Bwabwata, el área de conservación animal más grande del mundo
Llevamos casi una hora en la Reserva Mayuni del Parque Nacional Bwabwata cuando nos encontramos con el primer tráfico de la tarde.
Es una manada de 50 elefantes que toman el viejo camino de Angola a través de Namibia hacia el Parque Nacional Chobe en Botswana.
Parecen estar cautelosos de nuestra aproximación y voltean hacia nosotros en formación de flecha, con las trompas alzadas.
Juan, nuestro guía de Namibia Experience, menciona que los elefantes habrían pasado por algunas aldeas desde que dejaron Angola.
Su afición por las cosechas de los granjeros implica que no siempre son visitantes bienvenidos, así que uno puede entender el porqué pueden sentirse amenazados ahora.
Un joven elefante guerrero se aproxima tranquilamente y mete su trompa justo dentro de nuestro vehículo. Nosotros permanecemos estoicos.
Al no lograr alebrestarnos, regresa a su manada y se evaporan silenciosamente en la densa y vasta sabana.
La nueva joya de la corona de conservación
Tras los paisajes áridos que atravesamos en nuestro paso hacia el noreste de Namibia, la verde vegetación y ríos de Bwabwata y la región Zambezi (conocida anteriormente como Caprivi) se siente como un país distinto.
Si ves en un mapa, y revisas un poco de la historia colonial, debería serlo.
Hoy día, este extraño apéndice del interior de Namibia forma parte del Área de Conservación Transfronteriza Kavango Zambezi (Kaza), el área de conservación más grande del mundo.
Kaza cruza cinco fronteras y tiene aproximadamente el tamaño de Francia.
Bwabwata, situado en el corazón de Kaza, es llamado algunas veces “un parque para la gente” y es uno de los pocos lugares de África donde los humanos y animales coexisten dentro de un parque nacional.
El área se estableció en el 2007 y fue creado a partir del Parque de Caza Caprivi y la Reserva Mahango.
Bwabwata busca usar sus recursos naturales para apoderar a las comunidades rurales locales.
Regreso de los elefantes
En las décadas de los 70 y 80, las poblaciones de vida salvaje del área fueron diezmadas por la Guerra Fronteriza y la caza furtiva que resultó de ella.
El conflicto implicó que el turismo también se extinguiera.
Pero gracias a los esfuerzos de conservación de las comunidades de Namiba, los elefantes, nunca pasmados por las fronteras nacionales arbitrarias, están regresando a Bwabwata en manadas.
Y no son los únicos.
Mientras avanzamos a través de Mayuni, llamado así en honor al jefe local visionario que estableció la reserva, llegamos a una amplia planicie de la sabana conocida como “Pequeño Serengeti”.
La planicie está cubierta con densas manadas de distintos tipos de antílopes y cebras.
Un sondeo de 1978 contó tan sólo una manada de 35 elefantes, un antílope sable, un hipopótamo y una pequeña manada de antílopes lechwe rojos.
Ahora hay al menos 277 sables, cerca de 350 hipopótamos, 142 lechwes rojos y al menos 340 manadas de elefantes y miles más que pasan por la región.
A solo 100 metros de Nambwa Tented Lodge, Juan se detiene abruptamente y señala las pisadas frescas de león en la arena cercana a nuestro vehículo.
Nambwa Tented Lodge es uno de pocos nuevos e irresistibles eco-lodges que han abierto a lo largo de las concesiones comunitarias de Bwabwata.
Es el desarrollo más reciente del emprendedor gales y sudafricano Dusty Rodgers, quien ha estado trabajando en y cerca de Bwabwata por más de 20 años.
“El área sin duda ha cambiado mucho”, dijo.
En el 2017, Rodgers abrirá un campamento hermano a Nambwa dentro de Bwabwata, el Kazile Island Lodge, que se encontrará en una pequeña isla privada.
Con el creciente número de operadores de tours que añaden Bwabwata a sus itinerarios, Rodgers dice que “las comunidades locales se han vuelto mucho más conscientes de los beneficios significativos que ofrecen para ellos la vida salvaje y el paisaje”.
Aislamiento salvaje
Pero, por ahora, mucho del encanto del parque se encuentra en el hecho de que permanence ampliamente sin explorar y libre de las manadas de turistas que llegan a Chobe en Botswana.
Nambwa Tented Lodge sin duda no quita la sensación de aislamiento salvaje.
Sus banquetas de madera elevadas, la cubierta expansiva y suites con tiendas se mezclan intricadamente en el follaje del bosque, y dejan amplio espacio para que pasen por debajo los elefantes y otros animales.
Nos establecimos por la noche en el campamento rústico cercano al lodge, que se encuentra directamente a la orilla del lánguido río Kwando, afluente del Okavango.
Encuentro con hipopótamos
Tras un ocaso technicolor, una abundante comida alrededor del fuego y algunas ginebras, camino hacia el baño para encontrar que mi camino está bloqueado por un hipopótamo pastando.
Recuerdo que tan solo dos días antes, en un viaje en canoa a lo largo del río Okavango, que forma parte de la frontera oeste de Bwabwata, nuestro guía había levantado sus shorts para mostrarnos unas impresionantes cicatrices producidas por un ataque de hipopótamo.
Muchos que se acercan tanto a un hipopótamo no tienen tanta suerte.
Decido que puedo esperar hasta la mañana para darme una ducha y regreso a mi tienda.
Al día siguiente, continuamos adentrándonos al parque a lo largo del camino de brea principal de la Región Zambezi, pasando por manadas ocasionales de elefantes y cebras en nuestro camino.
Cuando nos detenemos en la gasolinera, uno de los empleados nos muestra una foto en su teléfono de un grupo de licaones en peligro de extinción que cruzaban el mismo camino a la luz del día unas semanas antes.
Si bien la caza furtiva esporádica y el conflicto entre los humanos y la vida salvaje continúan siendo retos para Bwabwata y el proyecto KAZA, su foto encapsula un sentimiento que ha estado presente durante mi corto tiempo aquí: esperanza.
Christopher Clark es un escritor freelance y nómada británico establecido en Ciudad del Cabo