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Energía nuclear, ¿alternativa segura?

Este sector representa una opción para enfrentar las alzas en el crudo, según expertos; la poca seguridad industrial y corrupción de países alertan sobre el uso de la energía nuclear.
lun 21 enero 2008 10:40 AM
China es uno de los países que construye un mayor número de

El calentamiento global y el alza en los precios del petróleo han puesto de moda nuevamente la energía nuclear, que se ha salido de la sombra del desastre de Chernobyl y asoma ahora como una alternativa interesante de energía limpia.

Gran Bretaña ha expresado un renovado interés en esa energía y anunció la construcción de varias plantas nucleares. Esas plantas producen actualmente alrededor del 20% de la electricidad que consume el país, pero todas, con excepción de una, deben dejar de funcionar para el 2023.

Sin embargo, algunos países que también apuestan a la energía nuclear tienen antecedentes pésimos en cuanto a seguridad industrial y corrupción, lo que hace que más de uno se muestre alarmado ante la proliferación de esa tecnología.

China tiene 11 plantas nucleares y espera contar con otras 30 para el 2020. Un informe del Instituto de Tecnología de Massachusetts indica que los chinos deberían construir 200 reactores más para el 2050 si quieren mantener su actual ritmo de crecimiento.

En la actualidad hay más de 100 plantas nucleares en distintas etapas de construcción o planificación y aproximadamente la mitad se encuentra en China, India y otras naciones en desarrollo. Argentina, Brasil y Sudáfrica se proponen ampliar programas ya existentes, en tanto que Vietnam, Tailandia, Egipto y Turquía son algunos de los países que planean construir su primer reactor nuclear.

La inquietud no se limita a los países en desarrollo. La industria nuclear de Japón, por ejemplo, todavía no se repuso del escándalo de hace cinco años, cuando se reveló que había habido informes falsos sobre inspecciones de fisuras en los reactores.

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Una empresa sueca que maneja un reactor nuclear tardó mucho tiempo en informar al público sobre un incendio en la planta en el verano pasado. Y una falla grave en el mecanismo de apagado automático de una planta búlgara en el 2006 no fue reportado, hasta que alguien filtró la noticia dos meses más tarde.

La transparencia en la industria nuclear será un tema más delicado todavía en países como China, cuyos gobiernos controlan la información. Quienes desconfían del uso de energía nuclear tienen presente la crisis de 1986, cuando el gobierno soviético trató de ocultar la magnitud del problema derivado de una fusión nuclear.

Tampoco olvidan la fusión parcial que hubo en el reactor de Three Mile Island, en Pensilvania, Estados Unidos, en 1979.

La Agencia Internacional de Energía Atómica calcula que, al paso actual, se podría duplicar la cantidad de gigavatios generados por reactores nucleares en dos décadas y representar el 13.3% de la electricidad generada en todo el mundo.

''Hay un renacimiento de la energía nuclear'', afirmó Anne Lauvergeon, directora ejecutiva de la firma francesa de energía nuclear Areva, en una conferencia de la industria. ''La energía nuclear ya no es el diablo. El diablo es el carbón''.

Philippe Jamet, director del departamento de seguridad en las instalaciones nucleares de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), asegura que los antecedentes de la industria son ''impecables''. Pero acota que los países que incursionan por primera vez en este campo ''tienen que aprender, y aprenden de sus errores''.

La AIEA, dependiente de las Naciones Unidas, fue creada en 1957 en buena medida para evitar errores y suministrar controles de calidad y conocimientos a los países con programas nucleares, al tiempo que supervisa los tratados en esta materia.

Pero esa agencia está muy ocupada vigilando los programas nucleares de Irán y Corea del Norte y su director, Mohamed ElBaradei, dice que no puede ser el principal guardián de la seguridad nuclear. Los responsables de esa seguridad, señala, son las empresas que manejan los reactores y los gobiernos.

Los países en desarrollo insisten en que están listos para lidiar con plantas nucleares. Sin embargo, hay antecedentes que causan preocupación.

En China, por ejemplo, miles de personas mueren anualmente en sus minas de carbón y otros miles en incendios, explosiones y demás accidentes atribuidos con frecuencia a malas medidas de seguridad y a que los trabajadores ignoran esas medidas.

La prensa oficial china reportó hace poco que en el 2007 murieron casi 3,800 personas en accidentes de minas.

Un estudio finlandés publicado en el 2005 dice que el índice anual de fatalidades industriales en la India es de 11.4 personas por cada 100,000 trabajadores y que hay 8,700 accidentes por cada 100,000 trabajadores.

En total los países asiáticos, sin contar a China e India, tienen un promedio de accidentes industriales fatales de 21.5 por cada 100,000 trabajadores y una tasa de accidentes de 16,000 por 100,000, según el informe, preparado por la Universidad Tecnológica de Tampere.

El índice de fatalidades en Estados Unidos es de 5.2 por 100,000 y en Francia es de 3 por 100,000.

Los países con plantas nucleares están obligados a reportar cualquier incidente a la AIEA. Pero el estudio finlandés dice que con frecuencia no lo hacen.

''¿Si el mundo en desarrollo genera preocupaciones especiales? La respuesta es sí'', declaró Carl Thayer, de la Academina de la Fuerza de Defensa Australiana. Indicó que funcionarios corruptos de los organismos que conceden licencias y supervisan la industria nuclear pueden minar los esfuerzos de la AIEA.

''Pueden ignorar algunos parámetros, y eso afecta todos los aspectos de la industria nuclear, desde la compra de materiales hasta los procedimientos para construir y administrar la planta'', expresó.

El orgullo nacional puede tener efectos nocivos también.

Un diplomático que estuvo basado en Viena y que lidiaba con cuestiones nucleares dijo a la AP que en la década de los noventas, el gobierno canadiense le ofreció a la India ayuda para resolver algunos problemas en plantas nucleares y que los indios ''no quisieron saber nada''.

El diplomático, quien pidió permanecer anónimo porque estaba hablando de información confidencial, dijo que la actitud ''respondió a que el orgullo nacional era más importante que la seguridad''.

No fue posible obtener comentarios de las autoridades indias sobre este asunto.

El almacenamiento de desperdicios radioactivos, que siguen siendo tóxicos por miles de años, es otro problema, lo mismo que el cierre de plantas nucleares que ya no son seguras.

Quienes promueven la industria nuclear, no obstante, dicen que los nuevos reactores tienen mecanismos de seguridad avanzados y pocas partes que hay que trasladar.

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