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Víctor Manuel Terrones, de Canacintra.

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Administrador de empresas (UNAM), Víctor Manuel Terrones López preside la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en uno de los momentos más severos para la actividad fabril mexicana. Este capitalino con maestría en Administración (ITESM) ha dedicado buena parte de su actividad profesional a la rama petroquímica. En su currículo asoman con insistencia palabras como aceites, petroquímica, química, además de su participación en la propia Canacintra desde hace varios años.

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Terrones López no oculta su entusiasmo al hablar del tamaño, pluralidad y complejidad de Canacintra. "Somos la cámara que más servicios da en este país, la que más capacitación da, la que cuenta con más instrumentos de apoyo adicional, y casi todos regalados." Entusiasmado, se ufana de la representatividad de esa agrupación. Sobre este polémico asunto, argumenta: "Si Canacintra no tuviera la representatividad que tiene, no tendría 79 delegaciones, ni 13 subdelegaciones, ni 100 oficinas en el país". Sin embargo, se queja de que esta cámara que da cobijo a un total de 115 sectores y ocupa una inmensa mole de concreto y cristal en las esquinas de Patriotismo y San Antonio en la ciudad de México tiene un "gran defecto".

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¿Y cuál es ese gran defecto?
Que tratamos de hacer muchas cosas por los industriales y logramos muchas, pero a veces no sabemos hacer trascender los sistemas y herramientas que tenemos.

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En estos momentos no hay organismo en México que tenga la capacidad y cantidad de servicios que actualmente estamos ofreciendo. Tenemos, por ejemplo, la ventanilla única de servicios que tiene cuatro años de operar, con una extraordinaria eficiencia; es la más grande y la que mejor opera en todo el país. Estamos atendiendo a miles, pero podíamos atender todavía a mucho más. Tenemos un departamento de comercio exterior y un área de apoyo internacional.

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Todo está diseñado y enfocado a dar servicio, promoción, soporte y más que nada representatividad al industrial. Sobre todo, a ese mediano y ese pequeño que se anda debatiendo diariamente entre la vida y la muerte empresarial. No sé si alcancemos a obtener todos los logros que él espera, pero le puedo garantizar de que en algo le vamos a ayudar y orientar. Lamentablemente no está en nuestras manos resolver el problema integral.

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Pasando a otra cosa, en esta situación de crisis, ¿cuál es el diagnóstico de Canacintra sobre los problemas de la economía del país?
Estamos pasando por un problema coyuntural muy delicado nunca antes visto en esta sociedad, y que nace en un esquema de crisis financiera. El problema hay que verlo desde su raíz. El error de diciembre no es de 1994, sino de 1988, cuando realmente hubo una ausencia total de apoyo, de estímulo, de fomento y, por qué no decirlo, de la defensa de los sectores industriales.

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Después de haber ingresado al GATT y a un esquema de globalización, a cambio de nada, México empieza a tener cada vez mayor participación en los mercados globales, y cada vez los productos extranjeros empiezan a penetrar. Se crea un gran problema cuando hay un proceso de sobrevaluación de nuestra moneda, en el cual llegamos a subsidiar a los empresarios y a los trabajadores extranjeros. ¿Para qué? Para lograr una inflación de un solo dígito. Yo estoy desde luego en contra de la inflación, no podemos aceptarla como principio económico, pero el costo fue demasiado para la industria y el país.

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De las cadenas productivas que con anterioridad estaban adecuadamente integradas dentro de los mercados nacionales, no conozco una que no haya quedado en alguno de sus eslabones fracturada, a través de una gran dependencia de materias primas extranjeras. Esto nos ha creado un problema sustancial.

