Shakespeare documentó en sus obras muchos ejemplos de somatización
Probablemente nunca pensaste en leer las obras de William Shakespeare para una consulta médica, pero resulta que El Bardo tenía una profunda comprensión de la conexión entre el cuerpo y la mente , según un estudio en la revista Medical Humanities.
El doctor Kenneth Heaton del departamento de Medicina de la Universidad de Bristol afirma que Shakespeare, más que sus contemporáneos, muestra la relación entre los trastornos psicológicos y los síntomas en el cuerpo.
Los descubrimientos “deben estimular a los médicos a recordar que los síntomas físicos pueden tener una causa psicológica”, escribe Heaton en el estudio.
Heaton examinó las 42 obras principales de Shakespeare y 46 obras de sus contemporáneos y los comparó de acuerdo con el género. Encontró que los síntomas que tienen raíces en la psique, incluyendo el vértigo , la dificultad para respirar, la fatiga , la sensación de entumecimiento y de desmayo, son más comunes en las obras de Shakespeare.
Un ejemplo famoso de las causas psicológicas de la fatiga está en Hamlet, cuando el protagonista está disgustado por la rapidez de su matrimonio después de la muerte de su padre biológico y contempla el suicidio en su discurso en la escena II del acto I: “¡Oh Dios mío, Dios mío, qué fatigosos, rancios, vanos y sin provecho me parecen los usos de este mundo!” y termina con “(...) pero haceos pedazos, corazón mío, pues debo reprimir mi lengua”.
Heaton también cita pasajes del Mercader de Venecia, incluyendo la confesión de apertura de Antonio a sus amigos: “En verdad ignoro por qué estoy tan triste. Me inquieta; vosotros decís que les inquieta también”.
Shakespeare también estaba convencido de que el vértigo, marcado por la inestabilidad o el sentimiento de la pérdida de control, podría ser el resultado de una emoción extrema. En estos días, esa relación no se ve comúnmente, pero el vértigo puede ser un síntoma relacionado con el estrés. Los escritores lo usaron como una metáfora de la angustia existencial, pero Shakespeare conocía sus efectos físicos: “Aquel cuya cabeza le da vueltas, cree que lo que gira es el mundo entero”, dice una viuda en La Fierecilla domada.
A diferencia de cualquiera de los contemporáneos del Bardo que estudió Heaton, Shakespeare muestra a personajes que pierden la capacidad auditiva en momentos de mucha emoción. En el Rey Lear, Gloucester, quien es ciego y cree que hay un acantilado debajo de él, admite ante su hijo Edgar que no escucha el mar. “¿Entonces, vuestros otros sentidos crecen imperfectos por la angustia de vuestros ojos”, dice Edgar. Podría haber sido metafórico, ya que la sordera psicosomática no se ve en el siglo 21, pero Heaton plantea que tal vez en la época de Shakespeare el estrés causaba síntomas relacionados con el oído.
¿Por qué tanta atención a la relación mente y cuerpo? Tal vez quería hacer que sus personajes fueran más humanos o que el público se relacionara más con ellos, o tal vez inconscientemente hizo hincapié en estos síntomas a causa de su propia conciencia corporal.
Los ejemplos de Heaton podrían haber sido escritos únicamente como metáforas, pero afirma que esos síntomas corporales específicos y los sentimientos psicológicos no se deben descartar como tal.
“Muchos médicos se muestran reacios a atribuir síntomas físicos a un trastorno emocional, y esto resulta en el retraso en el diagnóstico, demasiada investigación y un tratamiento inadecuado”, escribe Heaton. “Podrían aprender a ser mejores médicos si estudian a Shakespeare”.
Éste no es el único caso en el que se cruzan el arte y el diagnóstico . Varios especialistas han señalado que algunos personajes en las novelas de Fiodor Dostoievski padecían trastornos mentales, como el asesino en Crimen y Castigo, a quien se le relaciona con trastorno de personalidad disociada, mientras que al protagonista de Los Hermanos Karamazov el propio Freud lo diagnosticó con síndrome de Edipo.