera fue tratada como un curioso experimento, mientras que la segunda fue concebida como algo que podría ser un auténtico híbrido de laptop y tablet.

Pero la Surface Pro no cumplió del todo con las expectativas. Primero, las buenas noticias. Es una tablet tan bien construida como su homóloga. Cada aspecto del diseño de la Surface Pro está pensado y ejecutado de forma experta. Tiene un aspecto y un tacto que patentiza que estás utilizando una Surface hecha por Microsoft, y no cualquier dispositivo Windows 8 de otro fabricante.

Tiene todas las especificaciones que presume, una pantalla de 1080p, un procesador Intel Core i5, cuatro GB de RAM y versiones de 64 o 128 GB de almacenamiento. Teniendo en cuenta que la instalación de Windows 8 ocupa más de 40 gigabytes de espacio en el disco duro, es recomendable el modelo de 128 gigabytes de 999 dólares.

Para alojar la potencia adicional, la Surface Pro es más gruesa y pesada (0.5 pulgadas y dos libras, respectivamente) que su hermana RT. Y la batería, que oficialmente ofrece entre cuatro y seis horas de uso, realmente dura de tres a cuatro horas en condiciones de uso moderado, pero constante.

Las entrañas de laptop en el interior de la Surface Pro hacen que el dispositivo se mueva tan rápido como las ultrabooks similares. A menos que trates de ejecutar los más nuevos videojuegos, estés haciendo un trabajo pesado en Photoshop, o quieras editar una película completa, la Surface Pro va sobrada con cualquier tarea que le asignes.

Y Windows 8 nunca se ha visto mejor en una pantalla de tablet, en gran parte debido a que la Surface Pro tiene resolución HD en una pantalla de 10.6 pulgadas. No es tan hermosa como la pantalla de la Nexus 10, que ofrece 300 píxeles por pulgada en su pantalla de 10.1 pulgadas. Pero tampoco se queda atrás.

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Ahora las malas noticias . He escrito antes acerca de las desventajas de ‘embutir' una experiencia portátil en un dispositivo híbrido. Y eso resulta ser el mayor problema con la Surface Pro.

La enorme ventaja de la Surface es que puede ejecutar todas esas antiguas aplicaciones de Windows que solías usar en Windows 7 (o incluso XP), y seguir funcionando como una tablet compacta. En la práctica, trabajar en el modo escritorio puede ser más molesto que cómodo.

Un gran problema con la Surface es la pantalla, o mejor dicho, cómo Windows 8 maneja esas viejas aplicaciones del sistema operativo. Te ves obligado a elegir entre configuraciones de pantalla que encogen todo de manera que las imágenes sean nítidas y la pantalla se sienta espaciosa o configuraciones donde todo es fácil de leer, pero luce apretujado.

Una vez que encontré una combinación de ajustes de pantalla que pude soportar, me encontré a mí mismo luchando con las cubiertas de teclado que vienen con la Surface.

Puedes escribir aceptablemente ya sea con la cubierta Type Cover  (con teclas mecánicas y elásticas) o la Touch Cover (sin partes móviles), pero los trackpads en ambas rayan casi lo inaceptable.

Acomodar un teclado de tamaño apropiado y un trackpad en una cubierta de tablet es difícil. Y Microsoft optó por sacrificar el tamaño del trackpad para lograrlo. Como resultado, se pierde sensibilidad y muchos de los gestos que hacen que Windows 8 sea tan disfrutable. Te quedas en cambio con una experiencia de deslizar en demasía y el torpe "clickeo" izquierda, derecha.

Tareas relativamente simples, como suscribirse a un servicio en línea a través de un navegador, se vuelven mucho más complicadas cuando usas la Surface Pro. Llegas al punto en el que preferirías emplear una laptop hecha y derecha.

Parte de esta deficiente interacción podría haberse resuelto si al entorno de escritorio de Windows 8 se le hubiera dado una mínima optimización. Pero aparte de la simplificación visual, en su mayoría se ve y se comporta como Windows 7.

Es extraño pensar que esto sea un problema toda vez que el hardware y el software provienen de la misma fuente, pero la Surface Pro no parece estar bien adaptada para manejar Windows 8 Pro y vice-versa.

Por supuesto, puedes conectar monitores externos y emplear teclados y ratones inalámbricos para solventar la mayoría de las deficiencias de la Surface Pro, pero entonces ya te alejaste bastante de lo que el dispositivo pretendía ser: un reemplazo para tu laptop y tu tablet.

También existe un lápiz sensible a la presión, que en su mayoría funciona como se anuncia, pero no es lo ideal. Si bien es divertido como una ayuda para dibujar o tomar notas, no es mucho mejor que un dedo para navegar.

La pizarra Surface Pro es, en corto, una manta de seguridad para los usuarios que siguen tratando de comprender la división entre los sistemas operativos móviles y de escritorio.

A pesar de sus evidentes defectos, la Surface realmente no es un dispositivo malo. Puede manejar aplicaciones y multimedia tan bien como cualquier otra ultrabook. Se queda corta no porque sea una mala idea, sino porque no se ha ejecutado correctamente. Tiene que estar más en sintonía con Windows 8.

Irónicamente, la Surface Pro encontraría su uso óptimo como un dispositivo para el hogar. Puedes enchufarla a un teclado, ratón y monitor, donde funciona esencialmente como un cerebro. Y sería una estupenda tablet para la sala de estar o el dormitorio, donde el peso y la portabilidad no importan tanto.

Pero si necesitas una máquina con Windows 8 que puedas llevar a cualquier lugar, usar en cualquier parte, y realmente sacar adelante el trabajo, la última generación de ultrabooks son todavía la mejor opción. Por ahora, la Surface Pro es un trabajo en curso, aún inacabado.

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