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Luz para el arte, nuevo museo de la UNAM

El Museo Universitario de Arte Contemporáneo es un espacio dispuesto a provocar al espectador; la colección tiene siete apartados que muestran la evolución de Ciudad Universitaria, y otros temas.
mié 11 febrero 2009 06:26 PM
El talud principal tiene un ángulo de 45 grados. (Foto: Alessandro Bo)
MUAC (Foto: Alessandro Bo)

Tardó casi 32 años en llegar, pero desde noviembre pasado, el Centro Cultural Universitario ya cuenta con un espacio dedicado a las artes plásticas: El Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), creado por el arquitecto Teodoro González de León.

González De León, coautor a inicios de los años 50 del plan maestro de la capitalina Ciudad Universitaria, fue llamado por el rector Juan Ramón de la Fuente para crear el MUAC e insertarlo en el plan de renovación del patrimonio arquitectónico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El museo demoró su apertura casi un año, pero valió la pena.

"Nos propusimos alejarnos de los museos didácticos, monolíticos, que se sienten sabios y todopoderosos. Queríamos un nuevo espacio: un posmuseo que fuera dinámico, abierto, donde el visitante sea un viajero dentro del espacio", narra Graciela de la Torre, directora general de Artes Visuales de la UNAM.

El MUAC -que dispone de sitios únicos en América Latina como la sala de experimentación sonora y el laboratorio de conservación- dará relevancia a la exposición de obra y la gestión del conocimiento.

Génesis
El proceso creativo de González de León no experimentó ninguna limitante. Para identificar las necesidades de los artistas contemporáneos, visitó 40 museos en cinco países.

En paralelo, durante seis meses, se discutió el programa: "El rector sugirió un pequeño apretón, por el área; lo hicimos sin perder nada significativo".

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Felipe Leal, coordinador de Proyectos Especiales de la UNAM, repasa los ciclos de la institución: uno, su traslado del Centro Histórico al campus; otro, la creación del Centro Cultural Universitario (CCU), institutos de investigación y Espacio Escultórico; ahora, uno más para rescatar el legado y edificar para nuevas necesidades.
Leal comenta a Obras que la mayoría de estas construcciones fue concretada en el segundo periodo de De la Fuente, pues en el primero se "retejió" la membrana universitaria dañada por la huelga de 1999.

El MUAC se circunscribe en los proyectos culturales emprendidos: el rescate del Museo Experimental El Eco y la Casa del Lago, la creación del CCU de Tlatelolco y la renovación -en marcha- del Museo Universitario del Chopo. Sin olvidar, que desde 2007, el Campus Central de CU queda inscrito, por la UNESCO, como patrimonio mundial cultural y natural.

Con la misma visión histórica, Gerardo Estrada, otrora coordinador de Difusión Cultural, recuerda que el CCU comenzó en 1976 por iniciativa del director de orquesta Eduardo Mata, con la Sala Nezahualcóyotl. Le siguieron los teatros Juan Ruiz de Alarcón y Sor Juana Inés de la Cruz, las salas de danza Miguel Covarrubias y de música Carlos Chávez, además de las salas de cine José Revueltas y Julio Bracho. Un espacio para las artes plásticas se había planeado desde el principio.

A partir de 2003, evoca Graciela de la Torre, se impulsa la propuesta del museo y para edificarlo "siempre se pensó en un arquitecto mexicano, porque tenemos arquitectos fantásticos en nuestro país".

En 2004 se realiza un concurso por invitación. "¿Por qué Teodoro? -se pregunta el doctor Estrada y él mismo responde- Porque fue el mejor proyecto que se presentó".

Acerca de la polémica por la presencia del nuevo edificio en el CCU, el arquitecto Leal cuestiona y ataja: "¿Y por qué no el museo ahí? El MUAC dialoga muy bien con edificios de hace treinta años; hay que entender que las ciudades no se hacen en una sola época, sino a través del tiempo, se convierten en una suma".

Espacio provocador
Ojos de agua, de sólida voz, luminoso a sus 82 años, Teodoro González de León recibe a Obras en su despacho en la capitalina colonia Condesa y revela:

"El surgimiento de una idea es un acto traumático. Está el temor de que no salga y conforme pasa el tiempo me sucede con más intensidad, porque trato de no copiarme", dice el arquitecto.

En sentido urbanístico el MUAC aporta una explanada que se convierte en ingreso peatonal al CCU y enlace de sus elementos.

La gente ya no tendrá que acceder entre autos como en un centro comercial. "Es el museo que le faltaba al país, que lo haga la UNAM es importante, porque es la única institución nacional que compra obra contemporánea", comenta el arquitecto.

Lo que fue un estacionamiento, es hoy el área que ocupa el museo, cuya volumetría responde al entorno: hacia la plaza el gran pórtico; hacia el oriente un elemento curvo dialoga con la presencia quebrada de la sala
Nezahualcóyotl y, al poniente, hacia la avenida de acceso, aparecen los volúmenes blancos de distintas alturas.
Inclinada a 45 grados, su fachada de vidrio difuminado forma un pórtico que conduce a la sala de conciertos y a los teatros; sus 70 metros de largo se replican en un espejo de agua. La Espiga se halla ahora a ras de la plaza. El vestíbulo, espacio de doble altura que atraviesa todo el edificio y que se puede recorrer sin pagar el boleto, conecta con la Biblioteca Nacional.

Aclara que la fachada de vidrio "es una provocación para que la gente vea desde la plaza, se intrigue y se atreva a ver el arte contemporáneo". Asimismo, la inclinación impide que el sol incida directamente en las salas. MUAC es, según su creador, "un espacio para provocar", lo mismo a los visitantes que a los artistas. "Cualquier exposición de arte contemporáneo queda aquí; no tiene de qué quejarse".

