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El <i>tequilagate</i>

En ambos lados de la frontera, los empresarios vinculados al tequila deshojan amargas margaritas.
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

El tequila es tan mexicano como los grandes sombreros. Para merecer el nombre, debe ser destilado sólo de la savia de la planta de agave azul mexicano. Sin embargo, felizmente, se ha convertido en el licor favorito en Estados Unidos, país que da razón de más de la mitad del consumo en el mundo. Un gusto compartido por las margaritas a menudo puede mitigar la frecuente mezquindad en las relaciones entre los dos países. Pero ahora el tequila mismo se ha vuelto sujeto de una disputa comercial que al parecer no será resuelta con un par de tragos.

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Por el momento, 83% del tequila vendido en la unión americana es importado a granel y luego embotellado localmente. Sin embargo, el gobierno de México quiere prohibir los envíos de este tipo y exigir que el tequila sea embotellado en origen. Argumenta que esto es vital para proteger la calidad. El Consejo Regulatorio del Tequila, un organismo cuasi gubernamental, afirma tener evidencia de que los que manejan los envíos en ambos lados de la frontera han manipulado de forma indebida el producto, o peor, han mezclado diferentes variedades del aguardiente.

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Muchos estadounidenses sospechan que la jugada mexicana tiene menos que ver con control de calidad que con trasladar todos los empleos en las embotelladoras al sur del río Bravo. Desde que George Bush enfrenta la crítica por una economía que disfruta de una “recuperación de falta de empleos”, su administración está tomando estas quejas con seriedad.

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Además –dice Peter Cressy, del Consejo de Licores Destilados de Estados Unidos, un grupo industrial–, perturbar a los miembros de la organización tiene como riesgo socavar el esfuerzo enormemente exitoso que han hecho para promover el tequila. Su consumo en el vecino país se elevó el año pasado a 7.2 millones de cajas de nueve litros (con un valor de $2,800 millones de dólares en ventas minoristas) de sólo 4.4 millones de cajas en 1991. Terminar con la actividad embotelladora local podría dar por resultado precios más altos, lo que erosionaría la participación de mercado, señala el directivo. Argumenta que no hay “evidencia sistemática” de un problema de calidad.

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Ambas partes aseguran tener de su lado las reglas del Tratado de Libre Comercio de Norte América y de la Organización Mundial de Comercio. Parece que hay mucho litigio por delante. Alternativamente, México puede copiar al comercio de vino francés y persuadir a los consumidores de la superioridad del tequila embotellado en Jalisco, sobre el de las fábricas de Los Ángeles.

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