Una reforma política para la seguridad
Nota del editor: Una versión de este especial aparece en la edición de la revista 'Expansión' que comenzó a circular el 1 de diciembre.
“Sí ha habido transformaciones importantes; las más notorias son las que han sucedido en el submundo criminal. Hace 10 años, el submundo criminal estaba dominado por seis o siete grandes grupos, hoy está mucho más polarizado, diversificado el entorno y más fragmentado. Eso es bueno y malo al mismo tiempo. Bueno porque los grupos emergentes no representan el mismo nivel de amenaza a la seguridad nacional, no tienen las capacidades financieras, logísticas, militares, políticas, para capturar tramos completos del Estado nacional, pero son una amenaza muy seria para la seguridad ciudadana en buena parte del territorio.
"Grosso modo, ya regresamos a los niveles de violencia donde estábamos en 2010 y nos aproximamos a donde estábamos en 2011. Este año vamos a cerrar con aproximadamente 25,000 homicidios.
"En general (el resultado en 10 años) es un poco decepcionante. La crisis no generó el sentido de urgencia necesario para una transformación profunda del marco institucional en materia de seguridad y justicia. Repetimos las mismas discusiones casi todos los años.
"Tienes casos como Tamaulipas que lleva básicamente 10 años con operativo federal, y cuyas instituciones no han mejorado mayormente. Porque el problema no es el operativo. El operativo fue pensado como subsidiario y temporal y acabó siendo sustitutivo y permanente. Los operativos federales generaron un incentivo político perverso: en la medida en que sale al rescate el gobierno federal los gobiernos estatales y municipales no tienen los incentivos suficientes para hacer su parte.
"Una de las lecciones aprendidas en estos 10 años es que las reformas a la seguridad pasan necesariamente por una reforma más amplia a las instituciones políticas. El mayor déficit del sistema es de rendición de cuentas, no pasa nada si la gente no hace su trabajo o si se colude incluso con los delincuentes.
"Tenemos que ir transformando esa realidad, y eso tiene que ver más con cambios de orden político. Tenemos que empatar la agenda de seguridad y justicia en una agenda más amplia de transformación política y anticorrupción. Tenemos que empezar a cambiar la lógica entre órdenes de gobierno, ser mucho más precisos en la definición de responsabilidades.
"Con la Policía, el problema no es quién tiene el mando, sino donde radica la responsabilidad. Puede haber un cuerpo nacional de Policía, donde sean los mismos policías en todo el país pero el mando esté situado en un estado o municipio".