Sean Spicer: la labor de defender y complacer a Donald Trump
Sean Spicer apenas se mudó a su oficina.
A tres semanas de la inauguración, las únicas cosas que adornan los estantes del secretario de prensa de la Casa Blanca son una foto enmarcada de él en el pódium, un libro sobre Guerra Naval Especial (él está en la Reserva), y un Súper Soaker, conmemorando la infame parodia del programa Saturday Night Live en la que él, interpretado por una furiosa Melissa McCarthy, regaña a los reporteros mientras los empapa con agua jabonosa.
Justo detrás de estas paredes, en la sala de prensa y los restaurantes y bares de hotel frecuentados por los periodistas y políticos de la ciudad, las conclusiones sobre el futuro de Spicer ya se han extraído. La sabiduría que prevalece es que el secretario de prensa combativo no pasará mucho tiempo en su oficina, destinado a ser corrido en una cuestión de meses o quizás semanas por fallar en lo que todos describen como el trabajo más difícil de Washington: defender y complacer al presidente Donald J. Trump.
La evidencia: el jefe de Spicer es el presidente más consciente de su imagen en la historia moderna, está obsesionado con su reputación y por ende con el desempeño de su secretario de prensa. También es conocido por expulsar a cualquiera que lo haga ver mal. Últimamente, fuentes anónimas han dicho a la prensa que Trump está decepcionado por Spicer, que Trump se sintió avergonzado por el sketch de McCarthy, e incluso que la Casa Blanca ya está entrevistando candidatos para un nuevo secretario de prensa (un reporte que fue desmentido rápidamente).
A un cuerpo de prensa frustrado por los ataques agresivos de Spicer hacia los reporteros y la endeble relación con los hechos, la inminente desaparición del secretario de prensa es una trama irresistible. Pero los miembros más antiguos del personal de Trump afirman que los rumores están equivocados.
"Es total y completamente falso”, dijo Steve Bannon, estratega principal del presidente, durante una entrevista reciente en el Roosevelt Room. “El presidente tiene completa y total confianza en Sean”.
Reince Priebus, jefe de personal de Trump, me dijo lo mismo: “El presidente confía plenamente en Sean”, dijo. “Lo que cree es que esta es una trama de los medios que son tonterías, eso es lo que él piensa”.
Así que, ¿de dónde proviene esa trama? Spicer se negó a realizar comentarios para este artículo, pero Bannon y Priebus desestimaron las filtraciones sobre su destino como rumores que surgieron de los colaboradores de menor nivel. O “los medios, el partido de oposición” lo estaban inventando, dijo Bannon.
Muchas personas que simpatizan con Spicer, dentro y fuera de la Casa Blanca, creen lo contrario. Cinco de estas fuentes piensan que la fuente detrás de estos rumores es Kellyanne Conway, la siempre visible consejera de Trump en la Casa Blanca. Si bien no ofrecen evidencia fuerte, ellos dicen que Conway está intentando descargar culpa por los reveses de la administración sobre Spicer para probar que ella es una defensora pública más efectiva y ganarse un lugar duradero en el círculo interno del presidente.
"Ella claramente está llevando una narrativa de prensa de que él no está preparado para el trabajo y que están revisando a otros candidatos”, dijo un estratega republicano. “Se está volviendo sobradamente claro que Kellyanne está haciendo imposible el trabajo de Sean”.
Públicamente, los dos parecen estar encerrados en una Guerra Fría, emitiendo desaires no tan indirectos uno al otro a través de los medios. Cuando Spicer fue cuestionado la semana pasada sobre la ética de Conway al promocionar la línea de ropa de Ivanka Trump desde la sala de prensa de la Casa Blanca, su respuesta fue brusca: “Ha sido asesorada”.
Al día siguiente, después de que el presidente mostró apoyo a Conway, ella tuiteó que Trump “prefiere un ‘asesor’ que a ‘ser asesorado’”.