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Recuerdo cuando decían a principios de año que ésta era la gran oportunidad para recuperar los mercados y participar fuertemente en las exportaciones. Sí y no. El problema es que al tener esos eslabones rotos y tener que depender de materias primas extranjeras, paulatinamente los productos mexicanos van a tenerse que nivelar con los productos extranjeros y perderemos el grado de competitividad que nos dio la devaluación. Hay que tener mucho cuidado en ese sentido. Tenemos que regresar a lo principal: a que podamos ofertar la mayor cantidad posible de productos a los niveles de calidad internacional, pero con la mayor cantidad de materias primas nacionales.

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Esto es altamente complicado. No podemos construir una muralla china alrededor de nuestro país. Es más, nunca la tuvimos, pero sí necesitamos eslabonar todo un proceso, una política industrial.

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Qué bueno que la sociedad ha ido adquiriendo esta conciencia y ha ido participando. Cada vez hay más gente que habla de ello y hoy el presidente de la república reconoce la necesidad de tener una política industrial que sea verdaderamente promotora, que tenga la capacidad de ser competitiva a nivel internacional. Todos los países del mundo tienen una política industrial. A través de ella buscan captar inversiones.

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Tenemos que hacer un análisis muy serio -existe por parte de nuestra cámara- de lo que ofrecen otros países. No muy lejos, nuestros vecinos del norte casi hasta regalan los terrenos y otorgan una serie de subvenciones de carácter municipal y estatal para atraer esas inversiones. Tenemos que ser altamente competitivos en ese sentido. También en el sentido fiscal, de las relaciones humanas, de la cultura laboral. Nos falta un gran trecho para que México pueda llegar a ser un país donde la inversión extranjera nos tenga en una posición prioritaria en su toma de decisiones. No es fácil. Me preocuparía mucho que no hiciéramos nada. Sabemos que hay una serie de proyectos por parte del gobierno federal, lo hemos reconocido públicamente, como el Consejo Mexicano de la Competitividad y la Productividad, como el Consejo Nacional de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa, como el Consejo Asesor Fiscal, en la que ya hemos visto resultados interesantes.

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Es preferible que vayamos caminando a que intentemos correr. Que este caminar sea sólido y que la autoridad esté consciente de la problemática que se está viviendo. Y que nosotros también podamos saber expresar y llevar ante la autoridad estos problemas pero también nuestras soluciones.

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Recientemente, ha habido señales de una relativa mejoría en la economía. ¿Ya pasamos lo peor? ¿Hacia dónde vamos?

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Sería miope no ver resultados de carácter macroeconómico muy interesantes. La balanza comercial al fin del primer cuatrimestre ha resultado favorable en N$1,400 millones de nuevos pesos. Es una muy buena noticia, si lo comparamos con el déficit de N$5,300 millones de dólares de hace un año.

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De ninguna manera podemos cantar victoria. Tenemos que saber bien cuál es nuestra propia capacidad como país y como factor micro económico para poder determinar dónde está el punto más delicado. Lo más delicado lo estamos viviendo en junio, julio y quizá agosto.

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El problema número uno de la industria mexicana, en este momento, es el financiero. En una reciente encuesta que realizamos, 72% de los industriales se refería a que su principal problema era el financiero, y el número dos era el fiscal, con 12%. Independientemente de que hay que hacer todo un cambio de la política fiscal, esto es una resultante de que la gente no puede pagar sus impuestos, y es resultante también de lo financiero. Si los sumamos estamos hablando de 84%. Es un problema muy grande y se están haciendo muchos esfuerzos, pero no están reflejándose en los resultados. La banca tiene que persistir y agudizar sus esfuerzos en el esquema de reestructuración. No dudo de la gran voluntad de los grandes directores de los bancos, pero no está trascendiendo a los niveles medio s y bajos de la banca nacional.

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Hemos encuestado también a los gerentes y ejecutivos de varias instituciones y hemos encontrado que hay una muy baja cultura en el tema de los UDls; no han recibido la información adecuada, la capacitación y, todavía peor, los que sí los están promoviendo, están pidiendo muchas garantías adicionales. Están pidiendo 12 a 19% de tasa real, cuando el mercado de UDIs se ha diseñado para que estén manejándose no arriba de 10%.

