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Richard Thaler, el economista (y ahora Nobel) de lo irracional

El Nobel de Economía 2017 estuvo en México en 2015 y 'Expansión' lo entrevistó; considera que la teoría económica vive en el error porque los consumidores casi nunca son racionales.
lun 09 octubre 2017 02:25 PM
Richard Thaler es doctor en Economía, especializado en Economía Conductual. (Foto: Ramón Ruiz )
Richard Thaler El premio Nobel de Economía de 2017 viajó a México en noviembre de 2015 para participar en un encuentro de educación financiera. (Foto: Ramón Ruiz)

El estadounidense Richard H. Thaler fue galardonado este lunes con el premio Nobel de Economí a por sus estudios de la economía conductual. Expansión platicó con él en 2015 durante una visita a México y esta fue la entrevista.

A Richard Thaler lo definen como un rebelde. A lo largo de su carrera ha abogado para que los modelos económicos clásicos tomen en cuenta la conducta humana real y no los supuestos que dictan que los consumidores son seres racionales.

Por eso, desde hace más de 40 años se especializa en Economía Conductual, una rama relativamente nueva que busca ‘humanizar’ la disciplina.

Ante el rechazo de los economistas a cuestionar sus creencias, Thaler trabajó de cerca con los psicólogos Amos Tversky y Daniel Kahneman (premio Nobel de Economía 2002), creadores de la Teoría Prospectiva, que busca describir cómo las personas toman sus decisiones.

nullEl académico de la Universidad de Chicago viajó a México en noviembre de 2015 para participar en el Séptimo Encuentro de Educación Financiera de Banamex.

Ahí habló sobre la importancia de la educación financiera. Con Expansión platicó sobre la psicología de los consumidores detrás de sus elecciones y sus propuestas para una teoría económica más apegada a la realidad.

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¿En qué momento la economía dejó de pensar en los seres humanos en sus modelos?

Hasta la Segunda Guerra Mundial todavía había personas en la economía. Después, gente como Paul Samuelson comenzaron a escribir modelos matemáticos. La agenda de Samuelson era únicamente la de hacer de la economía algo riguroso. Él no pensó en sí mismo como alguien que cambiaría la economía, sino como alguien que quería hacerla más precisa. Pero resulta que los modelos más fáciles de escribir de manera matemática son aquellos en los que la gente es racional. Así que, cuando los modelos se volvieron más formales y más matemáticos, los agentes se volvieron cada vez más listos.

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Se fue creando la norma de que si los agentes en mi modelo son más listos que en tu modelo, mi modelo es mejor. Lo que yo trato de decir es que eso no es así. La manera de medir la calidad del modelo es por lo acertadas que son sus predicciones.

Pero las personas no son completamente predecibles.

La gente sí es predecible. Comete errores predecibles. Sé que si dejo la fruta antes en la línea de la cafetería, es más probable que la gente la tome. Eso es muy predecible. Pero no es consistente con la elección racional, porque la elección racional consiste en ver todo lo que está disponible y escoger lo mejor para ti, no lo primero que se te cruza. Nosotros podemos hacer mejores predicciones si aplicamos todo lo que hemos aprendido sobre las conductas humanas.

¿No es mucho más complicado?

Sí. Es mucho más complejo, pero tenemos economistas jóvenes que son capaces de trabajar en problemas complicados, pues la economía conductual ya no es algo tan nuevo.

Usted habla sobre cómo las personas toman sus decisiones y cómo con pequeños ‘empujoncitos’ pueden cambiar sus preferencias. ¿Esto se aplica a empresas y a gobiernos?

Claro. Como sabe, he trabajado con dos gobiernos (Estados Unidos y el Reino Unido). Algunos de mis colegas han trabajado también con México y depende de lo que quiera decir con “aplicar”.

Ciertamente, los gobiernos pueden utilizar estas herramientas para mejorar lo que intentan hacer. No hay duda al respecto. También las empresas.

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Hace poco publiqué una columna en The New York Times sobre lo que podríamos llamar un “empujoncito maligno (evil nudging)”. Le doy un ejemplo.

La primera reseña de Misbehaving se publicó en Londres, en el periódico The Times. Sabía que recibiría la reseña en un par de días, pero los de The Times me decían en su página que me podía suscribir por un mes pagando solo una libra. Entonces dije, bueno, estoy dispuesto a pagar una libra para poder leerlo en este momento. Sin embargo, para dejar la suscripción tenía que avisar 15 días antes. Así que la prueba gratuita por un mes era en realidad por dos semanas.

Luego, para poder abandonar mi suscripción, no podía hacerlo en línea, tenía que llamar a Londres durante los horarios de oficina londinenses y no era un número gratuito. Entre una cosa y otra, después de un mes mi suscripción se renovó automáticamente, pero a un precio de 27 libras al mes. Así que es la misma estrategia que usamos para ayudar a la gente, pero no creo que The Times esté tratando de ayudar a la gente.

Así que en aquella columna enlistaba tres criterios para un “buen empujoncito”: 1) Tiene que hacerse con el mejor interés para la persona que está recibiéndolo; 2) tiene que ser transparente y sin engaños; 3) salirse debe ser fácil, con un solo clic.

¿La economía conductual se puede aplicar para diseñar estrategias de mercadotecnia o de precios en las empresas?

Totalmente. En mi libro Misbehaving cuento la historia de un proyecto de un resort de esquí. Creo que es un buen ejemplo de cómo la economía conductual se puede aplicar a una estrategia de precios. Lo que nosotros descubrimos es que esquiar es una actividad que la gente cree que debe practicar más, eso creen cuando empieza la temporada. Nosotros decidimos vender paquetes de 10 boletos a 60% del precio normal y fueron muy populares y vendimos muchos. Pero resultó que estos compradores sólo usaron alrededor de 60% de esos boletos que vendimos.

Esto fue muy bueno para el resort, que, de otra manera, se hubiera ido a la bancarrota. Cumple con los criterios de que no hubo engaño, era completamente transparente. Pero, por el otro lado, Berni Madoff sabía cómo dar un empujoncito también. La crisis financiera empezó con gente que estaba siendo alentada a aceptar hipotecas que, en realidad, no iba a poder pagar. La gente que vendía esas hipotecas sabía que no era bueno para los consumidores, pero estaban haciendo dinero.

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¿Qué tal en el caso de la macroeconomía, sucede lo mismo con los supuestos de racionalidad?

Ésa es una de las grandes preguntas que aún no tienen respuesta de mi parte.

Al final de Misbehaving digo que espero que el próximo gran tema sea algo relacionado con lo que me pregunta. Tengo varios amigos que han sido parte del consejo de la Reserva Federal. Janet Yellen, de hecho, está casada con un economista conductual, George Akerlof.

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Los únicos modelos que usan ellos están basados en la elección racional y sabemos que esos modelos están mal. Creo que nadie realmente predijo la crisis y muchas de las estrategias monetarias (que aplicó la Reserva Federal) no habían sido utilizadas antes, no se sabía qué iba a pasar.

Críticos dijeron que la política de bajas tasas de interés iba a provocar altas tasas de inflación, pero hasta ahora no ha sucedido eso. Dijeron también que el dólar se iba a derrumbar, pero está bastante fuerte. Creo que es claro que necesitamos un nuevo tipo de teoría macroeconómica, pero la verdad no sé cómo debería ser esta nueva macroeconomía.

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Esta entrevista fue publicada en la segunda edición de enero de 2016 de la revista Expansión.

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