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Los motivos de Luis Carlos Ugalde

En aras de aprobar una Reforma Electoral, el PRI y el PRD negociaron la capitulación de Ugalde; el presidente del IFE se encuentra tranquilo y asegura que la vida es más grande que los cargos
vie 09 noviembre 2007 12:29 PM
Luis Carlos Ugalde, consejero presidente del IFE. (Gilberto

Luis Carlos Ugalde no será recordado por sus trabajos académicos en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), o por su papel como coordinador de asesores en la Secretaría de Energía (1997) ni por su paso por la embajada de México en Estados Unidos (1997-2000).

Probablemente, el signo que marque su recuerdo será el de la polémica y la intriga política de la que involuntariamente, dice, es protagonista por su gestión como consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) y como conductor de la elección presidencial en 2006.

Aún presidente del IFE, Ugalde se encuentra tranquilo y resignado, pese a que, en aras de aprobar una Reforma Electoral, el PRI y el PRD negociaron  su capitulación  del IFE. Un cargo que tomó en 2003 y debería concluir en 2010.

Tras la elección del 2 de julio de 2006, “fueron semanas sumamente complejas, el conflicto se llevó a las calles y se personalizó en la imagen del presidente del IFE”.

En respuesta, Ugalde –aficionado a la magia desde que era niño– inició una campaña de defensa del organismo en los medios para limpiar su imagen de las sospechas de fraude y malos manejos del sistema electoral, así como para evidenciar las debilidades del andamiaje democrático del país.

Según varios columnistas, Ugalde es cercano al priismo y amigo del ex presidente Ernesto Zedillo. El consejero presidente no evita mostrar su molestia cuando se le relaciona con Elba Esther Gordillo o el presidente Felipe Calderón.

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Nacido hace 41 años en la Ciudad de México, Luis Carlos Ugalde vivió buena parte de su vida en Estados Unidos, país al que se mudó junto con su familia cuando tenía seis años. Hoy reside en el lujoso barrio capitalino de Polanco.

Autor del libro The Mexican Congress: Old Player, New Power, Ugalde dice que regresará a la academia cuando entregue su renuncia al IFE. Paradójicamente, apostará su futuro a escribir sobre el sistema político mexicano y la democracia.

¿Cuál fue su momento más feliz al frente del IFE?

Mi nombramiento por la Cámara de Diputados, porque se trata de una distinción enorme para un mexicano que ha estado siempre preocupado por los asuntos públicos. Otro momento muy significativo han sido las expresiones de apoyo de ciudadanos en las calles.

¿Y el peor?

En los días subsecuentes al 2 de julio, cuando hubo una estrategia política para desacreditar la elección de la que se generaron acusaciones sin sustento y se colocó al IFE como causante de una situación conflictiva.

Todos los días amanecíamos con una nueva acusación: un presunto video, una boleta perdida… Todas esas acusaciones, una a una, se demostró que no correspondían a la verdad.

Fueron semanas muy complejas emocionalmente porque había que mantener la sobriedad, la responsabilidad, había que lidiar con un conflicto en las calles, con una situación de polarización nacional en medio de la confusión.

Su llegada al IFE se vinculó con Elba Esther Gordillo y Felipe Calderón, ¿lo apoyaron?

La idea de que la señora Gordillo, Felipe Calderón y no sé qué tantos personajes de la vida política del país conspiraron para que yo fuera presidente del IFE, no es cierta.

¿Conocía a la maestra Gordillo?

Conocí a la señora Gordillo en abril o mayo de 2003, en la casa de una amiga, María Elena Pérez Jaén. Era una reunión de más de 20 personas. La conocí como a mucha gente que estaba ahí.

Después de eso hablé con diputados electos de los partidos políticos para decirles que estaba interesado en ser miembro del consejo general del IFE, y entre las personas con las que conversé estaba la señora Gordillo.

A la fecha, literalmente habré hablado con ella no más de cuatro o cinco veces en mi vida; quizá dos o tres veces antes de ser electo consejero presidente.

