El supertelescopio ALMA, una apuesta mundial para descubrir el universo
El observatorio ALMA, uno de los mayores proyectos astronómicos actualmente, será una nueva ventana al cosmos con el que científicos esperan descubrir los secretos de su funcionamiento y formación, desde su ubicación en el desierto de Atacama, en Chile.
El Atacama Large Millimeter Array (ALMA) será inaugurado este miércoles por el presidente chileno, Sebastián Piñera. El supertelescopio tiene ya instaladas 57 de sus 66 antenas, que funcionarán a modo de interferómetro para escrutar el universo más frío y lejano.
Aunque este miércoles se celebrará la inauguración formal del complejo astronómico, sus operaciones comenzaron oficialmente en octubre de 2011 con un tercio de sus antenas operando.
Instaladas a 5,000 metros sobre el nivel del mar, en pleno desierto de Atacama, los radiotelescopios que lo componen no captarán la luz visible, sino las ondas milimétricas y submilimétricas, por lo que serán capaces de penetrar en las nubes de polvo donde se conforman planetas y estrellas.
"Creo que lo más interesante son las cosas que no esperamos ver y que podemos descubrir de forma inesperada", consideró el francés Pierre Cox, próximo director de ALMA que asumirá su cargo en abril.
"A nivel personal, me gustaría poder detectar las primeras galaxias que se formaron en el universo. Creo que ALMA es capaz de hacerlo", dice optimista desde el centro de apoyo del observatorio, instalado a 2,900 metros de altitud.
Por su parte, el actual director de ALMA, Thijs de Graauw, considera que el colosal complejo "cambiará nuestra idea sobre la formación de las estrellas y nos ayudará a saber cuál es la naturaleza de la materia oscura".
Además, con ALMA espera confirmar o rechazar la teoría de la formación de los planetas , que establece que las estrellas se forman a partir de nubes de polvo y a su alrededor se crean discos donde nacen los planetas.
En apenas año y medio de funcionamiento como un proyecto aún en construcción, ALMA ya ha proporcionado resultados sorprendentes. "Hemos visto que la evolución de las galaxias y la evolución de las estrellas en la galaxia después del Big Bang fue mucho antes de lo que pensábamos", explicó de Graauw.
"Hemos visto elementos como el carbono, el nitrógeno y el oxígeno antes de lo que pensábamos. En ciertas partes, la evolución del universo es más rápida de lo que las teorías habían predicho", agregó el astrónomo.
Además, cuenta, han podido obtener una "bonita imagen" de una estrella que está muriendo y que expulsa material a través de sucesivas explosiones. "Hemos visto que esto no solo ocurre en grandes eventos, sino también en pequeñas explosiones", detalla.
De Graauw deja el mando de ALMA a Pierre Cox, que asegura ser consciente de la "gran responsabilidad" que asume porque, dice, "hay aún muchas cosas que hacer para que ALMA se convierta en el observatorio que tantas personas han soñado".
Entre sus retos está terminar de integrar todas las antenas del observatorio: se espera que las nueve restantes estén listas en octubre en el Llano de Chajnantor, una polvorienta planicie.
Allí se encuentra el correlador, un gigantesco ordenador construido especialmente para procesar los miles de datos que generan los radiotelescopios y enviarlos al centro de apoyo, todo ello a través de un sistema de fibra óptica.
En ese lugar se puede cambiar la configuración de las antenas hasta lograr que abarquen un radio de 16 kilómetros, lo que permite a ALMA alcanzar una potencia similar a la que tendría un gigantesco telescopio de ese mismo tamaño.
Por el momento, las antenas están dispuestas en un diámetro de un kilómetro y se espera poder ir ampliando esa distancia hasta lograr su máxima extensión "dentro de tres o cuatro años”, señala su próximo director.
En el futuro, además, no se descarta incorporar nuevas antenas, aunque Pierre Cox asegura que "no será pronto". "66 antenas es mucho más que cualquier interferómetro que exista en el mundo", recalca.
El segundo en tamaño se encuentra en Francia, fruto de una asociación entre ese país, Alemania y España, y cuenta con seis antenas de doce metros de diámetro, aunque en los próximos años se ampliará a doce receptores.
ALMA ha requerido una inversión de 1,400 millones de dólares aportados por países de tres regiones: Europa, a través del Observatorio Europeo Austral (ESO), Norteamérica, con Estados Unidos y Canadá, y el Sudeste Asiático, con Japón y Taiwán.
Un 10% del tiempo de observación será para científicos chilenos y el resto se repartirá proporcionalmente al dinero invertido: un 37,5 % para europeos y norteamericanos, respectivamente, y un 25% para los asiáticos.
Diseñado para que opere durante 30 años, ALMA promete aportar luz sobre los enigmas mejor guardados del universo.
El proyecto es una asociación internacional de instituciones de Europa, América del Norte y Asia , en colaboración con Chile. Está financiado por la Organización Europea para la Investigación Astronómica en el Hemisferio Austral (ESO).
En Japón por los Institutos Nacionales de Ciencias Naturales (NINS, por su sigla en inglés) en cooperación con la Academia Sinica en Taiwán y en Norteamérica por la Fundación Nacional de Ciencias de EU (NSF, por sus siglas en inglés) en cooperación con el Consejo Nacional de Investigaciones de Canadá (NRC) y el Consejo Nacional de Ciencia de Taiwán (NSC).