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'Cien años de soledad': Frases que definen el vuelo de las mariposas amarillas

A 50 años de la publicación de uno de los libros más importantes en la historia de la literatura en América Latina, hacemos un recuento de frases que definen la obra maestra de Gabriel García Márquez.
mar 30 mayo 2017 07:40 AM
'Gabo'
'Gabo' Fotografía de Gabriel García Márquez en la ciudad de Bogotá, en 2006. (Foto: Nobelprize.org)

Este martes se cumple medio siglo de la publicación de la novela Cien años de soledad, la obra más representativa del realismo mágico, con la que el escritor colombiano Gabriel García Márquez obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1982 y que es considerada por muchos como uno de los textos más importante de las letras latinoamericanas en el siglo XX.

La comunidad literaria ha reconocido a esta novela como unas de las más sobresalientes del género. El escritor Carlos Fuentes, por ejemplo, lo comparó con El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, según el diario colombiano El Espectador, medio en el que 'Gabo' -como lo llamaban sus amigos-, colaboró durante su juventud.

Cien años de soledad fue el quinto libro publicado por el de Aracataca, un municipio en la zona selvática de Magdalena y situó a García Márquez a la altura de otros titanes de la literatura hispana como los chilenos Gabriela Mistral y Pablo Neruda o el mexicano Octavio Paz, de acuerdo con datos de la página oficial de los premios Nobel.

Resulta complicado resumir un texto que ha sido impreso más de un millón de veces, como lo dijo el propio García Márquez durante la edición VI del Congreso Internacional de la Lengua Española en 2007, pero en Expansión nos arriesgamos e hicimos un recuento de algunas frases que podrían definir el vuelo de las mariposas amarillas que iluminan las páginas de la aclamada novela:

“Está comprobado que el demonio tiene propiedades sulfúricas” - Melquíades, el alquimista, respondiendo a Úrsula cuando esta aseguró que el bicloruro de mercurio tiene el 'olor del demonio'.

“Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra” - José Arcadio Buendía intentando convencer a su esposa Úrsula de salir al mundo, en busca de los ‘beneficios de la ciencia’.

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“El amor es una peste...” - José Arcadio Buendía al enterarse de que su hijo Aureliano quería casarse con Remedios, la hija de su acérrimo enemigo, Don Apolinar.

“Si hay que ser algo, sería liberal, porque los conservadores son unos tramposos” - Aureliano Buendía cuestionado por Gerineldo Márquez y Magnífico Visbal sobre su inclinación política.

“Soy tu tía. Es casi como si fuera tu madre, no sólo por la edad, sino porque lo único que me faltó fue darte de mamar” - Amaranta dice a su sobrino Aureliano José después del primer encuentro nocturno que tuvieron en su cama.

“Todos son iguales. Al principio se crían muy bien, son obedientes y formales y parecen incapaces de matar una mosca, y apenas les sale la barba se tiran a la perdición” - Úrsula lamentando el comportamiento de sus hijos.

“Qué raros son los hombres. Se pasan la vida peleando contra los curas y regalan libros de oraciones” - Amaranta un día que llegó de visita el coronel Gerineldo Márquez y la sorprendió con su renovada apariencia.

“Esfetafa esfe defe lasfa quefe lesfe tifiefenenfe asfacofo afa sufu profopifiafa mifierfedafa” - Amaranta hablando sobre la repulsión que había declarado Fernanda sobre ella.

“Toda la vida me contaron que las mariposas nocturnas llaman la mala suerte” - Fernanda refunfuñando ante Meme por la aparición diaria de mariposas amarillas en su recámara.

“Lo que más me duele es tanto tiempo que perdimos” - Amaranta Úrsula después del estallido de un intenso amorío con Aureliano Babilonia, mientras las apoteósicas hormigas rojas, sin interrupción, se adueñaban de su casa.

“... estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra” - Líneas con las que Gabriel García Márquez describió el ‘bíblico’ final de la ciudad de Macondo.

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