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La victoria de Dilma Rousseff pega a los mercados brasileños

El referencial Bovespa cerró en su menor nivel desde el 15 de abril pasado; los inversores dudan que la mandataria pueda restaurar la confianza en la economía.
lun 27 octubre 2014 02:10 PM
El real brasileño anotó su mayor baja diaria desde fines de 2001. (Foto: Reuters )
dilma rousseff

La ajustada reelección de Dilma Rousseff como presidenta de Brasil se encontró este lunes con la fría recepción de unos mercados financieros que se derrumbaron, ante las dudas de que la mandataria pueda restaurar la confianza en la economía y mantener su apoyo político en un país fuertemente dividido.

Rousseff se sobrepuso al descontento por una economía débil y unos servicios públicos de mala calidad para lograr un segundo mandato por un estrecho margen, acabando con las esperanzas de los inversores y de casi la mitad del electorado, que apoyó a su rival Aécio Neves, más amigable con las empresas y el mercado.

El ministro de Hacienda, Guido Mantega, cuyo eventual reemplazante está siendo objeto de muchas especulaciones, trató de borrar el pesimismo con promesas de controlar la inflación y atajar el déficit fiscal en los próximos cuatro años, pese a que aseguró que la elección mostró un apoyo popular a las políticas económicas de Rousseff.

El real aumentó sus pérdidas tras las palabras de Mantega, cayendo a mínimos de hace casi seis años. Posteriormente, al cierre, anotó la mayor baja diaria desde fines del 2001.

Rousseff dijo el mes pasado que Mantega se irá a fines de este año, y fuentes gubernamentales dijeron que en su lista corta de potenciales recambios hay un empresario, un ex funcionario del Ministerio de Hacienda y su actual jefe de gabinete.

Sea quien sea el que acabe tomando las riendas del Ministerio de Hacienda, los inversores son escépticos sobre si Rousseff podrá liderar una rápida recuperación tras cuatro años de ineficaces políticas industriales.

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Ahora enfrenta el reto de cumplir las promesas de campaña de extender los beneficios sociales a los pobres mientras equilibra un presionado presupuesto federal.

Las principales compañías estatales, cuyos beneficios han sufrido con Rousseff, se hundieron en las operaciones del lunes, incluida una caída del 12.33% en las acciones del gigante Petrobras, afectado por numerosos escándalos de corrupción.

El índice bursátil de referencia Bovespa cayó 5% durante la sesión y cerró con baja del 2.72%, el menor nivel desde el 15 de abril.

La agencia Fitch Ratings advirtió en una nota que podría rebajar la calificación crediticia de las compañías brasileñas el próximo año por la débil demanda a nivel doméstico, la caída de precios de las materias primas del país y las erradas políticas industriales de Rousseff.

"Para mejorar la confianza empresarial y revivir las inversiones en el segundo mandato, sería importante dar señales más claras de una menor implicación del Estado en el sector privado", dijeron analistas de Fitch liderados por Joe Bormann.

Los inversores esperan que un ministro de Hacienda más amistoso con los mercados pueda ayudar a restaurar la disciplina fiscal, llevar transparencia al presupuesto federal y conectar mejor con los líderes empresariales.

Algunos creen que la realidad económica obligará a Rousseff a suavizar algunas de sus políticas intervencionistas.

Los asesores presidenciales aseguran que es improbable que haya anuncios sobre los nuevos miembros del gabinete en los próximos días, ya que Rousseff se va a tomar un descanso tras una exigente campaña que terminó con un "foto-finish".

"Ser mejor presidenta"

La noche del domingo, ante una aliviada audiencia de seguidores, Rousseff luchó por alzar su voz mientras reconocía la necesidad de un cambio exigido por muchos votantes, en unas palabras que algunos observadores esperan que sea una señal de un giro al centro.

"Yo sé que soy enviada de nuevo a la presidencia para hacer los grandes cambios que la sociedad brasileña demanda", dijo después de ganar la segunda vuelta electoral con el 51.6% de los votos. "Quiero ser una presidenta mucho mejor de lo que he sido hasta ahora".

Su leve margen de tres puntos sobre el candidato de centro Aécio Neves se lo debió en gran parte a los avances contra la desigualdad y la pobreza logrados desde que el Partido de los Trabajadores llegó por primera vez al poder en el 2003.

Aprovechando los frutos de un auge económico impulsado por las materias primas en la década pasada, el Gobierno de Brasil expandió los programas asistenciales que ayudaron a más de 40 millones de personas a salir de la pobreza a pesar de los actuales problemas económicos.

El "modelo brasileño" ha sido adoptado por partidos de izquierda en varios países de América Latina y el triunfo de Rousseff, pese a ser ajustado, representa un golpe para los conservadores en la región.

También significa que no habrá mejorías significativas en las relaciones con Estados Unidos, afectadas en los últimos años por disputas comerciales y por los programas de espionaje de Washington que enfurecieron a la mandataria brasileña.

Alrededor de 40% de los 200 millones de brasileños vive en hogares que ganan menos de 700 dólares al mes. Su abrumador apoyo le dio la victoria el domingo a Rousseff.

Ahora promete profundizar los beneficios sociales mientras intenta revivir una economía que cayó en recesión en el primer semestre del año.

En su discurso de victoria, Rousseff también renovó su llamado en favor de una reforma política para reducir la influencia de las corporaciones en la financiación de las campañas y restaurar la fe en la estrategia política multipartidista de Brasil.

No obstante, la presidenta pasará tiempos duros con las reformas de más largo alcance, ya que su coalición perdió escaños en ambas cámaras del Congreso este año.

"Un resultado tan estrecho reduce su capacidad de radicalizar políticas", dijo Alberto Bernal, un economista de Bulltick Capital Markets con sede en Miami. "La mitad del país está en contra de lo que ella ha venido haciendo", agregó.

Más viento de cara

Un segundo mandato de Rousseff no será fácil, sobre todo cuando una economía más lenta complica a un modelo gubernamental acostumbrado a altos ingresos tributarios para financiar programas sociales y crédito subsidiado a empresas y consumidores.

La economía de Brasil, después de crecer hasta 7.5% anual el año antes de que ella asumiera, ahora está en vías de crecer menos de 1% este año. Los esfuerzos anteriores por avivar el crecimiento, en gran parte a través de exenciones impositivas y otros subsidios para algunas industrias, han fallado mayormente.

Mientras tanto, la inflación, un problema desde hace tiempo en un país con una historia de precios que se disparan, ahora oscila por arriba del techo de tolerancia del Gobierno del 6,5 por ciento.

Y aunque el desempleo está cerca de mínimos históricos, los economistas no esperan que siga así por mucho tiempo porque la menor inversión, el crecimiento más lento y la incertidumbre llevan a los empleadores a hacer recortes.

Para corregir el rumbo, economistas dicen que Rousseff debe impulsar unas demoradas reformas impositiva y laboral para aumentar la productividad e involucrarse más con los mercados globales.

Pero la mandataria enfrentará un estancamiento en un Congreso cada vez más cansado del partido gobernante, que perdió escaños en estos comicios junto a su principal aliado. Importantes legisladores prometen explotar al máximo un creciente escándalo de corrupción en Petrobras.

"Tras una campaña de reelección brillantemente ejecutada, Rousseff necesitará una política económica brillantemente ejecutada para que Brasil vuelva a ponerse en marcha pronto", escribieron los analistas de Citi Stephen Graham y Fernando Siqueira en una nota a sus clientes.

"Las perspectivas de que eso ocurra son bajas", sentenciaron.

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