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Judíos ultraortodoxos ‘pesan’ a Israel

Los niveles de desempleo por los que atraviesa esta comunidad son perjudiciales para la economía; el problema se agrava cuando deciden no trabajar para dedicarse enteramente a estudios religiosos.
sáb 23 abril 2011 11:31 AM
Los judíos ultraortodoxos podrían causar un daño a la economía de Israel por su forma de vida. (Foto: Photos to go)
israel (Foto: Photos to go)

Meir Gross es un judío ultraortodoxo padre de cinco hijos que no trabaja. Pese a las advertencias de que la economía de Israel podría verse amenazada por esta comunidad en rápido crecimiento y a menudo desempleada, él no quiere un trabajo. Gross lleva una existencia devota orientada al estudio. Pasa casi todo el día estudiando la Torah (la ley judía), que según él es el edicto más importante otorgado al hombre judío, y no puede combinarse con un trabajo.

"El estudio de la Torah exige una total y completa devoción. No nos interesa ganar dinero ni lujos materiales. Nos contentamos con muy poco y nuestra verdadera alegría, y deber mayor, es aprender", aseveró Gross.

Los judíos ultraortodoxos, o "jaredíes", son una comunidad cerrada y devota que constituye entre el 8 y el 10% de los 7.7 millones de habitantes de Israel, con un promedio de ocho hijos por cada familia. Muchos son mantenidos por el Estado y viven por debajo de la línea de pobreza.

Un informe de marzo del Banco de Israel indicó que cerca del 60% de los hombres jaredíes no trabaja.

Pero en 20 años los jaredíes representarán el 17% de la mano de obra y muchos analistas dicen que la economía de Israel sufrirá enormemente si las cosas no cambian.

"Son un verdadero peligro para Israel. Si entramos en bancarrota es el fin de la historia para nosotros. Nuestro ejército depende de una economía sólida", sostuvo Omer Moav, profesor de economía de la Universidad de Londres y de la Universidad Hebrea en Jerusalén.

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Los jaredíes comúnmente mantienen sus propias ciudades o barrios, donde los hombres caminan por las calles en sus tradicionales sobretodos negros y anchos mientras las mujeres visten largos vestidos oscuros y cubren su cabello con sombreros, bufandas o pelucas.

Obstáculos

Aunque algunos jaredíes eligen no trabajar, otros dicen que les gustaría ganarse el pan, pero afrontan muchos obstáculos culturales al buscar empleo entre la mayoría secular.

Moshe Gafni, un legislador ultraortodoxo y jefe de la Comisión de Finanzas israelí, dice que el Gobierno debe hacer más.

"El hombre jaredí siempre es el último candidato para ocupar un puesto de trabajo. Los empleadores están seguros de que son malos trabajadores. Lo que necesitamos son acciones afirmativas", aseveró Gafni.

Analistas dicen que la educación jaredí es un factor clave que retiene a los hombres. Las escuelas jaredíes limitan las materias no religiosas. Matemáticas, lengua, ciencia y tecnología son a veces excluidas por completo, dejando a los alumnos mal preparados para un mercado de trabajo moderno.

Sin embargo, las mujeres jaredíes están exentas de las exigencias de los estudios religiosos que se imponen sobre los hombres y el Banco de Israel afirma que en la última década se ha visto un "significativo incremento" en el índice de empleo entre mujeres ultraortodoxas, que ahora es del 60%.

Un sector que está incorporando a más y más mujeres jaredíes es la pujante industria de la tecnología en Israel, donde la demanda de trabajadores es importante.

Matrix Global, una división de la subsidiaria Matrix de la firma de informática israelí Formula Systems, tiene su sede en Modiin Illit, un asentamiento de Cisjordania apodado la "ciudad jaredí del futuro".

Matrix Global empezó a contratar a mujeres ultraortodoxas en el 2004 y ahora da trabajo a 750, muchas con títulos en computación o ingeniería, como programadoras y analistas informáticas.

Convenciones religiosas, como no darle la mano a un hombre o sentarse sola en una habitación con él, no conducir y respetar las leyes dietarias judías, pueden hacer que a las mujeres jaredíes les cueste más encajar, algo a lo que Matrix trata de acomodarse.

La directora ejecutiva de la compañía Libby Affen, también una mujer jaredí, menciona la flexible carga laboral, la proximidad con su casa, el transporte en autobús y la estrecha orientación y asesoramiento de un rabino que les explica las reglas religiosas a los clientes "de afuera".

"No estamos tratando de cambiar a las mujeres o sus creencias, sino de comprender ambas culturas y tender un puente entre ellas", indicó Affen.

Sarit, una gerente de proyecto jaredí de 35 años y madre de cinco hijos, sostiene que no podría haber tenido una carrera en ningún otro lado.

"Debería haber más lugares como este en más sectores. No faltan las mujeres jaredíes que quieren trabajar", dijo Sarit, quien se negó a revelar su apellido.

Cambio dramático

Pero el economista Omer Moav señaló que tales tendencias no bastaban.

"Mientras el Gobierno no haga un cambio dramático, las cosas empeorarán. Uno no puede acordar una solución, el cambio debe ser impuesto a los jaredíes", aseveró Moav.

Para sobrevivir, sucesivas coaliciones de Gobierno en Israel han dependido del apoyo de partidos ultraortodoxos que en cambio han puesto precio a su respaldo, en el mayor de los casos en forma de beneficios estatales para su comunidad.

El resentimiento en el Estado judío hacia los jaredíes por los beneficios estatales, considerados discriminatorios y financiados por impuestos de la mayoría trabajadora de Israel, con frecuencia queda eclipsado en el debate por el conflicto árabe-israelí.

El profesor Dan Ben-David, un economista de la Universidad de Tel Aviv y director del Centro Taub de Estudios en Políticas Sociales, ha estado estudiando durante años el alcance de los beneficios para los jaredíes, como las asignaciones infantiles, viviendas subsidiadas y becas.

"El verdadero monto es ocultado, encubierto en engañosas definiciones presupuestarias. Nos escandalizamos cada vez que tenemos un indicio de su magnitud, pero debe ser enorme si posibilita uno de los más altos índices de desempleo del mundo occidental", indicó Ben-David.

Una portavoz del Ministerio de Finanzas de Israel dijo que encontrar tales datos era "problemático", y añadió que en el 2010 el Gobierno gastó más de 350 millones de shekels (88 millones de dólares) en proyectos destinados a acercar a los jaredíes al mercado de trabajo.

El éxito de tales proyectos tendría un gran impacto, dijo Ben-David.

"Si quisiéramos incrementar el índice de desempleo a tasas estadounidenses, entonces incorporaríamos estos 85,000 millones de shekels (25,000 millones de dólares) a la economía", comentó el profesor.

Pero Meir Gross ve la falta de empleo bajo una luz diferente.

"Mi respuesta no se basa en hechos o en cifras. Creemos que el mundo terminará si se queda sin estudiar la Torah, incluso durante un instante", expresó Gross.

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