La crisis del petróleo, el inicio de una nueva era
La década de 1970 marcó un punto de inflexión en la relación entre el petróleo y la energía.
Fue una década en la que los levantamientos en Medio Oriente mantuvieron a Occidente en vilo por los barriles, lo cual dio lugar a la llamada petropolítica que han dominado desde entonces el escenario global.
Primero fue la crisis de 1973, cuando los miembros árabes de la OPEP redujeron los suministros, en respuesta a la guerra de Yom Kippur. Seis años después, la revolución iraní provocó un segundo impacto en la oferta.
A partir de entonces, la política exterior y económica quedaría inextricablemente entrelazada, a medida que los grandes estados industriales se apresuraban a permanecer cerca de sus proveedores, obviando a sus diferencias ideológicas, y en algunos casos incluso yendo a la guerra; tan desesperados estaban por garantizar el acceso a los combustibles fósiles.
Hoy ese ciclo familiar está llegando a su fin; y rápido.
Un auge del gas de esquisto (shale gas) en Estados Unidos desde hace algunos años ha estado reescribiendo sutilmente la jerarquía de la producción petrolera, convirtiendo al mayor consumidor mundial de energía en su productor más importante, según la Agencia Internacional de Energía.
Si añadimos a esta mezcla un patrón de crecimiento más lento en China -y nuevos descubrimientos de petróleo en otros lugares- y el precio del barril de crudo estadounidense ha caído 33% en lo que va del año.
Aunque las oscilaciones de precios pueden haber sido rápidas y repentinas, las ramificaciones de un Estados Unidos energéticamente independiente probablemente se mantendrán en los años venideros, alterando el eje tradicional del poder a medida que el compromiso de la nación con un problemático Medio Oriente, rico en petróleo, comienza a decaer.
Es más: una fuerte caída en el valor del petróleo hoy en día podría ayudar a Occidente a saldar viejas deudas mañana sin la necesidad de medidas punitivas tradicionales; como sanciones para Estados rebeldes como Irán y Rusia, lo cual redefiniría el código de diplomacia internacional.
¿Por qué? Debido a que, a menos de 100 dólares el barril, el precio del petróleo se vuelve más eficaz que los embargos.
Con un presupuesto basado en un estimado de 135 dólares, los analistas reconocen que el bajo valor de 2014 del petróleo probablemente ha hecho que la planificación financiera de Teherán esté completamente fuera de línea.
Al tener prohibido comerciar con los principales mercados del mundo y sin acceso al financiamiento en dólares, el menguante valor de la principal exportación de Irán tiene potencial para socavar la estabilidad del régimen actual, amenazando la promesa del presidente Hassan Rouhani de proporcionar empleo y crecimiento para la población juvenil del país.
En Rusia, donde según informes el presupuesto apunta a los 100 dólares, el déficit sólo exacerbará una economía que ya está al borde de la recesión gracias a las sanciones por su incursión en Ucrania.
La nación ha renunciado a apuntalar el rublo y no puede seguir gastando sus reservas para compensar la diferencia sin propiciar un aumento en los precios al consumidor; que ya han alcanzado un alto de tres años.
La caída del petróleo no hará caer a todas las autocracias del mundo sin ayuda de nadie. Pero a partir de 2015, marcará el comienzo de una nueva era: una de la prosperidad doméstica inducida por el petróleo para Estados Unidos y un cambio en el balance energético del planeta.
La OPEP - cuya influencia ha estado decayendo durante años - será menos relevante. El petróleo será más abundante y la tecnología verde será refinada para dar a los hidrocarburos una fuerte competencia.
Si esos eventos llegan a ocurrir podría ser el momento para que la petroparanoia estadounidense llegue a su fin.