Remedio sindical
Desde su campaña presidencial, Vicente Fox se comprometió a impulsar una reforma que incrementara la flexibilidad del mercado laboral y promoviera la democracia sindical. Pero este propósito sigue en la lista de “reformas estructurales pendientes”.
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El PRI, buena parte del empresariado mexicano y los sindicatos oficiales coinciden en aumentar la flexibilidad laboral, pero temen los efectos de la democratización sindical. Mientras, el PRD y los sindicatos independientes piden democratización pero no están dispuestos reducir las prestaciones.
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Algunos casos de México y otros países donde se respeta la libertad de asociación, sugieren que el fortalecimiento de la democracia sindical aumentar la flexibilidad laboral y promover mejor distribución de los beneficios de la globalización.
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El Sindicato Independiente de Volkswagen México negoció en 2003 una rebaja de salarios, prestaciones y de la semana laboral (tres días de descanso por cuatro de trabajo), a fin de evitar el despido de 2,000 trabajadores, en respuesta al desplome en la demanda mundial de automóviles. Fue la primera vez en la historia del país que se firmó un pacto de esta naturaleza, que reflejó una gran confianza de los trabajadores en sus líderes sindicales, que fueron electos democráticamente. Esta experiencia contrasta con la del sector maquilador, donde como no se flexibilizan los salarios a la baja, provocó el cierre de plantas en los últimos años.
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Hace tres años, los trabajadores de la fábrica Kuk Dong (ahora Mex Mode), ubicada en Puebla, establecieron el primer sindicato independiente del sector maquilador, reemplazando al de la CROC-FROC que operaba como sindicato de protección. El nuevo sindicato gracias a la presión que ejercieron sobre la fábrica ONGs, Nike y Reebok a raíz de que se documentaron violaciones a los estándares laborales internacionales incluyendo la libertad de asociación. Nike y Reebok, clientes de Kuk Dong, intervinieron para cumplir con los códigos de ética corporativa que suscribieron en respuesta a las críticas que han recibido por sus prácticas laborales, donde se comprometen, entre otras cosas, a impulsar la libertad de asociación en toda su cadena productiva. Desde entonces las condiciones laborales mejoraron y la viabilidad de la empresa no está amenazada a pesar de la crisis que vive el sector maquilador.
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Por su parte, países como Noruega, Suiza y España han logrado un equilibrio sano entre desarrollo económico y distribución del ingreso, y los sindicatos democráticos juegan un papel crucial, negociando políticas redistributivas y ajustando las prestaciones laborales a los ciclos económicos. También destaca el caso de Kerala, una provincia india de 31 millones de habitantes, en la que los sindicatos están presentes en todos los sectores de la economía y donde se ha logrado impulsar procesos redistributivos de gran magnitud (como aumentos salariales y sistemas de pensiones), al tiempo que se realizaron reformas para flexibilizar el mercado laboral en momentos de recesión económica. En Kerala, los índices de mortalidad infantil, analfabetismo y esperanza de vida están más cerca de Estados Unidos que del resto de India.
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Estas experiencias contrastan con las recomendaciones del FMI y del Banco Mundial en torno a la necesidad de impulsar reformas laborales que flexibilicen los mercados laborales y limiten el poder de los sindicatos. Estas recomendaciones se basan en el análisis económico neoclásico que se cree que los sindicatos tienden a imponer primas salariales excesivas que generan desempleo, limitan el crecimiento económico e inhiben la inversión. También se advierte que los contratos colectivos reducen el margen de maniobra de las empresas para afrontar crisis económicas o caídas inesperadas en la demanda e incrementan el costo de pertenecer al sector formal de la economía, por lo que pueden estimular la informalidad.
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Otros economistas neoclásicos dicen que los contratos colectivos y la estabilidad laboral fomentan relaciones de mayor cooperación y confianza mutua entre trabajadores y empleadores. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, argumenta que la estabilidad laboral puede contribuir al crecimiento de una economía que estaría caracterizada por confianza mutua, incrementos en productividad y salarios altos.
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La democracia sindical y la libertad de asociación promueven la institucionalización de la negociación colectiva como instrumento legítimo para administrar conflictos de interés y distribuir los costos de las recesiones económicas. Así se minimizan las tensiones sociales cuando los contratos colectivos deban ajustarse.
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Pero ninguno de estos efectos pueden asociarse a la presencia de los sindicatos. El impacto de éstos sobre una economía depende de la calidad del conjunto de instituciones laborales que regulen la interacción (y las que resulten de la interacción) entre trabajadores organizados, empresarios y Estado.
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El marco regulatorio de los sindicatos en México aún impone restricciones significativas al desarrollo de otros nuevos y las elecciones sindicales carecen de transparencia. La falta de una competencia sana entre sindicatos ha generado incentivos para la corrupción y los intereses de los trabajadores no siempre han sido representados. Sin embargo, los independientes, que han surgido en respuesta a la pérdida de legitimidad de los sindicatos tradicionales, son minoría en el sector productivo del país y, frecuentemente, son objeto de acoso y represión política. Para que se consolide un movimiento sindical legítimo en México se requiere un entorno institucional que favorezca la democracia sindical y promueva una competencia sana entre sindicatos.
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Si el gobierno federal optara por impulsar la democracia sindical, incluso antes de aprobar una reforma laboral más amplia, podría fortalecer los mecanismos de interlocución entre los trabajadores, los empresarios y el gobierno, generando un ambiente más propicio para que sindicatos legítimos negocien una reforma laboral que aumente la flexibilidad de los mercados laborales.
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Entre los cambios que podrían fortalecer la democracia sindical destacan la eliminación de las cláusulas de exclusión, la creación de un registro independiente de sindicatos y, sobre todo, la imposición de mecanismos para garantizar el voto libre y secreto en elecciones sindicales. La mayoría de estos cambios no requieren reformas constitucionales y las reformas a la Ley Federal del Trabajo podrían aprobarse mediante una alianza entre el pan, el PRD y el PVEM.
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Si el gobierno considera urgente aumentar la flexibilidad laboral, puede buscar un acuerdo entre el PRI, pan y los sindicatos oficiales. Éstos últimos podrían aceptar una mayor flexibilidad laboral sin democracia sindical para aumentar la competitividad de México con base en la mano de obra barata. Pero esto debilitaría a los sindicatos independientes y podría aumentar la tensión social si los trabajadores afectados deciden recurrir a vías menos institucionales para expresar su descontento.
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Lo que el país requiere es flexibilidad negociada, y no una flexibilización impuesta por el dogmatismo neoliberal.
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* Profesora en el Departamento de Ciencias Políticas del ITAM.