"Ese fue el primer golpe público”, dijo una fuente cercana a Spicer.
Los dos se contradicen uno al otro ocasionalmente. Tras la renuncia del Asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, Conway realizó una ronda de entrevistas matutinas en las que dijo que Flynn se había ofrecido a renunciar. Horas después, Spicer dijo que Trump había pedido la renuncia a Flynn.
Conway negó categóricamente estar detrás de cualquier rumor sobre Spicer: “Absolutamente no”, me dijo. “Eso es absolutamente falso. Sean cuenta con todo mi apoyo, pero lo que es más importante, tiene el apoyo total del presidente. Nosotros trabajamos en equipo”.
Ella también dijo que le ofrecieron el papel de secretaria de prensa “a una hora de la victoria del presidente” y lo rechazó, así que, ¿por qué trataría de perjudicarlo ahora?
"Sean está haciendo un gran trabajo con los pronósticos en su contra”, dijo Conway. “Él tiene una tenacidad y enfoque que lo ayudarán a cumplir su cometido a largo plazo”.
Conway también me dijo que ella planea alejarse del protagonismo. “Estoy tratando de reducir mi exposición en television”, dijo.
Los secretarios de prensa de la Casa Blanca siempre han sido sometidos a una presión intensa. Pero entre el escrutinio de su jefe, la creciente frustración de la prensa y la traición de sus propios colegas, sin importar quién sea, es fácil ver por qué casi todos en Washington creen que Spicer está a punto de ser despedido.
nullSin embargo, Spicer es un luchador. Él peleó su camino a la gracia de Trump cuando sus colegas le recomendaron no hacerlo, y peleó para convertirse en secretario de prensa cuando Trump no estaba seguro de que fuera el elegido. (El Presidente consideró tanto a Conway como a la crítica conservadora Laura Ingraham, de acuerdo con fuentes informadas sobre el asunto). Spicer ahora pelea por Trump frente a las cámaras todos los días, inclusive cuando la postura del presidente parece incongruente o, para muchos, indefensible.
Mientras Spicer cuente con el apoyo de Trump, el resto es ruido. Los medios y de hecho una gran parte del pueblo estadounidense están listos para representarlo en la historia como el secretario de prensa menos efectivo de la era moderna. Pero la historia pasa por muchos borradores antes de llegar a los libros. Aquellos que conocen a Spicer y su relación con el presidente dirán que es un error considerarlo fuera tan pronto.
"Sean estará ahí un buen rato”, me dijo Brendan Buck, consejero y asesor principal de comunicaciones para el presidente de la cámara, Paul Ryan. "Si sabes algo sobre él, es un luchador. Él es rudimentario y sobresale. Sugerir que simplemente va a desaparecer, simplemente no lo veo”.
"En un año, Sean será el secretario de prensa más probado en la historia de la Casa Blanca”, dijo Ron Bonjean, el veterano estratega republicano y amigo de Spicer. “Con una piel tan gruesa como un rinoceronte”.
'Explicar lo que el presidente está pensando’
Con frecuencia se dice que el secretario de prensa de la Casa Blanca tiene dos empleadores: el presidente y la prensa. Eso nunca ha sido realmente el caso. Como escribió alguna vez el venerable columnista William Safire del New York Times: "el secretario de prensa presidencial no es el secretario de prensa de la prensa, ni el saco de boxeo de la prensa, sino el secretario de prensa del presidente”.
"El trabajo del secretario de prensa es explicar lo que está pensando el presidente y por qué lo piensa”, dijo Ari Fleischer, el primer secretario de prensa de la Casa Blanca bajo el mandato de George W. Bush. “Para Sean, no importa si le agrada a la prensa o no”.
Sin embargo, otras administraciones anteriores han considerado que la manera más efectiva de impulsar su agenda es el mantener al menos la ilusión de una relación abierta y respetuosa con la prensa, al ser “contencioso sin ser hostil”, como lo puso Safire.
