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La cámara como testigo de la tragedia en Siria

La historia contada en las imágenes del fotógrafo ruso Sergey Ponomarev es de un conflicto que continúa y al mismo tiempo comienza a pasar a la historia.
mié 10 mayo 2017 04:37 PM
Bajo ruinas
Bajo ruinas Abu Hisham Abdel Karim y su familia usa un taxi local para salvar sus posesiones de su departamento en ruinas en Homs. (Foto: Sergey Ponomarev para 'New York Times')

Afganistán, Trípoli, Gaza, Chernobyl, Líbano: una letanía del horror. Armado con su cámara fotográfica, el fotoperiodista Sergey Ponomarev ha documentado algunas de las más devastadoras historias de conflicto y sufrimiento humano de las últimas décadas.

Su última exposición, A Lens on Syria (Una lente sobre Siria), se exhibe en el Museo Imperial de la Guerra en Londres. Se trata de un testimonio visual de una guerra que -en el último conteo hace un año- ha matado a 400,000 civiles y creado 4.9 millones de refugiados.

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"Yo estaba allí antes de la guerra", explica Ponomarev. "Estaba fascinado por la cultura y las raíces de esta nación... Es una tierra hermosa. Lamento mucho que estén destruyendo eso con su lucha".

Triste exposición
Las fotografías de Ponomarev se exhiben por primera vez en el Reino Unido.

Tomadas en 2013 y 2014, las imágenes en la primera parte de la exposición -La Siria de Assad- son obras de arte así como documentos de la destrucción.

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A pesar de su contenido a veces terrible, la calidad estética de las fotografías -el uso del color, el juego de luces y sombras, el impecable encuadre- es difícil de ignorar.

"Siempre estoy usando la luz, usando el color, usando metáforas, pero nunca trato de interferir en el despliegue de la realidad", dice Ponomarev. "Nunca monto ni preparo las imágenes".

"La realidad te dará más sorpresas... verás acontecimientos asombrosos o hermosos suceder delante de ti."

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Toma muy pocas imágenes, pasa gran parte de su tiempo esperando en lugar de accionando la cámara. La mayoría de los fotógrafos disparan todo lo que ven, alguien del gremio le dijo una vez: "Eres inusual".

"Pero sé qué tipo de imagen quiero y espero hasta que la veo", señala. “Y trato de ser lo más invisible posible”.

Dentro de la Siria de Assad

Mientras que muchos periodistas occidentales han accedido al país a través de grupos rebeldes, Ponomarev, de nacionalidad rusa, solo pudo entrar con una visa del gobierno sirio.

Para él, era "una oportunidad para... conseguir algo único dentro de las zonas gubernamentales".

Destrucción
Una pancarta de campaña del presidente al-Assad cuelga en las ruinas de un centro comercial en Homs.

Una de las imágenes más sorprendentes de la exposición muestra un cartel electoral del presidente Bashar al-Assad colgado en un centro comercial destruido en el distrito de Khalidiya en la ciudad de Homs poco después de que fuera retomada por las fuerzas del gobierno en 2014.

"Si hay un retrato de Assad, significa que esta zona está controlada por él", explica Ponomarev. "Lo cuelgan como una señal de victoria".

Para la mayoría de los occidentales, sin embargo, "esta imagen cuenta la cantidad de muertos".

Otra imagen expuesta fue tomada en Palmira en 2014. Muestra el antiguo Arco de Triunfo, destruido por ISIS al año siguiente.

Ponomarev dice que fue uno de los últimos periodistas occidentales en Palmira antes de ser tomada por ISIS. "Conservo esta foto en mi apartamento, la única fotografía (de las mías) que guardo allí, porque es una herencia que ahora está destruida".

Del conflicto al éxodo

Ponomarev se volvió fotoperiodista independiente en 2012 después de trabajar para Associated Press en Rusia. Desde entonces, ha sido galardonado con algunos de los principales premios internacionales en fotografía, incluyendo el Premio Pulitzer en 2016 por su trabajo con colegas del New York Times documentando las vidas de los refugiados que llegan a Europa.

