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Lo asaltan y se llevan su mano

Un criminal decidió robar un llamativo anillo, pero al jalarlo se llevó también la prótesis; ante el susto, el ladrón tiró todo su botín a las vías del Metro en el Distrito Federal.
jue 20 marzo 2008 12:00 PM
Sin Pie de Foto
Un ladrón quiso arrancarle su anillo y se llevó hasta la ext

En un andén del Metro a un hombre le arrancaron una mano de un jalón, pues lucía un anillo con una piedra muy llamativa pero corriente. La mano no era de carne y hueso, era una prótesis pero "el susto que se llevó el ratero fue un castigo peor que la cárcel".

El coordinador de la Oficina de Objetos Perdidos del Metro, César Castro Cisneros, expuso que sería imposible que en un universo de más de cuatro millones de usuarios al día y 156 estaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro nada se perdiera.

En aquella ocasión el ladrón que pretendía llevarse el anillo se llevó el susto de su vida, al grado que al darse cuenta que arrancó la mano a ese hombre lanzó la prótesis a las vías del Metro y huyó.

Esa es la historia de uno de los miles de objetos que están en la estación Candelaria del Metro, del lado de la Línea 4, en donde se almacenan centenares de cosas, buenas y malas, de procedencia lícita y seguramente también ilícita.

Lo que más abunda son las carteras, la mayoría de ellas con su correspondiente credencial de elector o con la licencia de manejo; hay algunos otros documentos, incluso hay una tarjeta de crédito American Express Dorada.

También está el título profesional de Oscar Massiel López Ramírez, que lo acredita como egresado de la Licenciatura en Administración y, presuntamente, expedido por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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Esa oficina existe desde 1980 y César Castro se hizo cargo de ella desde entonces, aunque dice que ya tiene 33 años trabajando en el Metro.

"Soy feliz ofreciendo mis servicios a la gente, y da una gran satisfacción ver cómo las personas se van muy contentas al recuperar sus pertenencias", dijo.

Don César trabaja de las 9:00 a las 16:00 horas, de lunes a viernes, y es en ese horario cuando está abierta la oficina pues "solamente trabajamos dos personas en este lugar".

Dentro del lugar señaló un pequeño espacio donde hay una bicicleta, un carrito de supermercado, 10 mochilas y maletas, unas 15 carteras y monederos, otros 10 teléfonos celulares, infinidad de documentos de identidad y personales.

Por esa oficina han pasado muchas cosas, miles de objetos, anécdotas y situaciones que nunca olvidará. Un día un hombre perdió una de sus muletas y se vio obligado a caminar. Cuando llegó a la oficina dijo: "no, no vengo a recoger la otra, vengo a dejar esta también".

Sorprendido, don César preguntó por qué venía a dejar la muleta y el hombre respondió contento: "la pérdida de la muleta me obligó a caminar, entonces fue tan grande mi gusto por ver que podía dejar de usarlas que preferí venir a dejar la otra, para que ustedes las regalen a alguien que le hagan falta".

Después de seis meses "no podemos seguir guardando tantas cosas, por eso ya tenemos ciertas casas de ayuda, asilos, hospitales y casas hogar en donde vamos donando las cosas para que les den uso productivo, o que saquen de apuros a personas que requieren ayuda".

El principal problema, expuso César Castro, es que a la gente se le caen las cosas a las vías y piensan que no las van a recuperar, pero eso es falso: todo lo que cae a las vías es recuperado y aquí está.

"La principal herramienta de nuestro trabajo es el directorio telefónico, pues buscamos el nombre de los titulares de los documentos, muchas veces lo logramos pero muchas otras no", explicó.

"Aunque hay ocasiones en que llegan preguntando por algo y sí, efectivamente, aquí está aunque no lo hayamos encontrado por medio del teléfono".

En promedio cada mes se llenan en esta oficina de 50 a 55 formas de extravío y se habla de formas porque hay bolsas, objetos como monederos o carteras que traen consigo diversas cosas.

También hay documentos, billetes, prendas de vestir y libros; está claro que todo lo que hay en su interior eran pertenencias de la misma persona, por lo que se hace un inventario de los objetos.

Son pocas veces pero se han llegado a encontrar carteras o monederos con dinero, y en esas mismas condiciones se devuelven; "como es el caso de un señor que trabaja en la Cámara de Diputados, quien perdió su cartera y se la regresamos con los 240 pesos que traía".

José Valente Corona Tinoco perdió su cartera el 8 de septiembre de 2007 y la recuperó el 2 de enero de 2008, "nos costó trabajo encontrarlo pero dimos con él y vino a recogerla, aquí está la forma de extravío", precisó al mostrarla.

El inventario describe que llevaba una cartera de piel negra, una credencial de elector, dos billetes de 20 y uno de 200 pesos, entre otros documentos.

En otra ocasión algo que llamó mucho la atención a don César Castro fue una bolsa de plástico que perdieron dos trabajadores del Banco Nacional de México.

"Llevaban decenas de vouchers, seguramente los habían regañado, y seguramente también sumaban cantidades muy fuertes de dinero porque estaban muy agradecidos", recordó.

Precisó que le ofrecieron dinero y daban a escoger entre diversos regalos; él respondió que eso era parte de su trabajo pero ellos no se quisieron quedar sin ofrecer algo para agradecer que habían encontrado la bolsa con los documentos.

"Nos trajeron paletas y dulces de los que regalan en las sucursales del banco", señaló e indicó que hay mucha gente agradecida, y mostró lo que él llama su tesoro: cientos de cartas de agradecimiento de instituciones y personas.

Destaca el sobre de una invitación para una cena con diplomáticos de la embajada de Estados Unidos, quienes agradecidos por la labor que presta esa oficina lo invitaron a compartir.

"La cena era para un servidor y un acompañante. Yo iba a llevar a mi esposa pero no pude ir, luego me disculpé, y es que esa misma noche, poco antes de que saliéramos de la casa, falleció mi padre y nos quedamos a arreglar todo lo necesario para el funeral", recordó.

Muchos extranjeros pierden objetos personales, como el pasaporte u otros documentos de identidad, entonces se pone en contacto con las embajadas para que busquen a sus titulares y en caso de ser necesario el documento se envía al país de origen.

Antes de concluir la entrevista número 70 que ha concedido en 28 años al frente de esta oficina, don César Castro no permite la retirada sin mostrar algo.

Se trata de una fotografía de la Madre Teresa de Calcuta, autografiada por ella misma, con una medalla que la religiosa le entregó a un mexicano que logró verla en un viaje a Europa.

Ese mexicano se la regaló a don César como muestra de su agradecimiento, y este servidor público anotó los datos de la razón por la que le habían regalado esa imagen de la Madre Teresa.

En un papel manuscrito, colocado en la misma mica en que guarda la fotografía, dice: "Este señor en 1997 recuperó su licencia, la credencial del IFE y muchos números telefónicos, entre otros documentos".

"Dijo que había hecho muchos ruegos y le pidió a la Madre Teresa que le hiciera el milagro de encontrarlos", y se le concedió recuperar sus cosas, por ello quiso agradecer a la oficina dejando la imagen y la medalla en custodia de la Oficina de Objetos Extraviados del Metro.

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