Los autopartistas dicen que Trump no acabará con el modelo exportador
La relación comercial entre México y Estados Unidos se sustenta en algo más que en una vecindad geográfica.
Al sur del Río Bravo, las empresas encuentran un costo de mano de obra cuatro veces menor que en Estados Unidos, muy conveniente para operaciones que requieren mucho personal, como la producción de arneses o la confección de fundas para asientos.
Hoy, 50% de de las autopartes producidas en México son piezas que requieren un trabajo intensivo de mano de obra, dice Óscar Albin, presidente de la Industria Nacional de Autopartes (INA).
“Todos los países desarrollados tienen uno o varios países de bajo costo en los que se apoyan para manufacturar sus productos y conseguir precios competitivos. Por ejemplo, Japón tiene a Tailandia; Alemania, Francia e Italia tienen a Europa del Este y a Turquía. Estados Unidos tiene a México”, dice Albin.
La región de Norteamérica no es la excepción. Las empresas han localizado procesos de mano de obra intensiva en México, mientras que mantienen actividades altamente automatizadas en sus fábricas de Estados Unidos.
Alrededor de 75% de los componentes que se fabrican en México se exportan a plantas armadoras en Estados Unidos y Canadá.
El fabricante de neumáticos Pirelli, por ejemplo, eligió a México para establecer una planta donde emplea a 600 personas. Tras una reinversión de 200 millones de dólares, este complejo tendrá capacidad para fabricar 7.5 millones de llantas en 2019.
“En Estados Unidos tenemos una planta muy especializada, en Georgia, que produce 400,000 llantas al año, en un proceso completamente automatizado, con robots. No es un proceso intensivo en mano de obra”, dijo Ian Coke, director de desarrollo técnico para Norteamérica de Pirelli, durante la ceremonia de celebración de la producción de 10 millones de llantas en la planta de Guanajuato.
Albin argumenta que Estados Unidos y Canadá necesitan del apoyo de un país de bajo costo, como México, para seguir produciendo automóviles a costos competitivos.
“Al final todo se traduce en dólares. Si Trump decide imponer un impuesto a las autopartes que se fabrican en México, y resulta que por eso es más barato producirlas en Estados unidos, aún así será mucho más caro de lo que cuesta hoy. ¿Y quién va a pagarle ese sobrecosto? El consumidor”, dice Ramiro Gutiérrez, vicepresidente de la división de seguridad de ZF, fabricante alemán de bolsas de aire y cinturones de seguridad.
Albin se muestra optimista ante el panorama: “No quiero caer en el desánimo, al contrario, creo que esto que está sucediendo será para reforzar a la industria automotriz que opera en la región”.