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Entre la obsesión por el éxito y la realidad del fracaso

La vida no se puede simplificar entre los perdedores y los triunfadores; en las escuelas, los niños deberían aprender a lidiar con los fracasos a los que se enfrentarán.
jue 11 febrero 2016 05:00 AM
En la escuela deberían preparar a los chicos a medir el éxito con el metro de la prudencia. (Foto: iStock by Getty Images)
fracaso En la escuela deberían preparar a los chicos a medir el éxito con el metro de la prudencia. ✓ (Foto: iStock by Getty Images)

Hay algo que me pone como erizo con estrés postraumático: esa simplificación que se hace de la vida en perdedores y triunfadores. Como si fuéramos caballos de carrera sin tener en cuenta que el éxito muchas veces tiene un vaho profundamente fétido.

Mi vecino suele llamar a su hijo campeón, como si eso lo predestinara al éxito. Como si al chico le gustara el mote y fuera incapaz de detectar que el armazón de su padre necesita más de un andamio.
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Pero cómo diablos vamos a exigir a nuestros hijos el éxito a toda costa, como una suerte de fatalidad histórica, de obligación inexcusable, cuando apenas les hablamos del fracaso.

Por no hablar de esa otra obsesión contemporánea: el liderazgo . Ahora resulta que todos podemos y debemos liderar algo. Por Dios…

Usain Bolt, el atleta jamaicano, dice que "la obsesión por el éxito es una tentación al doping". Si quieren, traduzcan y adapten eso al corre corre cotidiano por brillar. ¿O es que nadie hace trampas para ganar?

En la escuela deberían preparar a los chicos a medir el éxito con el metro de la prudencia; prepararlos para los grandes portazos de la vida, los que se sabe que recibirá cada quien: el desamor, la indiferencia, la incomprensión…

Y que se les prepare además para bregar con ese padre que llama a su hijo campeón mientras embadurna la carne de la barbacoa con una salsa horrible.

¿Y si inventáramos en cada escuela un cuadro de honor donde solo cupieran los perdedores y hasta los sometidos?

Lo he dicho aquí, pero igual lo repito: Gary Cooper solía decir que la felicidad consiste en tener trabajo de día y sueño de noche.  El éxito también… para mí.

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