Trump pone en jaque la credibilidad de la Casa Blanca por despido de Comey
Una Casa Blanca tambaleante no tiene una vía clara de salida de una de las más intensas crisis autoimpuestas en la historia política moderna, a medida que se intensifican las ondas de choque del despido del director del FBI, James Comey, por parte del presidente Donald Trump.
Seis días después, el gobierno está lidiando con las consecuencias perjudiciales de esa decisión. El personal de la Casa Blanca enfrenta una crisis de credibilidad tras sus explicaciones cambiantes sobre el despido de Comey.
Los líderes republicanos en el Congreso están lidiando con una controversia no deseada encendida por su presidente mientras que los demócratas están a la ofensiva, al percibir una oportunidad previa a las elecciones de mitad de mandato del próximo año.
No es nada nuevo que Trump esté desencadenando perturbación y discordia, ese ha sido su estilo todo el tiempo.
Pero el despido de Comey durante su investigación de la campaña de Trump por supuestos vínculos con la intromisión de Rusia en las elecciones llevó al sentido de desencajamiento político en la capital de Estados Unidos a nuevos extremos.
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Súbitamente, Trump está luchando contra acusaciones que lo señalan de haber abusado de su poder y que incluso se puso a sí mismo en un verdadero peligro legal y constitucional, gracias al cual sus aliados republicanos están siendo criticados por no hacer más para controlarlo.
El exdirector de Inteligencia Nacional James Clapper arrojó una impactante acusación, este domingo, al decirle a Jake Tapper, de CNN, que cree que las instituciones estadounidenses están bajo asalto por parte de Trump.
“Los padres fundadores, en su genialidad, crearon un sistema de tres ramas iguales de gobierno y un sistema integrado de controles y equilibrios”, dijo Clapper en el programa State of the Union.
“Siento como si estuviera bajo asalto y se estuviera erosionando”.
Los problemas políticos actuales de la Casa Blanca son un resultado directo de las propias acciones de Trump, y él no está mostrando ninguna señal de cambiar su enfoque.
Frustrado, enojado y preocupado por la trayectoria de su presidencia, Trump se mantiene fiel a sus instintos, arremetiendo y tratando de seguir su propio curso impredecible.
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“Son los externos quienes cambian el mundo y hacen una diferencia real y duradera”, dijo Trump en un discurso de graduación este sábado.
“Entre más te diga un sistema roto que estás equivocado, más seguro debes estar de que debes seguir avanzando, seguir presionando hacia adelante”.
Buscando el reemplazo de Comey
La sugerencia de Trump este viernes de que puede haber “cintas” de sus conversaciones con Comey, exacerbó aún más el sentimiento de crisis que apremia a Washington.
En el corto plazo, el furor está complicando la búsqueda de un nuevo jefe del FBI, la cual dijo este sábado a periodistas que espera terminar esta semana.
El presidente debe encontrar a alguien que tenga la confianza del personal del buró, que esté dispuesto a servir bajo intensa presión política de su propia Casa Blanca y pueda obtener la confirmación del Senado.
El personal del Ala Oeste debe negociar esta tarea de enormes proporciones con sus propios destinos en mente, en medio de los rumores desenfrenados de una importante sacudida en el personal después de que Trump saboteó los esfuerzos de su propio equipo para explicar el despido de Comey.
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Al menos seis candidatos acudieron al Departamento de Justicia el sábado, incluyendo a la ex fiscal general adjunta Alice Fisher, al agente especial Adam Lee, al director interino Andrew McCabe, al senador John Cornyn de Texas y a los jueces Michael Garcia y Henry Hudson.
Pero el ex director de la CIA, James Woolsey, dijo a Fareed Zakaria de CNN que será difícil encontrar a alguien dispuesto a servir en este cargo.
“Creo que será muy difícil encontrar un buen director del FBI que esté dispuesto a operar bajo las circunstancias que hemos visto esta semana”, dijo Woolsey en una entrevista el domingo.
Mientras tanto, los demócratas ofrecieron un vistazo de la campaña que están preparando para complicar la búsqueda de Trump de un reemplazo.
El líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, dijo este domingo que el Senado debería negarse a confirmar un nuevo director del FBI hasta que el Departamento de Justicia designe a un fiscal especial para investigar las acusaciones de colusión entre la campaña de Trump y Rusia.
Schumer también insistió que el nominado no debería ser un “político partidista” y que debería estar dispuesto a hacer frente a la presión de la Casa Blanca.
