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La 'Reina del Pacífico' se confiesa

Sandra Ávila revela sus relaciones con narcos y policías en un nuevo libro de Julio Scherer; “el narco crea fuentes de trabajo” y la droga ayuda a abatir las tasas de desempleo, afirma.
sáb 06 septiembre 2008 06:00 AM
Sandra Ávila Beltrán fue entrevistada por el periodista Juli

Sandra Ávila Beltrán le llama a su mundo la ''sociedad narca'', pero asegura que por haber nacido y crecido en el mundo del narcotráfico no significa que sea una figura clave en el trasiego de drogas de Colombia a México como le imputa el gobierno.

La llamada ''Reina del Pacífico'', sobrenombre utilizado por las autoridades para referirse a esta mujer, contó a lo largo de varias entrevistas desde una cárcel capitalina con el periodista mexicano Julio Scherer, sus relaciones con narcos, policías y militares, su gusto por las joyas, el secuestro de su único hijo e incluso, su paso por la universidad para estudiar periodismo.

El resultado está contenido en el libro ''La Reina del Pacífico: es la hora de contar'', editado por Grijalbo, que salió a la venta en momentos en que el país continúa azotado por la violencia creciente de los carteles de la droga.

En la publicación, Scherer reconstruye -con su voz o la de ella- partes de la vida de esta mujer de 44 años que, aunque dice estar en contra de la muerte que provoca el narcotráfico, considera que el dinero procedente de esa actividad ha permitido a muchos superar sus necesidades.

''La realidad es como es. El narco crea fuentes de trabajo y son miles los que han salido de la desesperación que causa el desempleo por lo que la droga deja'', dice Ávila, al tiempo que afirma que nunca ha probado alguna de estas sustancias, porque dice temerles.

Ávila fue detenida el 28 de septiembre de 2007 en la Ciudad de México, una de las capturas más publicitadas por el gobierno del presidente Felipe Calderón, quien mantiene una batalla contra el narcotráfico apoyado en niveles nunca vistos de miles de militares activos.

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En el libro, la imputada recuerda su infancia con sus seis hermanos en una casa de la ciudad fronteriza de Tijuana con siete recámaras, sala de billar y alberca. De su papá dice que tenía dos ferreterías además de un rancho con cabezas de ganado y caballos de carreras en Culiacán, en el estado de Sinaloa.

Afirma que ha vivido en Tijuana, Culiacán y Guadalajara, tres ciudades del occidente y noroeste del país que de una u otra forma han estado ligadas al surgimiento y desarrollo de los carteles de la droga. Cuenta que la vidas de los narcos se mezclan con las de policías y militares.

De Tijuana, en la frontera con Estados Unidos, relata que salió a los 18 años para irse a Guadalajara en el occidente y estudiar ciencias de la comunicación, una carrera que no concluyó porque la secuestró un novio, sobrino de Ernesto Fonseca, ''Don Neto'', uno de los hombres que abrió el camino a los grandes carteles de la droga y señalado como uno de los responsables del asesinato de un agente de la DEA en la década de 1980.

Fonseca, preso desde hace dos décadas, es considerado uno de los fundadores del entonces llamado Cartel de Guadalajara, junto con los presuntos capos Miguel Ángel Félix Gallardo y Rafael Caro Quintero.

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