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Eso es muy delicado. Todo el esfuerzo macro al no llegar a lo micro, simple y sencillamente se va a diluir en unos cuantos meses.

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¿Cuál es, por ponerlo de alguna manera, su recuento de los de años producidos por la actual crisis en el sector industrial?

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Lamentablemente, no tenemos cifras. El dato de registro que tenemos se da precisamente en el primer semestre del año y no ha culminado; necesitamos compararlo con los datos del año pasado.

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Pero aún así, la gente está luchando y no se deja abatir. Cuando una empresa tiene problemas, lo que menos quiere es que se divulgue. No existe información; la cultura de la información en el país es incipiente, pero estamos trabajando de tal manera que en breve podamos tener una comparación. Estamos trabajando con una muestra de nuestros asociados, para que nos digan sus estados financieros comparados, su posición cualitativa y cuantitativa: cómo se encontraban en diciembre de 93, en diciembre de 94 y en mayo de 95. En función de eso, vamos a saber por sectores, por tamaños y por regiones, cuál ha sido el comportamiento, el costo financiero y de mercado y de plazas laborales.

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De acuerdo con la información que proporciona INEGI, cerca de 24% de los desempleados en este periodo han sido de la industria de la transformación.

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¿Es cierto que la industria mexicana está trabajando al treinta y tantos por ciento de su capacidad instalada?

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El año pasado la industria traía un proceso de deterioro muy fuerte, muy grave. La industria llegó terriblemente debilitada a esta crisis, por la apertura comercial principalmente, y porque no se pudo conformar el año pasado un esquema de reestructuración de las carteras vencidas de la industria, aparte de la falla del cupón cero.

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Veníamos hablando de la necesidad de que a la industria se le diera apoyo, de que requería un proceso de reconversión. Una de las grandes diferencias en esta crisis, a diferencia de otras, es que la industria llegó muy debilitada. En otras ocasiones no tuvo ese problema tan serio. Los mercados se habían mantenido dentro del territorio nacional y en cambio ahora ya traíamos un proceso muy serio de descapitalización y de baja utilización de la capacidad.

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Dado que no a todo mundo le ha ido igual, ¿cuáles son los sectores más afectados?

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En términos generales -porque inclusive en los mismos renglones perdedores siempre habrá nichos con empresas que brillan por sí solas-, el más difícil, el más golpeado, es el sector muebles. Otro que viene arrastrando una caída terrible desde hace 10 años es el de bienes de capital, un sector que desde mi punto de vista es estratégico, conjuntamente con medicamentos y medicinas. Bienes de capital es gran parte de asimilación tecnológica. Un país sin capacidad de generar sus propios bienes de capital en una parte mínima, va a tener siempre dependencia tecnológica.

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Un sector que hasta el año pasado tuvo problemas muy serios fue el de autopartes. Algo interesante es que después que firmar el TLC, el sector automotriz tiene unas expectativas impresionantes. Está creciendo y va a crecer más todavía. Lo que está sucediendo es que las grandes armadoras están ya importando autopartes de sus propias empresas. El fabricante de autopartes nacional quedó desplazado. Ahí, por ejemplo, lo que estamos haciendo es la búsqueda de alianzas estratégicas con fabricantes de autopartes internacionales que puedan entrar a ciertos nichos.

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¿Y cuáles son los sectores que mejor se defienden?

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El sector de alimentos se ha defendido razonablemente. No quiero decir que sea un sector ganador, simplemente se defiende.

