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La industria textil, más vestida

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

La apertura comercial y los oleajes recesivos de los últimos años, detonaron un largo y difícil ajuste estructural para las cadenas productivas de la industria textil y del vestido. Tal ajuste implicó mortandad de empresas y pérdida de más de 100,000 empleos, amén del desmantelamiento y desorganización de importantes eslabones de las cadenas sectoriales.

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No obstante, una vez librada la fase más aguda de la crisis, las empresas que realizaron los cambios e inversiones para el mejoramiento de su posición competitiva y que aprovecharon las oportunidades de negocios abiertas con el TLC, comienzan a cosechar los beneficios de la nueva coyuntura expansiva que vive esta división industrial.

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En efecto, luego de varios años en los que decayó el PIB sectorial, desde el tercer trimestre de 1995 inició un re­punte de su actividad económica que persiste hasta el primer trimestre de 1996, cuando la división logró un crecimiento de 9.6% en el valor de su producción, el segundo más alto de todas las divisiones de la industria manufacturera.

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El motor de la recuperación se encuentra en el rápido crecimiento de las exportaciones. De acuerdo con las estadísticas de comercio exterior del Banco de México, la exportación de géneros y confecciones textiles en los primeros cuatro meses del año suman $669 millones de dólares, 37% más que el registro del mismo periodo en 1995 y 153% mayor que en el primer año del TLC.

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El boom exportador abarca casi todos los segmentos de la cadena productiva. Pero lo más relevante es el gran dinamismo de los segmentos de confecciones y prendas de vestir que, a tres años del acuerdo comercial, han registrado un incremento medio anual de 94%, pasando de $74 millones de dólares en el primer cuatrimestre de 1994, a $165 y $280 millones en los primeros cuatro meses de 1995 y 1996. Las exportaciones de los segmentos textiles (hilaturas, telas y tejidos) registran a su vez un crecimiento medio anual de 53% (de $86 a $167 y $203 millones de dólares en los mismos periodos), en tanto que la de fibras sintéticas presentó una tendencia incrementa de 48%, con registros de $103 a $157 y $186 millones de dólares.

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Con esto, la composición de las exportaciones se modificó. Hasta 1994, las fibras artificiales y sintéticas eran el segmento más importante, pues participaban con 39% de la facturación exportadora, en tanto que los géneros textiles representaban 33% y las confecciones 28%. A pesar de su crecimiento en términos absolutos, para 1996 la participación de las fibras y de los géneros textiles se redujo a 28% y 30% en el mismo orden, mientras que las confecciones aumentaron a 42% del total.

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Este cambio positivo en el perfil exportador con predominio creciente de los segmentos de mayor valor agregado refleja la creciente competitividad de la cadena textil. Pero queda mucho por hacer para que alcance el potencial de desarrollo que le confiere la dotación de recursos naturales y humanos del país. Existen importantes cuellos de botella que frenan su desarrollo competitivo, como la falta de financiamiento para inversiones en maquinaria y capital de trabajo; la lenta recuperación del mercado interno; falta de liquidez e insuficiencias en la oferta nacional de insumos y de personal de alto nivel técnico y con habilidades para el diseño de nuevos productos, estilos y materiales.

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Junto a esto existe desabasto y poca cooperación y articulación en los diferentes niveles de la cadena, donde los segmentos proveedores de fibras, hilaturas, telas y tejidos, al igual que los segmentos superiores (canales de distribución), poseen una concentración oligopólica que merma la capacidad de negociación de los segmentos de empresas confeccionistas caracterizados por su gran número y predominio de las pequeñas empresas, además de que muchos de ellos no cumplen con las especificaciones idóneas de productividad y calidad. Así pues, el desarrollo de las aptitudes de la cadena textil y del vestido dependerá de la instru­mentación de las políticas de fomento industrial anunciadas en el Programa Nacional de Política Industrial y Comercio Exterior, así como de la recuperación de la demanda en los mercados internos y, en modo especial, de la cooperación entre los segmentos de la cadena productiva.

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