El diseño condujo al arquitecto y a su equipo a realizar pruebas para probar cómo entraría la luz natural, así que en las canchas del frontón de CU construyeron un módulo de 12 x 6 x 6 m.

Los experimentos resultan: con excepción de una, todas las salas del museo tienen iluminación natural filtrada a través de una cámara plena mediante un doble reflejo que produce una luz envolvente, uniforme y sin sombras -celebrada por curadores y museógrafos-. El espacio aloja también el sistema de climatización, además de una batería de cortinas operables que pueden obscurecer totalmente el área de exhibición.

A decir del arquitecto, se obtiene un efecto fantástico, porque con luz natural una pieza se convierte en muchas piezas, "pasa una nube y la percepción cambia".

Desarrollado en dos plantas, el museo dispone sus salas de exhibición en la planta alta, al mismo nivel de la plaza, junto con la recepción, la librería-tienda y el área educativa (Ágora), poseedora de un muro circular, que recortado por vidrio, permite apreciar paisajes volcánicos a través de su ventana corrida.

De sus nueve salas, cuatro se ven desde la explanada y pueden inte-grarse a ésta con cortinas, pues la plaza también es un espacio de exhibición.

Con un módulo de 12 m de ancho, pero con diferentes largos y alturas (6, 9 y 12 m), las salas se agrupan en cuatro zonas. "Son pequeños museos dentro del gran museo", apunta González de León.

Están conectadas por tres calles interiores, iluminadas con tres patios y dos terrazas. De manera que se circula por toda la zona de exhibición sin subir un escalón. "No es un museo con mayúsculas -aclara- al que hay que acceder por una gran escalinata para llegar al arte".

Ante las voces que critican la enormidad de las salas, el arquitecto argumenta: "Cuando hice el museo Tamayo, encontramos que 7.50 m era el módulo adecuado para las obras [de arte] que hacían en ese tiempo, era suficiente; hoy se requieren otros espacios, otras escalas. Hacer el Tamayo en este momento sería una aberración; serviría para exhibir una colección de la mitad del siglo pasado, pero no para el arte contemporáneo", explica Teodoro.

El MUAC se levanta en una zona cuyo entorno natural resulta significativo. "Pocos edificios de CU manejan la roca; la tienen como parte de su recorrido, ya trabajada, pero no hay diálogo con su estado natural", afirma.

El nivel inferior, parcialmente excavado en roca, contiene la mediateca (Arkheia), sala de conferencias, auditorio-teatro para 300 personas -que se concluirá en mayo-, cafetería, restaurante, oficinas, bodegas para fondos de la colección, museografía, restauración y servicios generales.

Más allá de los nombres
En contraste con el hábito político de terminar los sexenios con grandes obras arquitectónicas, en el MUAC la sucesión en Rectoría no afectó el desarrollo de la obra. Para garantizar un impecable funcionamiento, explica De la Torre, entre marzo y agosto de 2008, el museo fue sujeto a 600 pruebas de protocolo.

Al respecto Felipe Leal comenta que el ex rector pidió trabajar "sin pausa y sin prisa". En la apertura del recinto, el 24 de noviembre de 2008, el rector José Narro resaltó el trabajo de Juan Ramón de la Fuente, a quien llama "el líder universitario del proyecto".

Para Sealtiel Alatriste, actual coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, la apertura hecha un año después de lo planeado da cuenta de la responsabilidad institucional. Ahora, el reto lo encuentra en darle una estructura administrativa y financiera sólida a través del presupuesto universitario y de un patronato, además de fortalecer las curadurías y lograr que la gente asista.

Colección abierta
Simultáneamente a la construcción del recinto, la UNAM asume el desafío de adquirir obras y realiza una campaña para recaudar fondos destinados a su equipamiento. Graciela de la Torre precisa que la universidad posee la colección pública más grande de arte contemporáneo y que entre 2005 y 2008 se adquirieron 290 piezas.

El trabajo de Olivier Debroise (1952-2008) se halla en gran parte de ese proceso de adquisición.
La colección consta de siete apartados que dan cuenta de la evolución del arte desde la fundación de CU:
1) Artistas fundadores de Ciudad Universitaria; 2) La Ruptura y sus contemporáneos; 3) Continuidad de las abstracciones en México; 4) Nuevas figuraciones; 5) Experimentación y vanguardia; 6) Fotografía contemporánea; 7) Tendencias de los 90 y zona de riesgo. Además se dispone de las colecciones asociadas de Charpenel-Guadalajara y Grupo Corpus.

Se tiene un acervo que sigue creciendo y, enfatiza, las exposiciones no serán permanentes, sino que se integrarán por ciclos curatoriales, organizados con base en los grandes temas actuales. Así, el museo siempre resultará diferente para el espectador.

Vista privilegiada
Al responder en 1989 el discurso de ingreso de González de León al Colegio Nacional, Octavio Paz recordó la lealtad de su amigo por los materiales, pues en su obra se muestra con veracidad la piel y la entraña de la edificación. Esta vez usa concreto blanco, vidrio y pisos de cemento.

"El museo -precisa el arquitecto- no debe ser protagónico, tiene que ser un espacio neutro y no hay más neutro que el blanco, y el de un concreto liso es estupendo; es la materia que habla, no hay recubrimientos, es estructura y a la vez el final, la piel del edificio."

Listo el MUAC para recibir visitantes, arte y provocar a la vista.

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