Astilleros, una industria que apenas se mantiene a flote
En el último espacio de tierra disponible de Puerto Progreso, en Yucatán, la empresa mexicana Diques Peninsulares (Dipensa) invierte 44 millones de dólares en la construcción de un astillero.
Contará con un muelle de 310 metros de extensión, y el dique principal ocupará 80 metros de largo (eslora). Tendrá equipo con una capacidad para levantar 3,200 toneladas, que soporta cualquier tipo de navío mercante o de la industria petrolera. La empresa también dará servicio de reparaciones a flote, en los muelles públicos en el mismo puerto de Progreso, en el que ya lleva una inversión de 10 millones de pesos.
“Será parte de un proyecto a ocho años en el que se invertirán 71 millones de dólares”, dijo a Expansión Rubén Peniche, director general de Dipensa.
Aunque México cuenta con más de 11,000 kilómetros de litorales y ocupa el lugar doceavo lugar mundial en longitud costera, Dipensa es uno de los 60 astilleros que aún sobreviven en el país, según el último registro del Inegi al 2010. La mayor parte son astilleros artesanales con poca infraestructura y dedicados al mantenimiento.
“La construcción de buques debería ser un área prioritaria para el Estado”, comentó Abelardo Esparza, director general de Navalina, ubicada en Mazatlán y una de las pocas firmas en México dedicadas a la consultoría en ingeniería naval. “Se han perdido trabajadores calificados, porque la industria ha venido a menos”, agregó.
De acuerdo con información del Inegi, la industria naval alcanzó en 2013 un valor de mercado de 3,214 millones de pesos. Para 2015, esa cifra bajó a 1,917 millones de pesos.
Falta de apoyo
Mientras en Estados Unidos hay un proteccionismo a su industria naval, en México se otorgan permisos de importación temporal de embarcaciones por periodos de hasta 10 años, señaló Mario Uribe, director general de Seni, una de las pocas firmas con contratos de construcción de buques en el país. México, explicó, cobra un impuesto de 16% a la fabricación, lo que eleva costos y hace que el cliente prefiera la importación.
Este sector también padece porque gran parte del mantenimiento de la flota de dependencias de gobierno se hace en talleres de la Secretaria de Marina, y la adquisición de grandes embarcaciones para entidades y empresas de gobierno como Pemex se realiza en el extranjero.
Un caso sonado fue el de la petrolera nacional, que a través de su filial PMI, en 2013, adquirió 51% de las acciones del astillero español Hijos de J. Barreras (Astillero Barreras), en el que a la fecha realiza la fabricación de los floteles (hoteles flotantes) que requiere la petrolera.
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Para impulsar al sector, se requiere de políticas públicas y financiamiento, señaló Esparza, de Navalina. Tan sólo en Sinaloa, afirmó, hay unos 500 barcos dedicados a la pesca de camarón, 70% de los cuales tienen más de 40 años de antigüedad y requieren ser renovados. “Pero no hay quien les otorgue crédito, y cambiar un barco requiere de un fuerte gasto en inversión”, dijo.
Según información del mercado, un barco camaronero de 24 metros de largo cuesta entre 1.5 y 2 millones de dólares. “De renovar la flota pesquera que hay obsoleta en el Pacífico, estaríamos hablando de un mercado de 1,200 millones de dólares para los astilleros del país”, señaló Mario Uribe, de Seni.
El anuario estadístico de Acuacultura y Pesca 2012 registra un total de 82,069 embarcaciones en el país, de las cuales 1,896 son barcos camaroneros y poco más de 78,000 están en el registro de pesca ribereña.