La exposición de Marín está integrada por siete series: con ello quiere decir el artista que ha formulado un conjunto de pinturas relacionadas “por un mismo tema o un motivo visual, común a todas las obras que la integran”, y cinco “proyectos” que intentan “desarrollar un concepto visual concreto mediante diferentes arreglos de las obras que los integran”.
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Después de saborear los acertijos que implican estas propuestas, el público debe hacer espacio en su mente para dar cabida a la enorme cantidad de pinturas que le presenta este pintor tan original. Son 600 piezas y, por si no bastara, se acompañan de un video y un diaporama.
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En el catálogo se explica que “Manuel Marín no pinta lo que está allí afuera, lo que podemos ver cotidianamente, como pudiera ser una palmera, una puesta de sol, una figura o las nubes. Todo esto puede estar, pero él busca develar lo oculto que tienen y desde mi punto de vista lo hace a través de una paradoja...”
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Dése una vuelta al Museo de Arte Moderno, en la Sala Antonieta -Rivas Mercado, y experimente con toda inocencia los “horizontes cuadrados” de este pintor nada sencillo.