Pero desde hace más de dos años y medio no he tenido contacto visual, verbal, personal, por internet, teléfono celular o satelital con ella.

¿Con qué frecuencia ve a su padrino de boda Calderón?

Es falso que Felipe Calderón haya sido padrino de mi boda. El 6 de diciembre de 2003 contraje matrimonio con Lía Limón (actual directora general de Políticas Sociales de Sedesol), que fue mi esposa, ahora estamos divorciados.

Ella tenía una relación personal con Margarita Zavala –esposa del ahora presidente de la República–, quien fungió como uno de los 15 testigos que ella eligió para la boda. Pero eso es totalmente irrelevante frente a mi designación como presidente del IFE. Y de mi conducción del organismo en los últimos meses y años.

Como presidente del IFE, yo y los consejeros actuamos con base en una ley, en la Constitución, así es que la vida privada no tiene nada qué ver con esto.

Durante la crisis del IFE, ¿se comunicó con el Presidente?

Sí, he mantenido contacto con todos los poderes de la Unión, incluido el presidente de la República. Simplemente di mi punto de vista de que el IFE es una institución autónoma del Ejecutivo y de los poderes de la Unión. Fue una conversación privada y no debo abundar en eso.

¿Cuál considera su mayor error como presidente del IFE?

He dicho que, técnicamente, la elección fue impecable y que en el diseño de la página del PREP hubo un error de diseño para explicar con claridad cómo se contabilizaban los votos de las llamadas actas inconsistentes, que dio lugar a que uno de los candidatos dijera que hubo votos perdidos.

El 6 de julio, cuando se dio a conocer la suma de votos, dije: “La regla de oro de la democracia es que gana el candidato que tenga más votos”.

 No tenía ninguna intencionalidad, pero no debí decirlo, porque se dio pie a la crítica.

En una elección tan cerrada es lógico que se quiera mantener una lucha política, porque quienes pierden querrán mantener su prestigio a costa de transferirlo a la autoridad.

La autoridad es indefensa frente a las críticas políticas en las plazas. Gran parte de eso lo estamos viendo en este momento, pues, por diversas razones, algunos partidos quieren transferir al IFE y sus consejeros parte de los agravios que se construyeron en 2006.

El fin de la autonomía

Usted dijo que aprobar la remoción de consejeros electorales sería como reconocer que hubo fraude, ¿piensa que, implícitamente, los partidos le dieron el triunfo a Andrés Manuel López Obrador?

No, yo dije una cosa diferente. Mi función como consejero presidente, y como ciudadano, es defender una elección que fue legal y no permitir que la dinámica política del país haga que una acusación política con el paso de los años se convierta en una verdad histórica, esto es inadmisible totalmente.

El 2 de julio a las 11 de la noche comenzó una campaña de acusación, primero, de que hubo manipulación de la elección y sus resultados; después eso condujo a que hubo un fraude cibernético; y luego ya se decía que fue un fraude a la antigüita…

No dudo que, en el futuro, haya quienes digan que los consejeros electorales nos tuvimos que ir porque fuimos parte de un fraude que nunca existió. Pero eso es faltar a la verdad y dañar la honorabilidad de una institución.

Al reformar la legislación electoral, ¿se reconoce que en 2006 hubo fallas en la constitución del IFE?

No, lo que esta reforma electoral está colocando son temas que no estaban regulados en la Ley ni en la Constitución. Y al hacerlo está aceptando en los hechos que, como en 2006, esa Ley no contemplaba aspectos que no era posible atacar.

Por eso me parece parcial la manera en que se cuestiona al IFE. Por ejemplo, en temas como que no detuvo la publicidad excesiva del gobierno de la República o del Consejo Coordinador Empresarial, no había manera legal ni facultades para hacerlo.

La insuficiencia del marco legal es la polémica principal de la elección de 2006, que es el argumento que yo he sostenido una y otra vez.

¿De qué se libraron los partidos, del consejero incómodo o de la autonomía del IFE?

La reforma electoral tiene cosas positivas y negativas. Al plantear un menor costo para las campañas electorales y mayor transparencia en la relación entre partido y medios, están caminando en una ruta adecuada.

