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Oro no es, planta no es...

Sin ser una opción del todo despreciable, el mercado de metales preciosos se ha convertido en un re
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Sujeto hasta los gramos por los vaivenes y precios mundiales, el mercado de metales es una prueba más de que no todo lo que brilla es oro. Por su naturaleza, su comportamiento está condicionado a los caprichos y sentimentalismos de los inversionistas internacionales.

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El crecimiento fuerte y constante que mostraron las economías del mundo –antes de los efectos samba y dragón– ocasionó que todas las expectativas de auge financiero en los mercados de capitales fueran superadas. Esto provocó que la demanda por los metales disminuyera con su consecuente caída de precios, lo cual validó la profecía de los analistas en 1996: “Si no formas parte de los productores, mejor no inviertas en metales porque caerás”, habían dicho.

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Los cada vez más numerosos apostadores por la globalización trasladaron sus recursos a países que ofrecieron superiores condiciones de rendimiento. Aunque no muy seguros, los mercados accionarios recibieron carretadas de recursos, lo que sobrevaluó el valor de los títulos en juego.

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Sin embargo, la euforia de los inversionistas terminó cuando la torcida brasileña sacudió sus bolsillos con el anuncio de una potencial devaluación del real. Más tarde, Hong Kong arremetió contra las economías mundiales y, sin pensarlo dos veces porque para sustos ya eran muchos, los manejadores de fondos, inversionistas patrimoniales y uno que otro particular trasladaron sus divisas a mercados “más nobles”.

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“En época de inestabilidad financiera mundial, uno de los refugios preferidos por los inversionistas y especuladores es el mercado de metales, con el oro como su pariente consentido. Si lo aterrizamos en México, bajo esa circunstancia el centenario se convierte en una muy buena opción para invertir”, señala Mireya Gómez, analista de Bursamétrica Management.

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Sin contradecirla del todo, los especialistas de Banorte y Santander Investment creen sin embargo que los precios del oro y la plata están muy deprimidos y no van a repuntar en el corto plazo, por lo que recomiendan otros instrumentos de inversión. No obstante, reconocen que en caso de que surgieran mayores problemas financieros en los mercados internacionales el valor y sentimiento por los metales aumentaría.

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“Cuando el Ministerio de Finanzas de Suiza no apoyó el planteamiento de su banco nacional para vender 1,400 toneladas de sus reservas en oro a partir de 1998, los futuros de los metales preciosos cerraron con un impresionante empuje al alza. Ese día, el oro pactado a diciembre de este año terminó en $316.40 dólares la onza”, recuerda un especialista de Banorte.

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En esta misma línea, la consultoría CPM Group, con sede en Nueva York, afirma que una mayor actividad en la operación de los futuros y un renovado interés de los inversionistas por participar en el mercado de metales han generado una ligera variación positiva en su desempeño mensual.

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Ese inusitado cambio de tendencia esbozó un escenario de $328.80 dólares la onza de oro para el cierre de 1997. Sin embargo, una vez que se comprobó lo exógeno de ese comportamiento, se regresó el precio objetivo a $320 dólares la onza.

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Respecto de la plata, CPM Group señala que luego de romper el 29 de septiembre pasado su resistencia de $5 dólares por onza de plata, gracias al precio de $5.12 dólares registrado al término de esa jornada, el metal blanco no validó la tendencia alcista y se convirtió tan sólo en un ajuste provocado por las variaciones que se registraron de acuerdo con los niveles de los inventarios internacionales.

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Los expertos de la consultoría neoyorquina coinciden con los analistas mexicanos: “En el mercado de metales, la fuerte demanda que generaron Estados Unidos y Europa a raíz de los disturbios financieros que se iniciaron en la región asiática, reactivó el consumo e interés de los inversionistas por este mercado, aspecto que impulsará el crecimiento de sus precios hasta el último trimestre de 1997”.

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Para el próximo año, Goldman Sachs advierte ciertas contingencias que, una vez más, tienen origen en el ámbito internacional y afectarán los precios del centenario, azteca, hidalgo, oro en lingote y onza troy de plata, entre otros.

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La tendencia general será que el crecimiento de la economía mundial será muy lento, lo cual afectará la liquidez de los mercados, lo que a su vez disminuirá los niveles de la demanda para todos los metales y, con ello, un abaratamiento de los precios.

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No obstante, podría haber una leve apreciación durante 1998, pues a pesar de todo se observa un rezago importante en el valor actual, que no está acorde con las expectativas del mercado. Así, la intensa actividad de los participantes en operaciones con futuros propiciaría que se alcanzara de una manera muy rápida la mayoría de las resistencias técnicas en varios metales. Pero esto no debería durar: en cualquier momento del año los precios podrían volver a caer debido a una falta de sustento en inventarios o a previsiones económicas realistas.

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Sobre estas bases, dice finalmente Goldman Sachs, las posibilidades de que se genere un escenario óptimo de crecimiento e inversión en el mercado de metales son limitadas durante los próximos 12 meses. Así pues, los relucientes servirán más como refugio para evitar posibles pérdidas, pero en muy poca medida para ensanchar de forma significativa las ganancias.

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