Todos los deportes exigen agilidad y vigor en las extremidades del cuerpo. El golf, por supuesto, no es la excepción. A través del entrenamiento de fuerza –pesas y aparatos con ligas– los golfistas mejoran sensiblemente su juego y corrigen desequilibrios musculares. ¿Los objetivos? Prevenir lesiones y mejorar la sincronía locomotora del organismo.
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Con el ejercicio, los jugadores pulen el swing, estabilizan el radio (alcance) de los brazos, incrementan la velocidad al momento de subir y bajar el bastón, y aumentan las distancias de sus tiros. Algunos de los efectos más visibles del entrenamiento son:
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- Facilitar el aterrizaje de la técnica sobre la práctica. -
- Obtener una postura atlética y óptima. -
- Mejorar los reflejos y el control sobre la pelota. -
- Aumentar la condición física. -
- Conseguir un mayor nivel de concentración. -
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Cualquier ejercicio debe estar supervisado por un experto, pues sus consejos son la garantía de que el entrenamiento del golfista se ajustará a sus necesidades. De hecho, si el jugador padece de alguna molestia física, la primera recomendación será visitar al médico: el entrenamiento puede agravar su condición muscular.
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Por el momento es todo. Próximamente ofreceremos algunas rutinas atléticas que servirán para alcanzar los cinco puntos arriba citados. Hasta la próxima… ¡Fore!
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De la jerga
-Backswing: Acción de levantar el palo de golf para, acto seguido, golpear la bola.
-Birdie: Término empleado para designar una puntuación de uno por debajo del par del hoyo.
-Bogey: Vocablo que alude a la puntuación de uno por encima del par del hoyo.
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