Guerrero, donde la pobreza 'fertiliza' el cultivo de amapola
Las parcelas de Pandoloma, un pequeño poblado de poco más de 1,000 habitantes, cada vez son más rosas. Hasta hace unos cinco años, esta localidad a poco más de cuatro horas del puerto de Acapulco, estaba dedicada al cultivo de maíz y la mayoría de sus pobladores lo utilizaban para el autoconsumo. Hoy se ha convertido en una de las proveedoras de materia prima para la elaboración de la heroína o goma de opio, por lo que, durante unos meses al año, sustituye la siembra del maíz por el de la amapola, según fuentes militares de la región.
Enclavado en la zona montañosa del noroeste del estado sureño de Guerrero, hay pocas señas que permiten imaginar que Pandoloma es parte de la cadena de producción de narcóticos en México. Sobre sus calles estrechas y polvorientas, que con dificultad permiten el paso de dos autos a la vez, no hay más de una decena de personas andando antes del mediodía y aunque las tiendas están abiertas, hay que gritar para que salga el encargado a vender. A la entrada del pueblo, se escuchan ruidos de martillos golpeando metal por una nueva iglesia que se está construyendo.
“Aquí hay mucho dinero, pero no quieren que se note”, dice un alto mando del Ejército que pidió su anonimato y que acompaña a un grupo de soldados que han detectado un plantío de alrededor de 3,800 metros cuadrados a unos 800 metros del poblado que irán a destruir en unas horas. “Muchos entran al negocio con miedo. Ellos son campesinos, no narcotraficantes”, añade.
Desde hace unos días, alrededor de 20 elementos del Ejército llegaron a este poblado a erradicar un plantío de amapola. Se instalaron en una loma a unos 500 metros, desde donde se alcanza a ver todo el pueblo, con sus pequeñas casas de madera y concreto, sus antenas de televisión por cable y la ropa recién lavada secándose al aire.
“Cuando nos instalamos cerca de poblados, nunca hablamos con la gente. La instrucción es no tener ningún tipo de comunicación, por seguridad. Saben a qué venimos, pero no se meten con nosotros y hasta ahora nunca hemos tenido problemas con la gente de esta región”, cuenta el oficial encargado del grupo y que lleva cuatro años dedicado a arrancar flores de amapola.
Guerrero es el mayor productor de esta planta en México y, según cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en sus 63,621 kilómetros cuadrados, se produce el 60% de toda la amapola del país. La dependencia señala que dentro de la 35 Zona Militar, que abarca 56 municipios del norte del estado, se siembran la mayoría de los cultivos de este tipo.
Si bien Pandoloma, parte del municipio de San Miguel Totolapan, no es de los mayores productores de amapola de México, es vecino de otras localidades donde las autoridades dicen que han detectado cada año un aumento progresivo en superficie sembrada que, durante la temporada de lluvias —de junio a octubre—, se pinta de rosa por las flores de la planta.
San Miguel Totolapan es uno de los 85 municipios con mayor pobreza alimentaria en el país y su grado de marginación sólo lo superan los municipios en la zona de La Montaña de Guerrero . Estadísticas del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) señalan que en poblados como Pandoloma, los habitantes no pueden adquirir una canasta básica de alimentos con sus escasos ingresos.
A diferencia de los agentes de la 27 Zona Militar, que abarca 25 municipios al sur del estado, y que tienen que poner retenes y patrullar en lugares como el puerto de Acapulco —donde se han disparados los enfrentamientos entre grupos criminales y asesinatos —, según el Ejército, en la 35 Zona Militar la principal labor de combate al narcotráfico es la destrucción de cultivos.
Durante 2010, en los 56 municipios donde opera la 35 Zona Militar se destruyeron 23,906 plantíos de amapola, que sumaron más de 3,843 hectáreas sembradas, lo que equivale a casi cuatro canchas de futbol juntas, citan fuentes militares.
