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La caída del muro de Berlín, una alegría que sobrevive al tiempo

Alemania celebra 26 años de la caída del muro que separó a Alemania en dos regiones
dom 09 noviembre 2014 09:30 AM

Raymond Wolff caminó a sus anchas este sábado alrededor de la avenida Bornholmer, una vialidad que hoy luce como cualquiera en el norte de Berlín, pero que hasta hace 25 años era parte de la frontera más vigilada del mundo.

Durante su caminata, el antiguo residente de la República Democrática Alemana (Alemania Oriental o DDR por sus siglas en alemán) aprovechó cada oportunidad para explicar a su sobrino de unos 8 años cómo y dónde se erigió el muro que por casi tres décadas marcó la división entre Oriente y Occidente, capitalismo y comunismo.

“Esto antes no hubiera sido posible”, dijo el hombre de 56 años. Su hermana, quien lo acompañó, vivió la era del muro en la República Federal Alemana. Después de haberse conocido de niños, ambos se perdieron de vista durante la separación del país y no pudieron reencontrarse hasta ese noviembre de hace 25 años.

INFOGRAFÍA: La barrera que dividió a Alemania

Como Wolff y su familia, cientos de miles de alemanes se congregaron este fin de semana en el centro de la capital para conmemorar la caída simbólica del Muro de la vergüenza, construido en 1961 por el régimen soviético como una “protección antifascista” contra el Occidente capitalista.

La ruta que siguió el antiguo muro, del cual algunos fragmentos aun se mantienen en pie, fue reconstruida con la Lichtgrenze (Frontera de luz), integrada por unos 8,000 globos iluminados a lo largo de 15 kilómetros. La instalación fue la columna vertebral de los festejos planeados para este aniversario.

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En la avenida Bornholmer, el extremo norte de la Lichtgrenze, los visitantes disfrutaron de las exposiciones fotográficas, las pantallas gigantes con historias del muro y los conciertos organizados para la ocasión. Una verbena acompañada, por supuesto, por la consabida oferta de salchichas y cervezas.

Hubo parejas, estudiantes, familias, turistas, niños menores de cinco años. Algunos más sacaron a pasear a sus perros y hasta hubo grupos de corredores dispuestos a unirse a la fiesta sudando.

Aileen y Laura, de 18 y 22 años, no habían nacido cuando ocurrió la unificación alemana, pero recorrieron las fotografías de hace 25 años con las historias de sus padres y abuelos en la cabeza sobre lo importante que es recordar.

“Es importante para la libertad y la democracia. Fue un largo camino hasta aquí”, dijo Aileen.

El nombre oficial de las conmemoraciones fue Jubiläum, una palabra común en alemán que comparte la raíz con júbilo. Pues júbilo fue lo que no faltó en la fiesta, el mismo que irrumpió con la fuerza de una marea humana el 9 de noviembre de 1989 en la aduana de Bornholmer, hoy recordada como el punto donde se registró el primer cruce de alemanes del Este, la grieta por donde se desquebrajó la Cortina de Hierro.

Pero la celebración siguió a lo largo del muro, en siete escenarios habilitados a lo largo del muro, ya sea a lo largo del río Spree, en la East Side Gallery, el Mauerpark, el Checkpoint Charlie o la Puerta de Brandemburgo.

En la Potsdamer Platz, el aire festivo del jubileo se mezcló con el olor a vino caliente de los primeros mercados navideños de la temporada. A unos metros, una marquesina presumió el nuevo documental Die Mannshaft, un recordatorio de la Copa del Mundo que apenas hace cuatro meses enloqueció Berlín y que contribuye a la alegría por el Jubileo de la unificación.

Las conmemoraciones continuarán todo el fin de semana con un abanico incontable de eventos y concluirán la noche del domingo con la liberación de los globos de luz al cielo mientras el coro de la ciudad interpreta el Himno a la Alegría, parte de la 9ª Sinfonía de Beethoven.

Nuevos muros por derribar

En medio de la celebración, Raymond Wolff no dudó en señalar la existencia de “otros muros” que hay que derribar ahora.

“Hay gente, incluso aquí en Alemania, que no tiene trabajo ni dinero. Pierden hasta el sueño pensando en eso”, dijo.

A unos metros de ahí, Jan, de 31 años, coincidió con Wolff. “El nuevo muro es la brecha social. Es enorme, invisible y está en todos lados”, aseguró.

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