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'El Sicario' revela cómo funciona el crimen organizado en México

Un documental que muestra las entrañas del crimen organizado en México no ha encontrado distribuidores dispuestos a mostrarlo
vie 24 febrero 2012 07:41 AM
Ciudad Juárez
Ciudad Juárez 14

Su cabeza tiene precio: 25,000 dólares. Es alto, robusto y se sabe que es de tez morena por sus manos, que es lo único que no oculta. Su rostro y su cabeza están cubiertos completamente por varios velos oscuros que hacen imposible adivinar sus facciones o sus gestos. Está sentado en un sillón de la habitación de un motel de una ciudad fronteriza entre México y Estados Unidos —tal vez Ciudad Juárez, tal vez El Paso— donde alguna vez tuvo encerrado a un hombre que secuestró y torturó, según confiesa en el documental El Sicario, Room 164.

Hasta hace unos años, era asesino a sueldo, también llamado sicario, y frente a la cámara asegura que mató a cerca de 500 personas; gajes de su oficio, cuyos detalles describe tranquilo.

El tono de voz con el que cuenta cómo supuestamente entró a una academia de policía en Chihuahua pagado por un grupo del crimen organizado, no es distinto al que usa para hablar de cómo es importante matar antes de comenzar a mutilar o descabezar a una persona, para no ensuciar el suelo con sangre.

Las confesiones de este hombre mexicano han dado la vuelta al mundo. El Sicario es el documental que muestra casi 80 minutos de la vida de un supuesto asesino a sueldo que asegura haber trabajado para un cártel de la droga en Ciudad Juárez.

Producido por Icarus Films, ha sido proyectado en varias partes del mundo y en algunos festivales de cine europeos, como en Venecia y en Viena, y fue nominado como mejor documental.

En México, hasta ahora ninguna distribuidora lo ha proyectado comercialmente, a excepción del Festival de Cine de Guadalajara. Después, ya no ha sido posible verlo en ninguna sala, cuenta Gianfranco Rosi, director italiano y camarógrafo de El Sicario.

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En entrevista telefónica desde Roma, Italia, dice que recientemente estuvieron a punto de lograr un acuerdo con una distribuidora, pero las negociaciones no terminaron en un contrato.

“Están muy asustados de mostrar el documental de manera oficial. Aunque ha habido mucho interés en México y hasta ahora nadie nos ha dicho nada parecido a ‘¿Cómo se atreven? ¿Cómo pudieron hacer esto?’. Más bien nos han agradecido. Espero que haya alguien con el suficiente valor como para mostrarlo masivamente”, dijo.

Para Charles Bowden, periodista y escritor estadounidense que logró el contacto con el sicario, la cuestión puede ser descrita de una manera más sencilla: “Esta es una película que los estadounidenses no quieren conocer y es una película que al gobierno mexicano le gustaría no mostrar”.

Después de 20 años de intentar conseguir el testimonio de un asesino a sueldo en la frontera, Bowden conoció a un hombre que estaba dándole asilo al protagonista del documental, que unos años atrás había decidido dejar de matar a cambio de dinero, drogas y mujeres. Primero lo entrevistó para la revista Harper’s Magazine en abril del 2009, y después lo convenció de que contara su vida frente a una lente.

El resultado fueron más de 80 horas de grabaciones que Molly Molloy —académica, bibliotecaria e intérprete entre Bowden, Rosi y el sicario— y Bowden utilizaron también para escribir un libro. En Estados Unidos ya salió a la venta y recientemente se publicó en México y en otros ocho países bajo la casa editorial Random House.

Originalmente, Rosi había pensado en utilizar una pequeña parte de las confesiones que lograra obtener del sicario e incorporarlas a un documental que hablara de la violencia en Ciudad Juárez de manera general, según Molloy.

“Dada la forma en la que este hombre entró en la habitación y comenzó a contar su historia, Gianfranco se dio cuenta de que teníamos algo totalmente distinto. Él fue capaz de contarnos su lado de la historia y de contarnos el sistema bajo el cual funcionan el crimen y la corrupción dentro de un sistema económico y político infiltrado por el narcotráfico”, dijo la bibliotecaria.

Sin esperarlo, habían obtenido un testimonio que les presentó con lujo de detalle el modus operandi de los grupos del crimen organizado en México.

“Él nos describió con exactitud cómo funcionan los carteles que han infiltrado a las policías y al gobierno y nos contó cómo entrenan a la gente y cómo pagan para que los entrenen en las academias de policías, mientras siguen siendo parte del crimen organizado”, explicó Molloy vía telefónica.

En los casi 80 minutos a los que fueron reducidas las 80 horas de confesiones ante la cámara, el sicario asegura que la mayoría de los gobernadores de varios estados están “comprados” por los narcotraficantes.

La Secretaría de Gobernación informó que hasta ahora ninguna distribuidora comercial se ha acercado a la dirección general de Radio, Televisión y Cinematografía para solicitar un permiso para proyectarla comercialmente.

La vocería de la dependencia detalló que el único permiso que se le dio a la productora del documental fue para su exhibición en el marco del Festival de Cine de Guadalajara de 2011.

Mientras el hombre dibuja y hace anotaciones en un cuaderno negro sobre sus piernas, también dice que hay casas de seguridad en varias ciudades, de las cuales supuestamente tienen conocimiento las autoridades locales y federales, donde están enterrados cientos de cuerpos de las personas desaparecidas.

Recuerda que las pocas fosas clandestinas que han salido a la luz pública, han sido el resultado de la presión de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) que han localizado los cadáveres de sus informantes por un chip con GPS que les introducen al contratarlos.

Uno de sus dibujos es el de una persona sobre la cual delinea un cuadrado. "Esta es una manta", dice, y explica que un método de tortura es rociarle gasolina y prenderle fuego y arrancarla para irle quitando capas de piel.

En los últimos cinco años, México ha registrado por lo menos  47,515 muertes vinculadas con hechos criminales  de diciembre de 2006 a julio de 2011, según cifras de la Procuraduría General de la República. 

La Comisión Nacional de Derechos Humanos ha alertado sobre la desaparición de alrededor de 5,300 personas desde 2006 hasta abril del 2011.

Ninguno de los tres involucrados en el documental ha cruzado la frontera hacia México desde que lo filmaron. Para Bowden es muy claro: volver es poner en riesgo la vida del sicario.

Tanto Rosi como Bowden esperan que en algún momento su cinta pueda ser proyectada en cines mexicanos.

“Sus confesiones no son sólo las de un sicario, sino las de un ser humano que intenta redimirse”, explica Bowden.

Las de un ser humano, que dice, al cansarse de los asesinatos, las drogas y el alcohol, se convirtió al cristianismo y decidió confesar sus crímenes para hacerle saber a sus excolegas que es posible salir de las filas del crimen organizado.

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