Pero me parece muy negativa en cuanto a la paradoja de darle más atribuciones al IFE restándole autonomía.

Cambiar la Constitución para alterar el principio de inamovilidad, y sin razón alguna, remover a los consejeros antes de tiempo, es una señal muy peligrosa.

Segundo, el hecho de que el Congreso nombre a un contralor que vigile las finanzas en el IFE es como si los sindicatos nombraran al contralor de las empresas, o como si los bancos designaran al titular de la CNBV, eso es una cosa terrible.

Adiós, IFE, adiós

¿Se siente traicionado por el PRI y el PAN por la reforma?

Hablar a nivel de sentimientos personales es irrelevante. Eso se lo puedo platicar a mi novia o a mis amigos en una cena. Si entrara a discutir mis emociones estaría trivializando la discusión relevante, que es el valor de las instituciones.

El dolor de la silla para mí es irrelevante frente al dolor de los principios.

¿Promoverá algún recurso legal para dejar constancia de la violación a la autonomía del IFE?

Pueden existir recursos legales nacionales e internacionales para esclarecer si la remoción anticipada viola alguna normatividad, pero esto puede servir a la persona Ugalde.

Hacerlo desvirtuaría mi defensa del IFE desde su valor institucional, y parecería que lo hago por defender mi sueldo. Mi preocupación es institucional y, por tanto, no es una opción que me parezca importante ni relevante.

Su salida del IFE, ¿lo hará un mártir de la democracia?

El IFE es una institución de gente muy comprometida, que cree profundamente en la democracia. Hay funcionarios en todo el país que llevan 15 años trabajando al frente del IFE para ser un país mejor, que dan la camisa, el corazón, días enteros por la democracia. Extrañaré eso, pero con un grato sabor de haber presidido una institución de esta naturaleza y la vida continuará por otros retos y proyectos muy interesantes.

Afortunadamente, la vida es mucho más grande que los cargos que uno ocupa, la cima no se mide por el cargo sino por la congruencia con la que uno actúa en momentos adversos, y eso me parece lo más relevante.

¿Qué extrañará más, ser el árbitro de la democracia o su remuneración mensual de 169,125 pesos, el vehículo, el pago de hasta 4,000 pesos de gastos por telefonía celular y de 14,000 para apoyo en alimentos?

He disfrutado y disfruto hoy y seguiré disfrutando hasta el último momento estar al frente del IFE.

De regreso a la academia

¿Se arrepintió de cambiar la academia por el IFE?
Nunca la he cambiado.

Vengo de la academia y volveré a la academia, a la investigación, a escribir libros. Simplemente hubo una experiencia adicional que seguramente enriquecerá mi manera de ver las cosas con más realismo y balance.

Al contrario, haber tenido la oportunidad de pasar por el IFE enriquecerá mi futura vida académica, profesional, personal inclusive.

Como politólogo, ¿cambió su concepto de la política mexicana en sus años al frente del IFE?

No en lo fundamental. El IFE sólo te da elementos adicionales para comprobar ciertas características de la vida pública, de la condición humana en la política, ha sido una trinchera privilegiada para ver la historia moderna de México.

En 2000 escribió el libro The Mexican Congress: Old Player, New Power (en español, Vigilando al Ejecutivo). ¿Cómo titulará su siguiente obra: The Mexican Congress: Old Power, New Players?

(Ríe) Muchos analistas han advertido que antaño el desequilibrio del sistema político consistía en situar a la institución presidencial por encima de los otros dos poderes.

Hoy esa relación se está invirtiendo a favor del Congreso (que algunos han llamado congresionalismo), podría ser perjudicial para la democracia en los próximos 20 ó 30 años.

La recién aprobada reforma electoral no ataca el problema de la rendición de cuentas y transparencia de los partidos, entonces, ¿cómo generar equilibrios y autonomías dentro del sistema político para que haya contrapesos entre todos los poderes y entidades autónomas como el IFE? Ésa es la reflexión más relevante para el futuro de la democracia mexicana.

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