En la Casa Blanca Trump, la hostilidad hacia los medios es la agenda. Trump y muchos de sus principales funcionarios consideran que los reporteros son tan sordos a la realidad y tan injustos a ellos que la única respuesta apropiada a ellos es la guerra abierta. “El partido de oposición está completamente enfocada en intentar destruir a Trump y su administración”, me dijo Bannon. “No sucederá”.
Cuando le preguntan si tiene algún interés en reparar la relación, Bannon contestó: “No podría importarme menos”.
Esta postura contra los medios hace aún más difícil el trabajo de Spicer pues, aunque sea difícil de creer, de hecho, le importa esa relación, varios periodistas y fuentes cercanas a él lo afirman. Sí, él disfruta un buen combate con los reporteros, pero la propaganda militante que canaliza en la sala de prensa se siente como una actuación para la audiencia de uno que lo mira casi diariamente desde la Oficina Oval.
"La sesión informativa es un show de TV y todos saben que ha sido un programa de televisión por décadas”, dijo Fleischer. “Mucho de lo que dice la prensa sobre Sean proviene del hecho de que no les agrada Donald Trump, y el nivel de hostilidad de la relación… Donald Trump ha jugado un papel en ello, y eso ha dificultado las cosas para Sean”.
Sentado en su propia oficina y bromeando con los reporteros, o incluso al inicio de las sesiones informativas, antes de perder la atención, Spicer es calmado y mordaz.
Ese es el Sean Spicer que conoce el establishment político y periodístico de Washington. El jovial artillero pugilista que ha trabajado para la Casa Blanca en el Comité Presupuestario, la Conferencia Republicana y el Representante de Comercio de EU; el sarcástico católico irlandés que llega a los eventos sociales en D.C., bromeando con colegas y reporteros, estipulando que todo es “extraoficial” antes de decirle a alguien algo un poco más cercano a la verdad; el reserva de la armada que usa una pulsera de arcoíris de sus hijos que dice “Papá” y puede encontrarse dirigiendo el trineo de hielo en la fiesta de navidad anual de los Bonjean.
"Lo he dicho antes y lo diré de nuevo: así de combativo como es Sean en público, él ha sido (en su mayoría) servicial y divertido en privado”, tuiteó recientemente Glenn Thrush, el corresponsal del New York Times en la Casa Blanca que ha sido representado en cada uno de los sketches de McCarthy en "SNL".
Es por ello que la primera sesión informativa de Spicer, el sábado después de la inauguración, fue tan difícil de tragar. Los periodistas que lo habían conocido por años y compartido tragos y cenas y llamadas telefónicas nocturnas no reconocieron al oficial penitenciario volátil que entró blandiendo estadísticas equivocadas al servicio de afirmaciones falsas. “Fue la mayor audiencia en asistir a una inauguración, punto”, gritó. “Tanto en persona como alrededor del mundo”.
La marca de Ivanka Trump, ¿en declive?
Desafortunadamente, no era cierto.
Históricamente, al menos, los secretarios de prensa de la Casa Blanca sólo son efectivos si son creíbles. El fallecido Tony Snow, quien sirvió en la administración del presidente George W. Bush dijo una vez, “si hubiera llegado al punto en el que pensara que me costaría mi credibilidad, no hubiera tenido otra opción más que alejarme”.
Los críticos de Spicer, incluyendo a algunos de sus predecesores, consideran que sacrificó su credibilidad desde el día 1. “Él tuvo la oportunidad de mantener su empleo o su integridad, y parece que eligió su empleo”, dijo un ex secretario de prensa para la Casa Blanca demócrata que pidió no ser identificado por motivos profesionales.
Spicer siente arrepentimiento sobre ese día, según han dicho fuentes cercanas a él. Él sabe que no debió tomar preguntas de los medios. Pero, ¿Cree que su credibilidad está en duda? Absolutamente no, dijeron.
