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OPINIÓN: Cuando el 19 de mayo se convirtió en un día de oscuridad

En 1780 los habitantes de Nueva Inglaterra, Estados Unidos, se atemorizaron cuando el Sol desapareció de su vista
dom 19 mayo 2013 05:26 PM

Nota del editor: El colaborador de CNN, Bob Greene, es un autor que ha tenido éxito de ventas. Su bibliografía incluye títulos como Late Edition: A Love Story,  Duty: A Father, His Son, and the Man Who Won the War y Once Upon a Town: The Miracle of the North Platte Canteen.

(CNN) - La fecha, en esa primavera estadounidense que fue hace mucho tiempo, era la misma que hoy: 19 de mayo.

El año era 1780.

El evento está mayormente olvidado, perdido en la noche de la historia. Muchas personas -probablemente la mayoría de las personas- nunca han oído hablar de él.

Y la pregunta, en este aniversario de ese Día de la Oscuridad, es la siguiente:

En nuestro mundo constantemente conectado, un mundo en el que siempre estamos en contacto, ¿podría suceder todavía la clase de miedo que casi paralizó a la joven nación en aquel entonces?

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Ese día, en 1780, alrededor del mediodía, gran parte de Nueva Inglaterra se quedó en la oscuridad. Al mediodía, era medianoche.

No se trató de un apagón eléctrico, por supuesto; las casas y los negocios no tenían electricidad en esos años, y estaban iluminadas por linternas y velas.

Más bien, el cielo se tornó en un profundo, completo e implacable negro, borrando el sol.

Imaginen, que en medio de un día de mayo, cada pedacito de luz de repente e inexplicablemente desaparece de tu mundo.

Los ciudadanos estaban aterrorizados. Esperaron a que la oscuridad terminara. No lo hizo. Los minutos comenzaron a sentirse como meses.

Un observador contemporáneo en Massachusetts, Samuel Williams, profesor de Harvard, escribió:

"Las aves, tras haber cantado su canción de la noche, desaparecieron y se quedaron en silencio... Las aves se retiraron a descansar.... Los objetos no se podían distinguir, sino a muy poca distancia, y cada cosa llevaba el aspecto y la oscuridad de la noche".

Mientras seguían las horas de oscuridad, algunas personas, de acuerdo con los relatos históricos, comenzaron a  pensar que nunca habría luz de nuevo.

Hubo una suposición generalizada de que el día del juicio podía llegar.

La oscuridad persistió durante el resto de la tarde, hasta la noche. Al día siguiente, el sol volvería. Las personas se apresuraron a acudir a las iglesias, para ofrecer oraciones de agradecimiento.

Siglos más tarde, los científicos supondrían que el Día de la Oscuridad —ampliamente conocido como el Día Oscuro de Nueva Inglaterra— fue el resultado de grandes incendios forestales en los bosques de Canadá.

Los investigadores de la Universidad de Missouri postularon que el humo de los incendios era tan grueso y tan profundo en su tono, tan voluminoso, que cuando llegó a Nueva Inglaterra con agonizante lentitud, dio a la vista la ilusión de que el Sol había muerto.

En la actualidad algunas personas pueden burlarse de lo que puede parecer ingenuidad por parte de los primeros estadounidenses.

Pero tengan en cuenta que no había teléfonos, no había radio o televisión, no había telégrafo.

La gente a menudo vivía lejos de sus vecinos. Ellos sabían muy poco de lo que, en un momento dado, ocurría afuera de la parcela de tierra donde residían.

La única cosa con la que una persona siempre se podía contar -que el Sol saldría por la mañana y permanecería hasta la tarde -, de repente había dejado de ocurrir.

El poeta John Greenleaf Whittier escribiría sobre ese día:

"Over the fresh earth and the heaven of noon,

A horror of great darkness, like the night

In day of which the Norland sagas tell,

The Twilight of the Gods. The low-hung sky

Was black with ominous clouds, save where its rim

Was fringed with a dull glow, like that which climbs

The crater's sides from the red hell below.

Birds ceased to sing, and all the barn-yard fowls

Roosted; the cattle at the pasture bars

Lowed, and looked homeward; bats on leathern wings

Flitted abroad; the sounds of labor died;

Men prayed, and women wept; all ears grew sharp

To hear the doom-blast of the trumpet shatter. . . ."

Eso fue el 19 de mayo de 1780.

El 19 de mayo de 2013,  con todas nuestras capacidades de comunicación  -24 horas de noticias de televisión, teléfonos móviles universales, Twitter, Facebook, y las innumerables formas de mantenerse en contacto.

¿Un evento así nos haría encogernos de hombros?

¿Podríamos saber en cuestión de minutos lo que estaba ocurriendo y por qué, y esperaríamos pacientemente a que el Sol volviera a aparecer?

Tal vez.

Pero considera lo que pasa cuando se va la luz -cuando, sin previo aviso, se pierde la luz artificial. Considere la confusión, la ira y la incertidumbre que a menudo comienzan.

¿Estaríamos realmente tranquilos y despreocupados si, de repente, la luz verdadera –la luz del Sol –se fuera sin previo aviso?

¿O nuestras preciadas herramientas de comunicación difundirían rumores de conspiraciones y ataques, y muerte inminente? ¿Esas herramientas crearían pánico, en lugar de prevenirlo?

Whittier, en su poema, escribió sobre cómo cesó el Día de la Oscuridad:

"And, shore-ward, o'er the waters gleamed,

From crest to crest, a line of light,

Such as of old, with solemn awe,

The fishers by Gennesaret saw. . . ."

Miedo a la oscuridad, el amor de la luz. Algunas cosas cambian a medida que pasan los años. Otras, se nos recuerda de tiempo en tiempo, siguen siendo eternas.

Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente las de Bob Greene.

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