Publicidad
Publicidad

Genes mexicanos rechazan grasa y lactosa

Mapa del genoma revela deficiencia de ácido fólico y vitaminas B6 y B12, además de abuso del azúcar; el Inmegen prepara experimentos para determinar nexos entre alimentos y enfermedades prevalentes.
mar 12 mayo 2009 03:04 PM
El restaurante ofrecerá antojitos, tacos y otros platillos típicos mexicanos. (Foto: Archivo)
tacos (Foto: Archivo)

La obesidad y algunas de las enfermedades más comunes en México pueden deberse a que la población no se alimenta adecuadamente de acuerdo con su genética que, entre otras cosas, no resiste las grasas, es intolerante a la lactosa y abusa del azúcar.

La fase uno del mapa del genoma mexicano, presentada ayer, tiene una aplicación relacionada con la dieta y la nutrición, además de ayudar a determinar la ancestría de la población del país y ser el primer paso para elaborar estrategias que permitan combatir las enfermedades más comunes en México con base en los genes asociados.

La nutrigenómica es una herramienta que le abrirá la puerta a los llamados "alimentos de diseño" y las dietas estandarizadas que ayuden a prevenir enfermedades y a tener una alimentación nutrigenómicamente adecuada.

Comer saludablemente es un hábito que aparece hasta los empaques de muchos alimentos que contienen la trillada frase: "Aliméntate bien", hay decenas de dietas balanceadas y para bajar de peso, pero la nutrición hasta ahora no contemplaba que el genoma tiene una importante interacción con  los alimentos que consumimos, para bien o para mal.

De ahí que la obesidad y algunos otros padecimientos tengan que ver con que la población no se alimenta adecuadamente a su genética.

En el Simposio de Nutrigenómica realizado en la Ciudad de México recientemente se dieron a conocer datos preliminares respecto al genoma mexicano y su dieta, que dan algunas luces respecto a las estrategias alimenticias a seguir para comer mejor y prevenir patologías frecuentes como la obesidad.

Publicidad

El secreto

Gerardo Jiménez, director del Instituto Mexicano de Medicina Genómica (Inmegen), asegura que el genoma humano interactúa con el medio ambiente.

El genoma está en el núcleo de la célula y ésta tiene su membrana, cuando comemos algo las moléculas llegan, tocan la membrana y hay receptores que reaccionan "como si fuera alguien que aprieta un timbre, éste suena y manda una señal, hay regiones del genoma que cuando tocan el timbre se prenden y cuando tocan otro se prenden o apagan otras".

Las nuevas tecnologías genómicas juegan un papel importante en este proceso porque permiten leer lo que se "prendió o apagó" en el núcleo en el genoma.

En el Inmegen se podrán hacer experimentos como darle un alimento a alguien para descubrir cuáles circuitos se prenden o se apagan con ciertos nutrimentos y esto permitirá, según este especialista, identificar si estos circuitos generan inflamación o enfermedad o si esos circuitos generan antioxidantes y son saludables.

Con los resultados de estos experimentos se pretende diseñar alimentos que mejoren la salud.

"Éste es el secreto de la nutrigenómica: poder entender cuál es la interacción entre los micronutrimentos y el genoma humano y, con esta información, generar alimentos que permitan mantener la salud o que nos sirvan para tratar enfermedades y prevenirlas".

Actualmente existen alimentos de diseño como es el caso de los yogurts con lactobacilos, las leches deslactosadas y el café antioxidante.

Somos lo que comemos

Irma Silva , directora del Departamento de Investigación del Instituto Nacional de Medicina Genómica, señala que a partir de resultados obtenidos del mapeo genómico de los mexicanos se ha visto que la deficiencia de ácido fólico, vitamina B6, vitamina B12 en mexicanos es prevalente y se sabe que hay cierta genética detrás de eso.

Por ello sugiere consumir alimentos ricos en estos componentes como las verduras verdes.

La especialista asegura que los mexicanos estamos comiendo mal y que estamos abusando del consumo de azúcar, comenta que está probado que altas concentraciones de azúcar en el organismo promueven la aparición de cáncer.

Silva alerta a la población: la evidencia genética demuestra que el hígado de los mexicanos no parece tener resistencia a los alimentos ricos en grasas y sentencia: hay que disminuir nuestro consumo de grasas.

La genética no sólo interactúa con los alimentos, sino también con otros factores como el medio ambiente, los horarios de comida, la velocidad con que se come, el tipo de alimentos y regularidad con la que se consumen.

"Todo eso influye en como se va moviendo los niveles de insulina y de hormonas en el organismo, dependiendo de cómo me alimento y  el orden que tengo con la dieta puedo dañar o beneficiar al organismo", agrega.

Jiménez, por su parte, asegura que no sólo somos lo que comemos, sino que también somos el reflejo de nuestro estilo de vida, ya que lo que comemos influye muchísimo pero  nuestros genes deciden en gran parte la forma en cómo nos desarrollamos y en cómo nos enfermamos y cómo tenemos la salud.

Problemas hepáticos

La enfermedad hepática es muy prevalente en la población mexicana y en poblaciones de origen latino, precisa Silva, y enumera otras: cirrosis hepática por alcohol, por hepatitis C, por agentes tóxicos, por medicamentos, por obesidad.

El fenómeno de hígado graso es previo a la cirrosis y la fibrosis.

"En Estados Unidos es muy interesante observar que es mucho más frecuente el daño hepático en hispanos que en africanos y americanos.

"Según nuestra evidencia del análisis en nuestra base de datos es muy posible que esa alta prevalencia esté asociada a factores genéticos", dice.

Según él, hacen falta estudios para validarlo y posteriormente tomar medidas de nutrición para prevenir enfermedades.

Beneficios de la nutrigenómica

La nutrigenómica brindará información  para evaluar perfiles genéticos y hacer mejores recomendaciones de estilo de vida o identificar blancos (puntos) moleculares claves para elaborar agentes dietéticos o medicamentos, según los especialistas.

Por ahora se sabe que la población mexicana tiene intolerancia a la lactosa.

"Esa intolerancia a la lactosa es heredada genéticamente y es frecuente en poblaciones de América", comenta la entrevistada.

Añade que los europeos y otras poblaciones del mundo sufrieron un tipo de selección al estar expuestos a la leche de vaca desde hace muchos años, antes que los americanos adquirieron un cambio genético y la capacidad de metabolizar la leche.

"Los pueblos indígenas en particular  no tuvieron esa resistencia y esa capacidad de digerir la lactosa a todas las edades", afirma.

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad