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Insuficiencia venosa

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

El homo sapiens es el único ser en la tierra que camina en posición erecta. Pero tal estado, alcanzado evolutivamente, esclaviza a su sistema circulatorio y le obliga a vencer a la fuerza de gravedad. En mayor o menor grado, todos los seres humanos son víctimas de este factor físico. Pero si usted, amigo lector, esta sujeto a un trabajo de oficina y pasa la mayor parte de su tiempo sentado, parado o en su auto, le convendrá mucho leer este texto.

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Pues bien, para continuar con la explicación, en sus extremidades inferiores el cuerpo humano cuenta con un sistema de válvulas que ayudan a la circulación sanguínea. Dichas válvulas contrarrestan la fuerza de la gravedad y alivian el peso de la columna de sangre que corre por venas y arterias, abriéndose toda vez que el corazón bombea (sístole) y cerrándose cuando el mismo descansa (diástole). De esta manera, el compuesto hemático no se regresa y la presión se distribuye de manera uniforme en el trayecto de las venas. Aproximadamente, 8% de nuestro peso corporal es sangre, pero 70% de ésta se encuentra por debajo de la altura del corazón, al estar de pie.

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Caminos cruzados. Recordemos que las arterias son, por así decirlo, la vía por la que la sangre va del corazón hacia los tejidos; mientras que las venas serían los conductos por los que ese mismo compuesto hace el viaje de regreso. Mientras que las primeras poseen paredes fuertes y una capa muscular, las segundas son más débiles y carecen de dicha envoltura.

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Ahora bien, dentro de los factores que provocan las llamadas várices (insuficiencia venosa) en este mismo espacio ya hemos mencionado los de origen físico. Pero además existen otros, como los hereditarios, en lo que cabe incluir el que una persona tenga menor número de válvulas o válvulas enfermas (válvulas insuficientes, en terminología médica). Así, la circulación se estanca (éxtasis venosa) y se hace lenta. Consecuentemente, la vena se dilata y aumenta, cada vez más, la insuficiencia.

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Existen factores de nuestra conducta que agravan el problema. Por ejemplo, la falta de ejercicio (los músculos de las piernas, con sus movimientos, exprimen la sangre de las venas y así ésta sube con más facilidad), el estar en posiciones inadecuadas por largos periodos, la edad, el tomar mucha sal, fumar y otros factores (más frecuentes entre las mujeres) como el usar ropa excesivamente ajustada, el tomar anticonceptivos y el embarazo.

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Reveladores estudios nos informan que, aproximadamente, 70% de las mujeres y 50% de los varones sufren de insuficiencia venosa en distintos grados, misma que va desde pequeñas várices incipientes, hasta várices pronunciadas,  varicosas, flebitis (inflamación de las venas), tromboflebitis, ataques cardiacos, obstrucción de vasos cerebrales o pulmonares, que pueden conducir a desenlaces fatales.

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A continuación se mencionan los síntomas descritos por la literatura médica (aunque cabe aclarar que se pueden padecer uno o varios de ellos): hinchazón de pies y tobillos; sensación de piernas cansadas, pesadas o adoloridas; venas saltadas y visibles; venas ramificadas y delgadas, de coloración azulada, apenas debajo de la piel, en tobillos y atrás o a los lados de rodillas y muslos; venas dilatadas, retorcidas o nudosas; comezón y ardor en las piernas; manchas, moretones y calambres.

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También se debe tener en cuenta que el hecho de no tener várices ahora, no garantiza el no llegar a padecerlas posteriormente, ya que pueden gestarse los factores que las desencadenan. Hay que tener cuidado.

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Cómo se evitan. ¿Cómo se puede prevenir este padecimiento? A continuación, daré algunos consejos: 1) levantar las piernas diariamente, durante 12 a 20 minutos, por encima de la altura del corazón, en posición horizontal; 2) seguir una dieta especial, supervisada por un médico; 3) realizar cotidianamente algún tipo de ejercicio ligero (bicicleta fija o móvil, natación, caminata, aeróbicos, etcétera); 4) no usar ropa ajustada (ni siquiera para hacer ejercicio, como algunas mujeres acostumbran); 5) cambiar frecuentemente de posición al estar sentado, parado o en posiciones extrañas (como al cruzar las piernas) por un tiempo prolongado; y 6) evitar fumar e ingerir sal en exceso.

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Para aquellos que ya tengan molestias, un masaje de los tobillos hacia el muslo estimula la circulación. Además, el uso de calcetines o medias especiales favorece el retorno venoso, al no ejercer un efecto de torniquete, como pasa con calcetines o medias convencionales.

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Para finalizar, existen tratamientos con medicamentos y hasta la esclerosis (taponamiento) de venas enfermas. Pero éstos ejercen, simplemente, un efecto paliativo y estético; tarde o temprano la única salida será el tratamiento quirúrgico. Intente, estimado lector, cumplir con lo que aconseja la medicina preventiva, y visite a su médico regularmente.

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El autor es médico cirujano, así como asesor médico de diversas compañías e instituciones de seguros.

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