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Una parte del sector químico, a partir del año pasado, empezó a crecer porque hubo una reactivación de los precios internacionales de los químicos. A partir de noviembre de 93 empezaron arepuntar, en 1994 repuntaron y se recuperaron. El sector químico mexicano puede tener un nicho de desarrollo muy interesante, sobre todo si sabemos eslabonarlo adecuadamente a la producción petroquímica. Puede desarrollarse muy fuertemente o simplemente desaparecer. Serán muy importantes las decisiones que tome el gobierno mexicano próximamente, porque existe la tendencia a que la petroquímica secundaria se venda. Si se vende a empresarios mexicanos o se bursatiliza, como lo hemos propuesto nosotros, tendría una buena trascendencia. Pero si fuese vendida a empresas internacionales, a lo mejor éstas en lugar de estar comprando plantas petroquímicas, adquieran un mercado y cierren las plantas. A mí me daría un gran temor que esto sucediera pues quedaríamos en una total y automática dependencia del exterior. Lamentablemente la industria mexicana está en su momento de mayor debilidad, pero hay que intentarlo. Hay buenos capitales en México que podrían acceder a este esquema, antes de buscar la venta total hacia las trasnacionales.

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¿Qué opinan de la conducción del actual gobierno en materia económica? ¿Cuál es su posición ante el Plan Nacional de Desarrollo?

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Entra un gobierno y se enfrenta a una crisis que nace como de carácter financiero, y se enfrenta a un problema muy difícil, de trascendencia internacional. Sabemos que no tiene muchas barajas en esta jugada y que tiene que hacer el mejor de sus esfuerzos para enfrentar esta problemática.

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El gobierno no tiene que resolver todo el problema. Es un problema de la sociedad, todos tenemos de una u otra forma que participar: trabajadores -son los que más han ayudado en este esfuerzo-, empresarios, industriales... La solución, a final de cuentas, tiene que ser de la sociedad civil. Estamos por culminar lo más difícil, pero va a ser lo más complicado, tenemos que mantener muy unida ala nación. Se vale la crítica, siempre y cuando también haya propuestas y compromisos, pero propuestas viables, fundamentadas en la realidad.

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Me encantaría que, por ejemplo, se estuvieran construyendo 10 millones de casas, pero sería una utopía, vamos a hablar de que tenemos potencial y que esto puede permitir una elevación del empleo, aunque sea temporal, porque va a generar demanda...

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Dentro del Plan Nacional de Desarrollo hemos hecho una serie de propuestas. Hemos aportado algo sustantivo y el Plan recoge muchos de los planteamientos para iniciar el cambio estructural.

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Por lo menos, ya no son impuestos este tipo de documentos…

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En el ámbito económico vemos que hay mucho de lo que nosotros propusimos. Hicimos un ejercicio para ver cuáles fueron las propuestas de Canacintra y cuáles salieron en el PND. Esto, a fin de que nuestras bases estén conscientes de que lo que se propuso fue asimilado; que es importante que, aunque no veamos luz en el corto plazo, se están recogiendo nuestros planteamientos y que tenemos que esforzarnos más para que dichos planteamientos no queden en un plan, sino que puedan instrumentarse en los diferentes modelos de acción política y de acción económica que el gobierno tiene que hacer.

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Uno de los puntos más relevantes, y a mí me tiene muy satisfecho, es en cuanto al ahorro interno. Habíamos estado hablando todo el año pasado sobre el ahorro interno y a veces sentíamos que predicábamos en el desierto. Cada vez se fueron sumando más y más organismos. El documento que entregó el Consejo Coordinador Empresarial hace un análisis muy importante al respecto. En el PND se ve que sin ese sustento de la generación del ahorro interno, cualquier esfuerzo que hagamos tarde o temprano se nos va a caer.

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Es una pregunta que mucha gente se hace: ¿Por qué falla, por qué cada seis años volvemos a lo mismo...? Porque sustentamos nuestro desarrollo en el ahorro extremo y éste, conforme vamos adquiriendo más ahorro externo, va incrementando su costo, pues hay un mayor riesgo por parte de la comunidad financiera internacional; llega un momento dado en que esto tiene un fin; se cortan los recursos y se cae nuestra economía.

