Newtown, la idílica ciudad ensombrecida por la tragedia en Sandy Hook
El domingo sería un día festivo, lleno de alegría, mientras los estudiantes se preparaban para su última semana de clases antes de las vacaciones de Navidad. En cambio, las iglesias estaban llenas de dolientes.
Nubes grises se extendían de horizonte a horizonte, una fría llovizna enfriaba el estado de ánimo de por sí sombrío.
Newtown era una idílica comunidad de Nueva Inglaterra: con colinas, una ciudad verde y una rebanada inquebrantable de la cultura americana. Las calcomanías en los parachoques de los autos decían: “Mejor en Newtown".
La pintoresca ciudad llena de flores y luces de Navidad tiene casas de lujo rodeadas de bosques. Las langostas al horno y los bailes son populares entre los residentes.
La ciudad de 27,500 habitantes tiene grandes escuelas y grandes personas. Residentes notables como el campeón olímpico de 1976 Bruce Jenner, la autora del libro Los Juegos del Hambre, Suzanne Collins, y el autor y dibujante James Thurber.
Muchos habitantes viajan todos los días a sus trabajos en Manhattan, en Nueva York, y a las ciudades de Stamford y Hartford, en Connecticut.
Fundada en 1711, Newtown, en el suroeste de Connecticut, abarca un área de 155 kilómetros cuadrados, es la quinta ciudad más grande en el estado.
El crimen más conocido en la ciudad había sido el asesinato de una mujer a manos de su marido en 1984. Sus restos fueron encontrados bajo el suelo de un granero en 2010.
Pero la ciudad era mejor conocida por su asta de bandera de 100 metros altura que se encuentra, literalmente, en medio de la calle principal. Esta había sido también la mayor causa de controversia durante casi 100 años para la ciudad, pues fue declarada un peligro una vez que los carros de bueyes fueron reemplazados por automóviles.
Sin embargo, el asta de la bandera ha sobrevivido a cada intento de las autoridades viales para eliminarlo. También sobrevivió a un rayo y a un coche que se estrelló contra ella. La gran bandera ahora vuela a media asta, un recuerdo triste que asoma por encima del centro de la ciudad.
Los titulares en los periódicos del viernes en Newtown Bee informaban sobre el vandalismo en el cementerio y advertían de los planes de la policía por imponer un puesto de control de sobriedad durante el fin de semana. Entonces, todo cambió.
Beryl Harrison, la bibliotecaria de Sandy Hook estaba celebrando su fiesta anual de trabajo ese viernes. Se preparaban para cantar villancicos de Navidad, cuando llegó la noticia.
"Recibimos una llamada de que había un bloqueo en las escuelas", dijo.
Se corrió la voz. Los rumores volaron. En un momento se les dijo que la biblioteca estaba en confinamiento. "Pensamos que era broma: ¿Tendríamos que cerrar la biblioteca?", preguntó uno de los empleados. "Todo empeoró conforme pasó el día".
Muchos de esos niños habían estudiado en una zona infantil de la biblioteca, acompañados por sus padres. Harrison se había ofrecido como voluntaria en la escuela en los últimos años, sus dos hijos estudiaban allí.
"Espero que esto no defina la ciudad, ya que no merece ser recordada como un lugar de horror", dijo Harrison.
El Newtown Savings Bank creó un fondo de apoyo para la escuela Sandy Hook para ayudar a las familias a pagar los funerales.