Desde entonces, Spicer se ha mantenido más calmado bajo presión. Se mantuvo mesurado y sin perturbación el martes durante una de sus sesiones informativas más anticipadas tras la renuncia de Flynn.
Sin embargo, los periodistas continúan frustrados por su comportamiento durante las sesiones informativas. Es descuidado con los hechos (al igual que su pronunciación), se rehúsa continuamente a contestar preguntas de seguimiento y no da la palabra a los reporteros que siente han hecho algo fuera de lugar.
"Nunca había visto a un secretario de prensa de la Casa Blanca que fuera hostil a la noción de las preguntas de seguimiento. Esa es la naturaleza misma de ese ejercicio”, dijo un corresponsal de la Casa Blanca en condición de anonimato para proteger su relación profesional con Spicer.
"El descuido, la manera en que está desgastando la buena voluntad, el bullying y no ser receptivo”, continuó el reportero. “Sean es un buen tipo. Al iniciar este empleo tenía una muy buena reputación. Es algo confuso”.
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Engancharse con Trump
Antes de engancharse con Trump, Spicer pasó su Carrera entera, más de 25 años, trabajando para el establishment republicano. Tras graduarse de Connecticut College en 1993, trabajó para una larga lista de candidatos republicanos y congresistas antes de unirse al Comité Nacional Republicano del Congreso en 2000 e iniciar su carrera como el comunicador del GOP. Sus amigos en Washington eran otros comunicadores y unos cuantos reporteros. Ellos trabajaban y salían de fiesta juntos y fueron de viaje a Dewey Beach, Delaware. En 2011, Spicer se convirtió en director de comunicaciones para el Comité Republicano Nacional, elevándolo a defensor de los republicanos en las noticias contra Obama.
En otras palabras, Spicer era un político y un leal a su partido, un republicano incondicional que gustaba de la política y Washington y ganar discusiones. Él valoraba el patriotismo y le servicio, ha estado en la reserve de la armada estadounidense por casi dos décadas. Pero fuera de pelear por los republicanos, no cuenta con una gran ideología.
"Su amor por la nación es lo que lo impulsa”, me dijo Priebus. “Su sentido de responsabilidad lo impulsa. Su obligación con el país, de hacer lo correcto y promover las políticas que harán mejor a este país”.
El verano pasado, cuando Trump aseguró la nominación republicana, la mayor parte de los operativos del GOP se mantuvieron al margen o corrieron en la dirección contraria, cautelosos de atarse a una campaña altamente controversial e improbable. Como principal estratega y portavoz de la CNR, Spicer no contó con el lujo de tomar una salida limpia, ya sea que la quisiera o no. La responsabilidad de dar conocimiento institucional a la campaña poco convencional recayó en Spicer y Priebus, el entonces director del CNR.
Pero Spicer fue más allá: en septiembre se mudó a Trump Tower para trabajar para la campaña, una decisión altamente inusual para un funcionario de su rango. También atacó a los medios, apareciendo constantemente en las noticias por cable defendiendo al candidato y atacando a la oposición. Algunos de sus amigos se preocuparon por él, preocupados por que estuviera echando su carrera por la borda y, en el caso de los que se oponían a Trump, su integridad.
Mientras tanto, Trump comenzó a valorar la ética laboral de Spicer. Los dos empezaron a forjar una buena relación, dijeron fuentes con conocimiento sobre su relación. En diciembre, cuando falleció el padre de Spicer, el presidente electo fue una de las primeras personas en contactarlo. El siguiente día, Spicer estaba de regreso en la oficina. “Hay lealtad ahí”, dijo una fuente.
Como le dirá cualquier operador de comunicaciones políticas, no existe ninguna vocación mayor que ser secretario de prensa de la Casa Blanca. Si cualquier otro republicano hubiera ganado, Ted Cruz, Jeb Bush, Marco Rubio, Spicer con seguridad no habría obtenido el empleo. Esas campañas contaban con sus propias personas en su lugar, así como Bush tenía a Fleischer y Obama a Robert Gibbs. Con Trump, había un vacío. Spicer peleó por él. Más de seis semanas después de ganar la elección, Trump le ofreció el trabajo finalmente.