Sin hogar
Refugiados y migrantes, que se les negó la entrada a Macedonia, acampan bajo las duras condiciones del invierno cerca de la frontera cerrada.

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Cuarenta y seis de las fotos que tomó en ese viaje están expuestas en la segunda parte de esta exposición en una instalación titulada El éxodo. Muchas de las fotos nunca habían sido mostradas en público antes.

En una habitación oscura, una pantalla reproduce una historia acuciante y a veces angustiosa, cada imagen aparece por unos segundos antes de dar paso a la siguiente: es la narración interminable de la búsqueda humana de refugio.

Ponomarev ve esta narración como la consecuencia directa de las guerras, como el conflicto sirio, y el diseño de esta exposición en dos partes invita al visitante a sacar la misma conclusión.

De vuelta en la primera habitación vemos a sirios haciendo aparentemente sus vidas normales, de compras, horneando pan, relajándose en un café, rezando. La guerra estaba allí, pero la gente continuó con sus vidas, recuerda Ponomarev. "Podría haber una explosión justo en la siguiente cuadra, y al otro lado de la calle se oía el ajetreo usual de la calle y un atasco de tráfico y la gente viviendo normalmente".

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En la habitación de al lado, las imágenes del conflicto son contundentes: explosiones, soldados, escombros y la mirada de miedo en los ojos de los civiles.

Cualquier apariencia de normalidad ha desaparecido. ¿Quién no huiría de esta marea de destrucción?, parece preguntar la exposición, antes de presentarnos las historias desesperadas de aquellos que hicieron precisamente eso -pero se encontraron con violencia y fronteras cercadas al llegar a las costas de Europa.

El poder de la narración visual

Ponomarev se inspira en el trabajo de fotoperiodistas como James Nachtwey y Sebastiao Salgado, que "hurgaron tan hondo como pudieron y trataron de revelar las penurias de la humanidad".

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Sin embargo, él también es consciente de que el poder de la fotografía se ha agotado por el constante río de imágenes que recibimos en este "milenio digital", como él lo llama.

"Estamos desbordados por las imágenes y las imágenes no tienen el mismo efecto que antes", dice. "Los fotógrafos de hoy nunca detendrán las guerras".

Con todo, Ponomarev cree que también hay aspectos positivos. "Ya no necesitamos más de las palabras (para contar historias), las imágenes son un lenguaje internacional".

nullLa historia contada en esta exposición es de un conflicto que continúa y al mismo tiempo comienza a pasar a la historia. Las imágenes expuestas son "documentos históricos", afirma Ponomarev, así como recordatorios de una crisis actual y urgente.

Sufrimiento
Un refugiado traumatizado, envuelto en una cobija térmica, tiembla de frío en la isla griega de Lesbos.

Esta yuxtaposición de lo contemporáneo y lo histórico es bienvenida por el museo, inaugurado en 1917 en medio de la Primera Guerra Mundial. Al admitir en su espacio el conflicto contemporáneo, "estamos continuando lo que empezamos a hacer hace 100 años", declara Hilary Roberts, comisaria de la exposición.

Y la guerra siempre será un tema acuciante. "La guerra es una experiencia humana tan extrema. La gente tiene el impulso de dar testimonio -y la cámara es una muy buena manera de hacerlo- o buscar entendimiento y comprensión", agrega Roberts.

Y las imágenes de Ponomarev ofrecen justamente eso.

Reflexionando sobre la experiencia de reportar desde las zonas de guerra, él selecciona, naturalmente, una metáfora visual: "Solo hay blanco y negro en las zonas de conflicto, solo la vida y la muerte, enemigo y amigo".

Tal vez esa fue su experiencia, pero las imágenes que ha creado son ricas en matices y dan testimonio de una compleja realidad que está llena de tonos de gris.

Sergey Ponomarev: A Lens on Syria estará expuesta hasta el 3 de septiembre en el Imperial War Museum de Londres. Es parte de la temporada más amplia del museo, Siria: A Conflict Explored.

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