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¿Qué tenemos que hacer, sin olvidar que necesitamos del capital extranjero? Necesitamos generar nuevamente el ahorro interno. Esta generación se da por la vía fiscal y por la vía financiera y una tercera, donde seguimos exponiéndonos, a través de las exportaciones. A través de ellas podemos generar más fácilmente este ahorro interno.

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Para que quede ahorro interno, necesitamos que se encauce a través de dos personas: la física, a la cual le tenemos que dar más empleo, mejor retribución y menores impuestos, y a la persona moral, a la cual tenemos que reducirle los impuestos que gravan su operación y que no le permiten tener utilidades.

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Si logramos en ambos paulatinamente ir generando y crecer prácticamente de los niveles pobres que tenemos ahorita, entonces sí tenemos capacidad de generar un país con expectativas sanas, porque nos lo demandan los trabajadores y la sociedad. No hacerlo, no tener esa visión de largo plazo de la generación de ahorro interno, simple y sencillamente es estar en esquemas económicos de cielos virtuosos que caen en lo vicioso. Necesitamos ya como país caer en un círculo virtuoso que vaya paulatinamente creciendo y desarrollándose a sí mismo.

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Pero hay que ir más allá en los planteamientos del PND...

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Tenemos que anclarlo. El Plan es un marco general, es un gran paraguas donde tenemos que cobijar una serie de instrumentos de políticas específicas, que son 32, y tenemos que convertir en políticas sectoriales.

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La siguiente fase es ésa...

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Es esa, anclarla y establecer dos panoramas de acciones. Una visión macro y de largo plazo, que es el cambio estructural de la nación, y otra continuar buscando los planes o políticas ante la crisis. No podemos olvidarnos de ninguna de las dos.

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En cuanto a créditos, ¿sienten que efectivamente la banca de desarrollo está haciendo el esfuerzo que requiere la empresa?

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La banca de desarrollo tiene un problema muy serio. No tiene recursos suficientes para enfrentar la problemática nacional. La banca de desarrollo tiene que cambiar en su visión estratégica. Debe ser más agresiva y menos ortodoxa.

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La banca de desarrollo tiene una responsabilidad muy grande. Tiene que redimensionarse, pero no lo puede hacer si carece de recursos suficientes por parte del erario. Quiero hacer una aclaración: ese 72% del que hablaba de empresas con problemas financieros, quiere decir que ése es su problema más importante. Otro dato importante: Solamente 1.55% dijo no tener deudas con bancos. 98.5 % tiene pasivos con bancos de una muestra de 300 empresas del país. ¿Quiénes han solicitado reestructuración? 59% la ha solicitado; los demás no tienen problemas.

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¿Cuál es su postura ante posibles cambios en la ley laboral mexicana?

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Todas las leyes tienen que irse adaptando a las nuevas condiciones de la nación. El país ha avanzado en forma dramática en los últimos años. Necesitamos trabajar más en una cultura laboral que en estar viendo el cambio del artículo X o Y. Esto tendrá que darse en su momento y estamos preparados. Canacintra hizo una propuesta hace seis años de un cambio de la ley laboral, es un documento que ahora está en el congelador. No estamos dormidos, pero tenemos que ser cuidadosos en los tiempos de aplicación de una ley tan importante en la relación nacional. Son modificaciones que de una forma u otra generan interactividad y pueden despertar circunstancias que en el momento económico y político no serían lo mejor.

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Esto tenemos que promoverlo junto con los sectores adecuados, con las grandes centrales sindicales. Existen convenios firmados que nos permiten a empresas y sindicatos ir más allá de lo que la ley establece. Nosotros estamos pensando más en la modificación a través de la praxis, que a través del ordenamiento jurídico. Si podemos hacer cambio en la praxis y demostramos que ese cambio puede darse, la modificación legal puede ser muy sencilla y no va a ser por un choque.

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