En las entrevistas después de su designación Spicer con frecuencia se le llenaban los ojos de lágrimas cuando le preguntaban qué sentía al ser ofrecido el puesto. “Es un honor”, dijo el nativo de Barrington, Rhode Island a WRPI en Providence. "Creces aquí en Rhode Island y ves gente en la TV y te preguntas, ¿cómo es que esa persona obtuvo ese empleo? Ahora yo tendré el honor de llevar ese puesto y en verdad es algo que honra, saber que serás el portavoz del país”.
Mala actitud
Como todos los leales a Trump, Spicer lleva con él una mala actitud. Es el chip que llega con la sensación de ser tratado injustamente todo el tiempo por las mismas personas que predijeron erróneamente que nunca llegarías a donde estás.
"La trama habitual es siempre negativa, y es algo que afecta a la moral”, dijo Spicer en su primera sesión informativa oficial. También se ha quejado sobre una doble moral en la que es castigado por cada error que comete mientras que los reporteros pueden equivocarse libremente con mínima responsabilidad.
Él y otros en la Casa Blanca pasaron días buscando un reporte incorrecto de Zeke Miller de la revista Time que dijo que el busto de Martin Luther King Jr. había sido removido de la Oficina Oval el día de la inauguración. Miller se disculpó rápidamente por el error, pero para la Casa Blanca eso simplemente confirmó sus argumentos sobre el prejuicio de los medios.
Esta sensación de injusticia se desborda de la Casa Blanca de Trump. “Los medios estaban avergonzados y humillados” el 8 de noviembre, dijo Bannon, y aun así continúan inventando “noticias falsas”. Si las organizaciones de medios fueran verdaderamente capitalistas, despedirían a todo editor y reportero que fallo en anticipar la victoria de Trump.
Bannon llamó ‘héroe’ a Spicer por tener el “comportamiento gentil al salir a contestar preguntas todos los días de parte de reporteros “hostiles”.
En algún momento, Spicer dejará la Casa Blanca, porque en algún punto todos lo hacen. Los secretarios de prensa que salen casi siempre se van de la oficina en una posición más fuerte que en la que entraron, utilizando su alto perfil y experiencia sin igual para obtener empleos lucrativos en lugares como Amazon, McDonald's o Fox News. Una excepción notable a esta regla fue Scott McClellan, quien fue acusado de sacrificar su credibilidad al defender los primeros tres años de la guerra en Iraq del presidente George W. Bush. Ahora es Vicepresidente de Comunicaciones de la Universidad de Seattle.
Como gran parte de su vida ahora, el destino de Spicer depende de los caprichos de su jefe. Aquellos que son pesimistas sobre Trump ya ven el fantasma de McClellan sobre el nuevo secretario de prensa. “Existe un peligro real para él de salir dañado de esto, con menos altura de la que tenía cuando entró”, dijo un corresponsal de larga trayectoria en la Casa Blanca que pidió mantenerse en anonimato para evitar dañar su relación con Spicer.
Otros se oponen a esto, diciendo que sin importar lo que suceda, 25 años de relación con Washington no pueden borrarse por un par de años caóticos en la Casa Blanca de Trump. Y, de cualquier modo, tendrá un gran libro que escribir.
Por ahora, Spicer persevera, silenciando el ruido y trabajando arduamente para complacer a la única persona cuya opinión sobre su desempeño de hecho importa.
"Ser secretario de prensa de la Casa Blanca es el mejor trabajo miserable que puedas tener”, explicó Fleischer. “No aceptas el trabajo y no te ganas el puesto a menos que ames la presión y estar en la primera plana y generar lo que estará impreso en ella”.
“Lo que hace que prosperen los secretarios de prensa", dijo, "es disfrutar esa presión".