El IMSS acelera infraestructura con nuevos modelos de inversión
Luego de que en el 2012 el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) quedó prácticamente en quiebra técnica, cuatro años después el instituto invertirá 20,000 millones de pesos (mdp) para la construcción de infraestructura médica.
Fue el resultado de una mejor planeación económica, mayor disciplina presupuestal, la reducción de pasivos laborales y una mayor recaudación de cuotas, dice su director general, Mikel Arriola de 40 años. Esas líneas de acción incrementaron los ingresos 28% entre 2012 y 2015.
“A partir de 2013 se pudieron incrementar los montos en gasto en infraestructura, para este año tenemos 5,600 millones de pesos y tenemos para el cierre de la administración 20,000 millones para ampliar la penetración de los servicios del IMSS”, cuenta Arriola a Expansión en su oficina ubicada en avenida Reforma.
Con estos recursos construirán 40 Unidades Médico Familiares (UMF) y 11 hospitales.
El IMSS ha conseguido importantes eficiencias, dice Arriola. “Se logró con procesos de mejora en las adquisiciones, de revisar a la baja cosas que no eran estrictamente necesarias”, aclara el doctor en Derecho por la Universidad de Chicago.
Por ejemplo, la construcción de una UMF ahora cuesta unos 35 mdp, lejos de los 100 mdp que costaba hace tres años.
También recurrirá a la inversión de terceros mediante el uso de las Asociaciones Público-Privadas (APP). En el Presupuesto de Egresos de la Federación de 2016 se aprobó el esquema para construir cuatro hospitales mediante esta figura.
Mikel Arriola recibió un instituto financieramente estable. Su antecesor, el economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts Antonio González Anaya, consiguió sanear sus finanzas por lo que lo enviaron a Pemex para revertir su crisis.
El directivo pretende seguir las estrategias de González Anaya en el tema de licitaciones y compras. Desde 2013, el IMSS reestructuró el modelo de las licitaciones para hacerlas más amplias, atraer a más participantes y obtener mejores precios.
También utilizó esquemas como la licitación en reversa, que empieza con un precio y presiona a la competencia hasta conseguir uno más bajo. Otro mecanismo que generó un menor gasto es la consolidación de compras, una modalidad de licitación que implica unir las compras de varios actores del sistema de salud pública.
Otra vía para aumentar sus recursos fue la mayor recaudación de cuotas, la única fuente de ingresos propios. De 2012 a 2015 pasó de 19,500 mdp a 25,000 mdp, en buena parte, por más trabajadores afiliados dado el incremento en la tasa de empleo, pero también por una mayor fiscalización hacia las empresas.
“Las auditorías fueron cada vez de más precisión a los grandes contribuyentes, se plantearon mecanismos de liquidación de adeudos históricos, se combatió y se sigue combatiendo la evasión fiscal”, comenta Arriola.
“Tengo la fortuna de recibir al IMSS en una condición mucho más robusta en lo financiero de lo que se tenía a principios de la administración”, dice. El IMSS consiguió reducir sus pérdidas y su déficit bajó de 25,000 millones de pesos (mdp) en 2012 a 10,000 mdp en 2015.
No obstante, la fortuna de tener a cargo un IMSS con mejores finanzas podría ser temporal. Arriola debe mantener la disciplina financiera que lo sacó a flote y enfrentar otros desafíos nada envidiables.
El IMSS debe dar un servicio de calidad a 70 millones de beneficiados. Las malas prácticas de salud son aún motivo de descontento entre sus derechohabientes y la hacen la institución con más quejas ante la Comisión Nacional de Arbitraje Médico.
Además, debe atender el cambio epidemiológico que vive el país. “Hoy, el riesgo (financiero) se concreta en tres grandes enfermedades que explican el 70% de la mortalidad en México: diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares”, dice Arriola. En éstas se canaliza 80% del gasto en enfermedades.
El IMSS tendrá que ser un mejor administrador de sus recurso s, de lo contrario, se enfrentará al dilema de dónde obtener los que le falten, del Estado o de mayores cuotas a los trabajadores y patrones, advierte el director del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), Héctor Villarreal.
¿Y los servicios?
