Por qué te conviene poner a tus empleados a meditar
Dejar que tus empleados mediten cuesta menos que tenerlos estresados, pero sentados en su lugar. Es lo que han descubierto empresas como Google, Ford o General Mills, y es el tema que aborda David Gelles en su libro Mindful Work.
“No es que la meditación sea la panacea”, explica el autor del libro reseñado por la revista Expansión del 22 de marzo de 2015. “Ni cinco horas de meditación desaparecerían los problemas entre colegas ni la carga de las responsabilidades laborales”.
Sin embargo, Gelles, reportero de The New York Times y practicante de la meditación desde hace 15 años, asegura que sí es útil para lidiar mejor con la adversidad. El periodista cuenta cómo la meditación pasó de ser una práctica hippie en Occidente a objeto de investigación de neurólogos y psiquiatras.
Aunque los budistas e hinduistas practican la meditación desde hace más de 3,000 años, no fue hasta la última década que la práctica empezó a popularizarse en el mundo corporativo.
Hoy, gracias a la tecnología, es posible ver qué partes del cerebro se activan durante la meditación. Estos hallazgos reafirman la tesis de que sus beneficios van más allá de lo espiritual y lo religioso.
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Y quizá no sorprende que Google —que permite a sus empleados llevar a sus mascotas a la oficina, tiene un tobogán, una piscina y una sala de videojuegos para que sus empleados se distraigan aun en horas laborales— haya sido una de las primeras firmas que puso a los empleados a meditar.
Es lógico para una compañía de tecnología de Silicon Valley, el lugar que tuvo al primer CEO meditador, Steve Jobs.
Lo que sí asombra es que compañías centenarias y tradicionalistas, como Ford o General Mills —conocidas por su enfoque en la eficacia y la eficiencia—, dejen que sus colaboradores conviertan las salas de juntas y las plantas de producción en templos para la meditación.
No es un acto de buena voluntad; les conviene.
Flexible en la yoga y en las juntas
Las personas pasan una tercera parte de su día en el trabajo. Por eso, no es raro que sea el lugar donde experimenten más momentos de frustración y ansiedad.
Los empleados sufren y las compañías lo pagan. Hay estimaciones de hasta 300,000 millones de dólares anuales por ausentismo, baja productividad, rotación de personal y servicios médicos de colaboradores estresados.
La meditación institucional es una forma de revertirlo.
Gelles no sólo habla de la tendencia de ofrecer sesiones gratuitas de yoga o retiros de meditación para empleados. El hallazgo principal del autor es que todas estas iniciativas, desde el Mindful Leadership, de General Mills, hasta el ambicioso Search Inside Yourself, de Google, surgieron de ejecutivos de la alta dirección que meditaban y decidieron compartir la práctica con todos los miembros de sus organizaciones.
Gelles muestra cómo los líderes de estas empresas tenían mejor capacidad para lidiar con el trabajo, manejaban mejor el estrés y eran más empáticos con su gente.
Mindful Work refleja la preocupación de las empresas sobre el balance entre la vida personal y la laboral.
Lamentablemente, y el mismo autor lo enfatiza, aún queda mucho por hacer, especialmente en cuanto a la profesionalización de consultores en mindfulness.
Cada vez son más las empresas que buscan capacitación y programas de meditación corporativa, pero son pocos los proveedores serios que la ofrecen.
El libro aborda la necesidad de crear un organismo que supervise y regule la calidad de estos programas, certificando facilitadores y velando por que las empresas obtengan servicios de calidad.
Esto ayudaría a cambiar el concepto que los escépticos tienen sobre la meditación como una moda pasajera, mainstream y new age, y en su lugar vean en ésta una alternativa para desarrollar a sus colaboradores, publica Expansión, disponible en Sanborns, Starbucks, aeropuertos, supermercados o en el Kiosco Digital de Grupo Expansión.
¿Y en México?
Tener el respaldo de los líderes de la empresa es clave para poder poner en marcha estas iniciativas. Todos los casos de éxito mencionados en el libro tuvieron una evolución similar. Surgieron de ejecutivos que buscaban el crecimiento personal, que llegaron de manera individual a la meditación y que al notar los cambios en su vida decidieron compartirlo con otros líderes y generar un programa corporativo.
Gelles se centra exclusivamente en el ecosistema empresarial estadounidense, con prácticas corporativas muy distintas a las de México.
Sería interesante saber si las oficinas locales de las multinacionales aquí citadas han podido replicar estas iniciativas y si, en tal caso, han obtenido resultados similares.
¿Hay ejecutivos en el país con la motivación suficiente para acercarse a estas prácticas y adaptarlas a la cultura laboral local? ¿Hay líderes interesados en apoyar su implementación? Leer este libro puede ser un buen comienzo.