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Pero admitió que los demócratas necesitarían ayuda para imponer restricciones significativas a la búsqueda de Trump.
“La clave aquí, por supuesto, es conseguir que algunos de nuestros colegas republicanos se unan a nosotros”, dijo Schumer a CNN's Tapper en "Estado de la Unión".
Uno de esos colegas es la senadora de Carolina del Sur, Lindsey Graham, quien el domingo criticó a la Casa Blanca por afirmar inicialmente que Comey fue despedido por su manejo de la saga de los correos electrónicos de Hillary Clinton antes de que Trump dijera a NBC el viernes que expulsó al jefe del FBI a causa de la investigación rusa.
“El presidente tiene la oportunidad de limpiar el desastre que él mayormente creó”, dijo Graham. “Realmente, creo, le hizo un daño a su personal al cambiar la explicación".
Graham también dijo que si existen cintas, Trump necesita entregarlas, y agregó que la situación exige que los senadores tomen medidas adicionales.
“Creo que requiere que alguien como yo, un republicano, llame a Comey ante el Comité Judicial del Senado”, dijo, añadiendo que Trump debería “abstenerse” de comentar o tuitear sobre la investigación.
Graham no está sola entre los republicanos que expresan su preocupación, pero hasta ahora, las figuras más importantes, como el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell y el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, están resistiéndose a las exigencias de un fiscal especial o un comité del Congreso para investigar los supuestos lazos de campaña de Trump con Moscú.
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Trump al extranjero
Considerando la tormenta política que se desató este fin de semana, es difícil ver cómo la Casa Blanca podría reajustar el estado de ánimo político, pero el primer viaje al extranjero de Trump, el cual comenzará cuando se dirija a Arabia Saudita el próximo viernes, le dará la oportunidad de tratar de cambiar de tema.
El viaje a través de cuatro naciones ya era una tarea abrumadora: marca la primera aventura en el extranjero para un comandante en jefe que carece de experiencia diplomática y es visto con gran incertidumbre por muchos aliados de Estados Unidos.
Trump se reunirá con los líderes de los Emiratos Árabes Unidos, Turquía y Colombia en Washington esta semana antes de dirigirse a Arabia Saudita, Israel, Italia y Bélgica.
“Este viaje es verdaderamente histórico: ningún presidente ha visitado jamás las tierras de origen y los lugares santos de las religiones judía, cristiana y musulmana en un solo viaje”, dijo el consejero de seguridad nacional H.R. McMaster, al informar a los periodistas el viernes.
“Lo que el presidente Trump está buscando es unir a los pueblos de todas las religiones alrededor de una visión común de paz, progreso y prosperidad. Él llevará un mensaje de tolerancia y esperanza a miles de millones, incluyendo a millones de estadounidenses que profesan estas creencias. El presidente se enfocará en lo que nos une”, dijo.
Ante los acontecimientos de los días previos, el mensaje de McMaster parecía incongruente, a medida que retrataba a un presidente que acababa de encender la discordia en el país como una fuerza unificadora en el extranjero.
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Es posible que los funcionarios del gobierno esperen que sacar a Trump de Washington durante una semana o más pueda ayudar a enfriar la tormenta política que está ardiendo alrededor de la Casa Blanca.
El papel prominente de McMaster podría ser un mensaje a los aliados en el extranjero, tras los informes en Washington la semana pasada, donde Trump estaba cansado de él. Diplomáticos de varias naciones extranjeras han dicho que consideran a McMaster y a otros importantes personajes de la política exterior del gobierno, incluyendo al secretario de Defensa, James Mattis, como una fuente de estabilidad y continuidad, incluso en medio de los salvajes cambios del liderazgo de Trump.
Pero si la Casa Blanca espera que un viaje al extranjero pueda curar sus problemas, podría recibir un shock. Las giras extranjeras, con su jet-lag, sus tediosas cumbres diplomáticas y su intenso resplandor mediático, imponen sus propias demandas a un presidente, especialmente a un inexperto como Trump.
Con eso en mente, el exsecretario de Defensa Robert Gates sugirió este domingo en Face the Nation de CBS News que el presidente debería abandonar el impredecible enfoque de improvisación en el extranjero que lo ha llevado a tal controversia en su propio hogar.
“Creo que en lo que respecta a los problemas, yo le aconsejaría que se apegue al guión”, dijo Gates.