Los retos de Mikel Arriola, quien desde 2011 hasta febrero de este año fue titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), no sólo se concentran en las finanzas, pasan por el mejoramiento de los servicios, una queja constante entre los usuarios y lo que también ha implicado negociaciones con el sindicato.
El 60% de las quejas que admitió la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) en 2015 por alguna mala práctica médica corresponden al IMSS. Los motivos principales van desde un mal diagnóstico hasta el maltrato del personal. El año pasado, la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió 2,185 quejas contra el instituto, 650 más que en 2014.
El principal problema del IMSS es de comunicación, refiere Miguel Lezana, director de Difusión e Investigación de la Conamed.
“A los pacientes y familiares no se les dan explicaciones, no se les detalla por qué tienen el problema, riesgos, opciones de tratamiento”, agrega.
En marzo, el instituto publicó un decálogo de acciones para mejorar la atención. Entre ellas, destaca la práctica de cirugías los fines de semana para aprovechar más su infraestructura. El programa inició en mayo con operaciones de traumatología y ortopedia que representan 54% de la demanda y que realizarán cirujanos recién egresados.
Otra de las acciones pretende reducir de tres meses a un día el tiempo de espera para tener acceso a una consulta de especialidad. “El gran reto es que todas las personas que lleguen a la unidad médica sean atendidas ese mismo día, para eso se creó la Unifila”, dice Arriola y asegura que eso ocurrirá a finales de año.
Una amenaza creciente
Además de la carga que representan las pensiones para el IMSS – este año debe pagar 68,000 mdp y el pasivo total suma 2 billones de pesos que saldará en el año 2080 –, el cambio epidemiológico y demográfico de México amenazan con comprometer las finanzas del IMSS.
Actualmente, las enfermedades crónico-degenerativas, como diabetes mellitus, cardiopatías, enfermedad cerebrovascular, enfermedades hipertensivas, insuficiencia renal y neoplasias malignas, ocupan los primeros lugares de mortalidad en México. Una buena parte son consecuencia de la obesidad y el sobrepeso que padece 70% de la población adulta.
Según las proyecciones del Seguro Social, el gasto en estas enfermedades crecerá en los próximos años a una tasa promedio anual de 4% real, hasta 193,287 mdp en 2050.
“Consideramos que las finanzas de las instituciones de salud están en riesgo”, dice Fiorella Espinosa, investigadora de El Poder del Consumidor. Para que el uso del gasto sea más eficiente, el instituto debe priorizar la prevención y la promoción de la salud, coinciden los expertos consultados.
Arriola lo tiene presente. “El problema grave es que los diabéticos llegan ya diabéticos, acusan daños crónicos y ahí es donde el sistema colapsa porque los costos son muy altos”. En 2015, el gasto del IMSS en diabetes sin complicaciones fue de unos 11,656 mdp, con complicaciones, subió a 26,948 mdp.
Campañas como PrevenIMSS –revisión de peso y talla dos veces al año– son llamados a la acción, pero no son suficientes para modificar hábitos. “Debe haber un llamado a la acción más específico aunque choque con los intereses de empresas privadas”, considera Espinosa.
“El dinero mejor gastado es en la detección temprana”, coincide la investigadora del IMCO Fátima Masse.
Aumentar la recaudación del instituto a través de mayores cuotas a los patrones sería inaceptable como vía para ejercer un mayor gasto en enfermedades, pues podría afectar a muchas organizaciones, dice Sofía Charvel, académica del ITAM. Pero, advierte, si se aplican políticas de prevención correctas y certeras, el costo se reduce.
En esa ruta, recientemente el gobierno federal anunció que afiliará al IMSS a siete millones de estudiantes de nivel medio superior, un derecho que tienen desde los años 80.
“Vamos a apostar a los jóvenes para que no se materialice el riesgo que ya se materializó, de personas que pudieron haber prevenido hace 30 años”, dice Arriola.
De lo contrario, las consecuencias no son desconocidas. “Es importantísimo disminuir la prevalencia de esas enfermedades, ya que, de seguir así, nuestro sistema de salud será incapaz de costearlas en un futuro”, dice Fernando Renato Núñez Ortiz, gerente médico de PWC.
Arriola reitera que su administración continuará con la disciplina financiera del instituto. Y advierte: “Se evitará cualquier sesgo en el sentido contrario que ponga en riesgo la viabilidad del IMSS en el corto y mediano plazo”.