En riesgo, la producción de vino en Baja California
El enólogo Hugo D’Acosta llegó a Ensenada, Baja California, en 1988. Era el destino ideal para un vitivinicultor que deseaba tener una bodega en la región vitivinícola más próspera del país: el Valle de Guadalupe.
Actualmente, la región concentra casi la mitad (46%) de los cultivos de vid para vino de la entidad, con 70 casas vinícolas. Sin embargo, por la demanda creciente de agua en la ciudad, los nuevos complejos habitacionales y turísticos y de otros cultivos que consumen más agua que los viñedos, el valle se ha convertido en el más afectado por la escasez de agua en los siete valles productores de uva en Ensenada.
“El problema del agua es severo”, afirma D’Acosta, quien en 1997 abrió su propia bodega: Casa de Piedra, en ese valle a 30 kilómetros de Ensenada, que hoy padece la sobreexplotación del acuífero Guadalupe.
“La vid es de las plantas que menos agua necesita”, afirma Hans Backhoff, CEO de Monte Xanic y presidente de ProVino.
Para mantener una hectárea son necesarios 5,000 m3 de agua al año. Pero el volumen puede bajar hasta la mitad con el riego por goteo. Los productores usan este sistema en 95% de los cultivos.
“Cuidamos muchísimo el agua”, dice Jaime Palafox, vicepresidente del Sistema Producto Vid de Baja California. No es para menos. El acuífero de Guadalupe tiene un volumen de extracción de agua de 43 millones de metros cúbicos al año y una recarga de apenas 23 millones.Eso significa un déficit promedio de 200 litros por segundo.
Sin embargo, el cambio climático ha desordenado los ciclos de lluvia y sequía de Ensenada, con veranos secos y lluvias de otoño e invierno.
“El patrón estacional varía considerablemente de un año a otro, con periodos altamente lluviosos y otros con sequía”, advierte la Conagua. Además, de poco sirven las precipitaciones abundantes, pues la carencia de infraestructura impide retener el agua.
El vaso medio vacío
La falta de agua ha impedido “el crecimiento de Guadalupe como área productora de vid”, asegura Palafox.
La mitad de la producción estatal de uva le correspondería a Guadalupe, de donde los vitivinicultores han migrado a otros estados con menos presión hídrica, como Querétaro, Aguascalientes y Zacatecas.
El desabasto no es reciente. En 2008, la Conagua advirtió que “el déficit de disponibilidad” podía conducir a “una situación crítica” si no se daba “una solución integral”.
Los vitivinicultores la siguen esperando. “Estamos en la etapa del cansancio, por no decir hartazgo”, dice D’Acosta.
“Dicen que están trabajando en un plan hídrico del estado, pero no lo conocemos”, afirma Palafox.
Backhoff explica que hay al menos tres proyectos para que Ensenada deje de extraer agua del valle, pero sólo uno está en construcción: la desalinizadora que estaría concluida en 2017 y proveería de 250 litros por segundo a la ciudad.
Los otros proyectos son el acueducto Morelos, que trasvasaría agua desde Mexicali, y un emisor de aguas tratadas instalado en Mexicali o Tijuana. Ninguno ha conseguido recursos federales por ahora.
Aun sin agua suficiente, los productores de Guadalupe se las arreglan para contribuir con un negocio que crece a un ritmo de 12% al año. A esta industria “le duelen algunas partes, pero su cuerpo sigue vivito y coleando”, dice D’Acosta.
Nota del editor: Este texto se publicó en la edición 1196 de la revista Expansión, "Los Emprendedores del Año", el 1 de septiembre.