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Escalar los árboles del Amazonas

La selva brasileña es un negocio poco explotado, pero en las copas de los árboles hay oportunid los viajeros aprenden que no pagan por un “tour” sino por una experiencia única.
vie 06 junio 2008 10:48 AM
Puedes tomar un descanso en la copa de los árboles de hasta

Suspendida a 30 metros sobre el suelo de la selva tropical fue que entendí, finalmente, por qué había viajado miles de kilómetros para escalar árboles en el Amazonas.

A esa altura el mundo es sublime y más verde, y sólo el sonido de los monos y papagayos rompe el silencio. Las copas de los árboles se entrelazan sobre la selva formando un techo que protege a la tierra del sol ecuatorial. Fue un buen momento para descansar, estirar los dedos y observar la puesta del sol mientras me mecía sobre la cuerda que me sujetaba…entonces cometí un error: miré hacia abajo.

Cuando vi mis pies colgando a esa altura, entré en pánico y me paralicé. Pero la escalada de árboles tiene un récord de seguridad impecable: La Tree Climbers International (TCI), la asociación más conocida de este deporte y la primera escuela en el mundo, ha dado lecciones a más de 100,000 escaladores desde 1983 sin ningún accidente fatal. Mi instructor, Tim Kovar, me preguntó “¿Cómo va todo?” en cuanto me vio nerviosa.

Kovar ha guiado a más de 3,000 estudiantes por este elevado ramaje desde 1993. Mientras trabajaba como cocinero en Atlanta, sede de la organización TCI, conoció a su fundador, Peter Jenkins. Jenkis le ofreció un empleo en el negocio del paisaje arbóreo como cuidador de árboles, pero Kovar eligió ser instructor. Hoy, es uno de los seis instructores del país certificados por la TCI y tiene su propia escuela ‘Tree Climbing Northwest’.

El lugar de mi primer ascenso fue un árbol angelim, a unos 150 kilómetros al norte de Manaos, una poblada ciudad ubicada en la confluencia del río Amazonas y el río Negro. Para Kovar, esta es la tercera expedición a Brasil, y en los meses próximos hará otras a Filipinas y Sudáfrica. Las expediciones internacionales cuestan más de 2,500 dólares, sin incluir el vuelo. Pero también hay alternativas locales, en Oregon, donde los precios varían de 12 dólares para una lección a principiantes hasta 900 usd por un viaje de una semana.

Mi expedición inició en Manaos, desde allí Eduardo "Dudu" Cunha, un escalador local,  nos llevó a la reserva Amazon Bioregional Village, la pequeña comunidad donde Eduardo inició su empresa local bajo la supervisión de Kovar. Como el resto de las escuelas para escaladores, este nuevo negocio espera atraer a muchos visitantes, desde investigadores y ecoturistas hasta fanáticos de los deportes extremos.

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“Escalar árboles no consiste en llegar más alto o más rápido, consiste en pasar tiempo con los árboles y aprender a respetarlos” nos indicó Kovar en la primer lección. Luego recordaría cómo cerraba los ojos y agradecía a cada árbol que escalaba. Cuando regresamos al día siguiente, cansados del reto que supuso escalar un angelim y mientras comíamos una lobina azul, Kovar nos habló sobre algunos de sus estudiantes: lunamieleros, un grupo de niños con discapacidades e incluso el escritor Richard Preston, quien se enamoró de este deporte y escribió el libro The Wild Trees.

Por la noche, dormimos sobre hamacas atadas a las vigas de nuestra cabaña y cubiertas por mosquiteras. Fue difícil conciliar el sueño, no podía abandonarme la sensación de seguir colgada a metros del suelo. Pero la lluvia que caía sobre el techo de madera tuvo un efecto tranquilizador y soporífero. Al día siguiente nos dirigimos al río Negro, en busca de un árbol ceiba, la especie más alta de la región.

El mundo de los escaladores de árboles es muy unido y poco competitivo. No hay una escuela que sea líder en la industria, incluso el propio Kovar me aconsejó buscar otras escuelas antes de iniciar mi viaje. “La mayoría de las empresas no se mercadean activamente ni compiten agresivamente” me explicó Sophia Sparks, dueña de New Tribe, proveedora de artículos para escaladores. 

Pero la industria ha crecido considerablemente. Se estima que han aparecido 10 nuevas escuelas en EU en los últimos cinco años. Y New Tribe, que antes era la única empresa que fabricaba equipo para este deporte, tiene ya un competidor, SherrillTree. Kovar está entusiasmado por este aumento de popularidad, pero le preocupa que las nuevas empresas olviden las raíces medioambientales del deporte, “su esencia es proteger los árboles” me insistía.

Escalar la ceiba fue una experiencia estupenda, luego de practicar varios días en árboles más pequeños, pude ascender sin tantas pausas y usar más los músculos de mis piernas. Tras 30 minutos, ya me encontraba a mitad del camino o a unos 38 metros del suelo. Al darme cuenta de la altitud, dudé. Pero Kovar me animó “Sólo 3 metros más y estarás sobre las ramas, no puedes perderte esta vista.”

Esta vez, en lugar de mirar hacia abajo, me concentré en el horizonte y seguí escalando. Cuando atravesé el follaje, como recompensa me esperaba el increíble paisaje de la selva. Por encima de las copas, el suelo desaparecía bajo un manto de vegetación y vi el río Amazonas serpentear a la distancia. Es una experiencia que pocas personas tienen, y comprendí entonces por qué los escaladores protegen tanto su deporte.

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