OPINIÓN: La incesante plaga de la violencia con armas de fuego en EU
Nota del editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, vicepresidente de New America, profesor de la Universidad Estatal de Arizona y presidente de la Global Special Operations Foundation. Escribió el libro United States of Jihad: Investigating America's Homegrown Terrorists . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Esta es una versión actualizada de un artículo que se publicó en octubre.
(CNN) — Los estadounidenses suelen pensar que pertenecen a una nación excepcional, y así es en muchos sentidos. Pertenecen a una sociedad tolerante y multicultural que ha guiado al mundo hacia un futuro más innovador e incluyente a través de las nuevas tecnologías y de la aceptación única de la diversidad cultural.
Sin embargo, Estados Unidos también guía al mundo de formas que no coinciden con la concepción a menudo autocomplaciente que muchos estadounidenses tienen de su país. Proporcionalmente, Estados Unidos encarcela a más habitantes que cualquier otro país del mundo, incluidos regímenes autoritarios como Rusia y China, según el Centro Internacional para Estudios Carcelarios. También lidera en otra estadística dudosa: en Estados Unidos mueren más personas a manos de otros ciudadanos armados que en cualquier otro país desarrollado, según la Encuesta sobre Armas Ligeras.
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Según estadísticas del FBI, tan solo en 2011 murieron más de 11,000 estadounidenses por heridas de arma de fuego en Estados Unidos (no se cuentan los suicidios).
A pesar de todas las inquietudes razonables sobre el terrorismo yihadista en Estados Unidos, en un año cualquiera es más probable que un estadounidense muera a manos de otro estadounidense armado que a manos de un terrorista yihadista. Desde los ataques del 11-S, 103 estadounidenses han muerto a manos de terroristas yihadistas, un promedio de seis estadounidenses al año, según datos recabados por New America. Tan solo la semana pasada, de hecho, murieron ocho personas en un ataque terrorista en el sur de Manhattan.
Por otro lado, en Reino Unido, país similar a Estados Unidos en cuanto a leyes y cultura, hay entre 50 y 60 muertes por arma de fuego al año en un país en el que la población es de alrededor de una quinta parte de la de Estados Unidos. En otras palabras: es unas 40 veces más probable que un agresor armado te mate en Estados Unidos que en Reino Unido.
Ciertamente hay ataques masivos ocasionales perpetrados por asesinos armados en Europa, como el caso del neonazi Anders Breivik, quien mató a 77 personas en Noruega en 2011, o el ataque en una escuela de Dunblane, Escocia, en donde murieron 16 niños en 1996. Pero estas son excepciones a la regla.
Aún no sabemos cuáles fueron los motivos de Stephen Paddock, quien a principios de octubre perpetró el peor tiroteo masivo de la historia moderna de Estados Unidos , en el que murieron al menos 58 personas y más de 500 resultaron heridas; lo que sí sabemos hasta ahora es que tenía al menos 10 rifles en la habitación desde la que perpetró la masacre.
Además, Paddock era originario de Nevada, estado en el que se permite la " libre portación ", es decir, que sus habitantes tienen permitido traer sus armas a la vista en público. ¿Qué otro país civilizado permite que sus ciudadanos lleguen, digamos, a un Starbucks, portando armas semiautomáticas?
Texas es otro estado que permite la libre portación de armas , así que sus habitantes pueden llevar rifles y pistolas a la vista. Aunque hasta este momento se desconocen muchos de los detalles, al menos 26 personas murieron cuando un pistolero abrió fuego el domingo 5 de noviembre den una iglesia de Sutherland Springs, Texas.
Un hombre que vive cerca de la iglesia usó su propio rifle para dispararle al pistolero, de acuerdo con Freeman Martin, un agente de las fuerzas policiacas de Texas. "El sospechoso tiró su rifle, que era un rifle de asalto Ruger AR, y huyó de la iglesia", relató Martin.
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Queda claro que la Segunda Enmienda es la Segunda Enmienda, así que las leyes estadounidenses ciertamente permiten que sus ciudadanos posean armas de fuego. Pero no es probable que la intención de los padres fundadores fuera dejar que los ciudadanos estadounidenses perturbados se hicieran de arsenales para matar a la mayor cantidad posible de conciudadanos.
Tras cada suceso indignante (ya sea la masacre de Sandy Hook o el ataque en el club gay en Orlando), la opinión pública estadounidense y los políticos reflexionan en cierto grado sobre la cultura de las armas característica de Estados Unidos que se ha desarrollado en años recientes: prácticamente cualquier persona puede hacerse de un arsenal de armas. Pero siempre parece que ese momento de reflexión queda atrás.
Este es un tributo al poder político de la Asociación Nacional del Rifle, que promueve una aplicación absoluta de la Segunda Enmienda que permite que los menos de 1,000 estadounidenses que están en la lista de vetados para abordar aviones compren armas semiautomáticas legalmente.
Solo podemos esperar que los acontecimientos trágicos de Las Vegas y Texas cambien esto. Sin embargo, en vista de que las tragedias anteriores no han cambiado esta ecuación letal, hay pocas razones para tener esperanzas.
Eso nos deja resignados a un futuro distópico en el que los estadounidenses que asistan a algo tan inofensivo como una fiesta navideña en una oficina en San Bernardino en 2015, a un centro nocturno en Orlando al año siguiente, a un concierto de música country como el de octubre en Las Vegas, o a la iglesia en domingo, como en Texas, tengan que vivir con la realidad letal de que podrían volverse blancos inocentes de sus conciudadanos fuertemente armados.
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