El 20 de enero de 2011, en un operativo realizado en Chilpancingo, se aseguraron poco más de 248 kilogramos de goma opio. La Sedena considera que fue el aseguramiento más grande en la historia de México.
La identificación de los plantíos
La 35 Zona Militar, que tiene su sede en Chilpancingo, dedica 200 elementos exclusivamente a la erradicación de plantíos. Las autoridades militares los dividen en grupos de alrededor de 20 soldados y un oficial, y los turnan cada dos semanas para alojarse en las montañas.
Otra parte del personal se dedica a hacer sobrevuelos en helicóptero para mapear los plantíos, ubicar las coordenadas con un GPS y con base en ello girar órdenes para futuras erradicaciones.
Hasta el sexenio del expresidente Vicente Fox, la Procuraduría General de la República (PGR) era la encargada de la erradicación de todo tipo de plantíos en el país. La PGR destruía campos de amapola y marihuana a través de la fumigación con avionetas, tarea que dejó de realizar porque aseguran que la fumigación causaba daños ambientales a los sembradíos legales y bosques aledaños.
Cuando la Sedena se hizo cargo de esta labor, en diciembre de 2006, explica que decidió llevar a cabo la erradicación a mano, arrancando planta por planta, lo que se ha reflejado en la disminución de la superficie destruida.
El Reporte Internacional sobre Estrategia de Control a Narcóticos 2011 del Departamento de Estado de Estados Unidos señala que México registró por cuarto año consecutivo un aumento en la superficie cultivada de amapola.
“El cultivo de la amapola de opio aumentó un 31%, al pasar de 15,000 hectáreas en 2008 a 19,500 hectáreas en el 2009”, detalla.
“Esta cantidad de cultivos de amapola de opio podría producir potencialmente 50 toneladas métricas de heroína pura o 125 toneladas métricas de goma de heroína, sin contar las pequeñas pérdidas que se dan en el proceso de producción”.
El Departamento de Estado señala que, si bien México aún no ocupa un lugar importante a nivel internacional en la producción de amapola como el caso de Afganistán o Birmania, ha ganado mercado a lo largo de los años. La dependencia cree que México pudo haber superado a Birmania como segundo productor de amapola desde 2009.
La idealización de la lucha contra el narcotráfico
Para H, como pide que se le identifique, uno de los principales motivos para entrar al Ejército mexicano era poder combatir el crimen organizado. Dice que se entrenó para ello y ahora pasa dos semanas al mes en alguna parte de las montañas guerrerenses, incomunicado y arrancando plantas para después quemarlas.
“Sabemos que después de que nos vamos, los pobladores que nos ignoraron durante nuestra estancia volverán a sembrar muy cerca de donde lo hicieron la primera vez, si no es que usarán exactamente el mismo terreno”, dice.
Según el alto mando de la Sedena que acompaña al grupo de militares, la amapola tarda tres meses en ser útil y en ese tiempo el tallo puede alcanzar hasta un metro de altura.
Con hojas de rastrillos, los cultivadores hacen dos o tres pequeñas incisiones conocidas como “rayas” sobre los botones que no han florecido y extraen el líquido que se usa como materia prima para elaborar la droga, según explican soldados encargados de la erradicación.
Los militares llegan a las parcelas o a los campos cultivados y deben de arrancar de raíz todas las plantas para que no vuelvan a crecer, y después las incineran sobre una cama de leña y paja que arman en el mismo sitio. Alrededor de dos horas tardan en destruir un sembradío de 3,800 metros cuadrados.
De vuelta al campamento, uno de los soldados informa al oficial que encabeza el equipo que unos metros más abajo encontraron un campo con amapolas ya secas y “rayadas” que no alcanzaron a erradicar.
El alto mando admite que en el fondo no sólo están luchando contra los narcotraficantes, sino contra la pobreza que hace que los campesinos decidan dejar de cultivar maíz, para sembrar amapola que les da un poco más de ingresos.
“Un problema difícil de erradicar”, sentencia.