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Historia y leyendas del clima mundial

Científicos del mundo se sumergen en los archivos mundiales sobre “los cambios climáticos”; ya en la edad media, existió una red meteorológica internacional, fundada por el duque de Tosca
vie 28 septiembre 2007 03:49 PM
Diario del "hermano Josef", de los primeros hombres en regis

Un bibliotecario en este monasterio del siglo X conduce a un visitante por el archivo, debajo del envigado que sostiene el techo. Durante el recorrido, pasan junto a los cráneos de dos antiguos monjes.

En un rincón del archivo, el clérigo retira varios grandes libros medievales de indulgencias y absoluciones, toma un atado de papeles, que es uno de 13 diarios escritos entre 1671 y 1704, y comienza a leer datos sobre las condiciones meteorológicas.

''El 11 de enero hizo un frío tan espantoso que todo el vino de consagrar se congeló'', dice un registro que data de 1684, escrito por el hermano Josef Dietrich, gobernador y ''meteorólogo'' del Monasterio de Einsiedeln, muy poderoso en la época. ''Desde que me ordené sacerdote, el vino de consagrar nunca se ha congelado en el cáliz''.

''Pero el 13 de enero, el frío se tornó aún peor, y se podría decir que nunca ha hecho tanto frío hasta donde alcanza la memoria humana'', añade.

Los diarios antiguos sobre las condiciones meteorológicas, que datan de antes del siglo XIX, cuando comenzaron a usarse estándares en los termómetros, han resultado de gran valor para los científicos que estudian el clima actual.

Los recuentos históricos eran antes menospreciados, pues se les consideraba imprecisos, inaccesibles o ilegibles. Pero el interés creciente en el cambio climático ha transformado el estudio de estos archivos, dice Christian Pfister, historiador del clima en la Universidad de Berna.

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Los archivos disipan cualquier duda de que la Tierra se está calentando considerablemente, añade. El invierno pasado fue el más cálido del último medio milenio en Europa, señala Pfister. Siguió al otoño con más calor en un milenio.

''En el último año hubo una serie de condiciones meteorológicas excepcionales'', añade. ''La probabilidad de que ocurra esto es muy baja''.

Los registros proporcionan también un contexto para analizar los cambios del clima. Konrad Hinder, el meteorólogo actual en Einsiedeln, dice que los recuentos de sus antecesores incluyen detalles tales como las formas de las nubes o las avalanchas.

''Sabemos por Josef Dietrich que en su época había condiciones extremas. Había inviernos muy fríos o muy benignos, veranos muy húmedos o muy secos'', dice Hinder, quien es un lector ávido de los diarios. Añade que esos márgenes se han reducido en los 40 años durante los que ha registrado datos para el servicio meteorológico nacional de Suiza.

''Por eso siempre soy cauteloso cuando la gente dice que las condiciones meteorológicas actuales son las más extremas. Sin un contexto histórico, uno pierde el control y se apresura a declarar que cada fenómeno es algo sin precedentes'', dice.

La mayoría de los historiadores y científicos que han estudiado los archivos busca referencias sobre desastres y condiciones extremas. Pero los archivos pueden usarse también para obtener datos más precisos sobre las temperaturas, que abarcan más meses y años y van más allá de la información que puede obtenerse con indicadores generales, como los anillos en el tronco de un árbol, el coral, las capas de hielo o los glaciares.

Entre esas fuentes de información figuran las tres mediciones diarias sobre temperatura y presión realizadas por Louis Morin, físico parisiense del siglo XVII; una red meteorológica internacional efímera, creada por el gran duque de Toscana en 1653, y 33 ''diarios meteorológicos'' preservados desde el siglo XVI.

En Japón, hay archivos sobre las fechas de los festivales por el florecimiento de los cerezos, que permiten a los científicos modernos rastrear las condiciones meteorológicas de la época.

La información antigua suele descubrirse por casualidad en documentos que se conservan en los monasterios europeos, como Einsiedeln, o en los anales de gobernantes, campañas militares, hambrunas, desastres naturales o anomalías meteorológicas.

En Klosterneuberg, cerca de Viena, un escritor no identificado nota que no hubo hielo en el Danubio entre 1343 y 1344 y considera que el invierno fue ''benigno'', mientras que el abad del Monasterio de Fischingen, Suiza, lamenta la cosecha tardía de heno y maíz en el verano de 1639, ''cuando a duras penas hubo un día realmente cálido''.

Numerosas pistas similares son integradas, año por año, para determinar las variaciones de la temperatura, dice Pfister, cuyo equipo utiliza antiguos ''partes meteorológicos'' para remontarse incluso al siglo X.

Pfister ha encontrado que de 1900 a 1990 hubo un promedio de cinco meses de calor excesivo por década. En la década de 1990, la cifra subió a 22 meses, una cifra sin precedentes. En la misma década, no hubo meses de frío intenso, en contraste con los 500 años anteriores.

Incluso en el último período de calentamiento global, entre el 900 y el 1300, los inviernos crudos fueron sólo ''un poco menos frecuentes y menos fríos'', señala Pfister. Durante el último siglo, las temperaturas han subido en promedio 0.74 grado centígrados (1.3 grado Fahrenheit), algo frecuentemente atribuido a la acumulación de gases que provocan el efecto de invernadero en la atmósfera, principalmente anhídrido carbónico.

En Einsiedeln, Hinder lee la información de un barómetro, junto a una imagen de la Virgen María, y expresa su preocupación por los problemas de la humanidad.

''Dios controla todavía el clima'', dice, pero advierte que la gente debe contribuir para cuidar el planeta.

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