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Población arrasa terrenos arqueológicos

En México muchas zonas con vestigios prehispánicos son amenazados por el avance de viviendas; pPobladores cercanos a Teotihuacán encuentran cientos de objetos enterrados en sus terrenos.
sáb 23 febrero 2008 06:00 AM
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El tren estará cerca de las pirámides de Teotihuacan. (Archi

Cuando era pequeña, Emma Ortega jugaba con las figurillas de barro prehispánicas que desenterraba junto a su casa, cerca de las majestuosas pirámides de Teotihuacán, que se yerguen desde hace casi dos mil años en las afueras de la capital mexicana.

Desde siempre los mexicanos convivieron codo a codo con sus valiosas ruinas y vestigios de los imperios azteca, olmeca, maya, tolteca y teotihuacano. Pero en el último medio siglo la población se cuadruplicó y el desarrollo urbano ahora amenaza con devorarse algunos tesoros arqueológicos.

En los alrededores de la zona de Teotihuacán, que tiene dos kilómetros cuadrados, aunque especialistas calculan que hay vestigios a unos 20 kilómetros a la redonda, restaurantes, talleres mecánicos, hoteles, gimnasios e iglesias fueron edificados a la sombra de las pirámides.

"Aquí donde usted rasque, seguro encuentra algo de nuestros antepasados", dijo Ortega, de 62 años y dueña de un restaurante ubicado a menos de 500 metros de la pirámide de la Luna. "Las figuritas como perritos o coyotitos eran mis juguetes", acotó.

Declarada patrimonio de la humanidad por Naciones Unidas, la antigua ciudad de Teotihuacán alcanzó su apogeo entre los siglos IV y V y fue la mayor urbe del mundo en esa época, refinada culturalmente y con más población que Roma, según los arqueólogos, pero abandonada misteriosamente antes de la llegada de los aztecas.

Cerca de esa zona, fueron construidos en el siglo XVI los pueblos de San Juan Teotihuacán y San Martín de las Pirámides, que llegaron a crecer tanto que el Gobierno tuvo que limitar las construcciones para proteger las ruinas y emitir permisos.

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"Había gente viviendo (sobre los vestigios), pero como tienen prioridad los vivos no hubo desalojos, pero se pusieron límites para construir", dijo el arqueólogo Alejandro Sarabia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), director de la zona de Teotihuacán, en el Estado de México.

Sin embargo, muchos siguieron construyendo sin permisos.

Pero el problema no es sólo en Teotihuacán. México tiene registrados 40.000 sitios arqueológicos, de los cuales el 14 por ciento son estructuras y el resto son concentraciones de fragmentos o lugares con pinturas o grabados. Y los arqueólogos dicen que no dan abasto para vigilar todos los sitios.

"Hay sitios que no están explorados o en propiedades privadas, o en cerros o barrancas de zonas federales que es muy difícil su vigilancia", dijo Sarabia. "Incluso obras públicas sin intención puden destruir (...) esos vestigios", agregó.

Vestigios en medio de la ciudad.

A medida que el desarrollo industrial y de servicios fue mudando los puestos de trabajo del campo a la ciudad, el Distrito Federal se fue saturando con migraciones internas en el último siglo.

La capital mexicana tiene la mayor densidad de población del país de 105 millones de habitantes y cuenta con 5,880 vecinos por kilómetro cuadrado.

En la megalópolis se han descubierto vestigios cuando se construyeron en la década de 1960 una serie de edificios en el centro, en la zona de Tlatelolco. También por esos tiempos, cuando comenzaron las obras de una estación de Metro en el centro, se halló una pirámide dedicada a un dios azteca.

"Hay un dilema ahí. ¿Qué es más importante? ¿El camino para llevar servicios a una comunidad marginada o preservar un sitio arqueológico?", dijo Laura Pescador, coordinadora de arqueología del INAH. "El dilema es hacer compatible las dos cosas", agregó.

Una de las herramientas clave del instituto es una ley federal sobre zonas y monumentos arqueológicos creada en 1972, para frenar o modificar si es necesario la construcción de una obra en caso de que se encuentren allí vestigios.

En una ocasión, el Instituto logró que fuera desviada una de las líneas del tren subterráneo para proteger el Templo Mayor, la principal reliquia del imperio azteca, que se ubica hoy entre la Catedral y el Palacio Nacional de gobierno.

Las autoridades también pueden restringir las superficies de cultivo en las zonas rurales para proteger el patrimonio. Por ejemplo, en Monte Albán, la imponente capital de los zapotecas en el sureño estado de Oaxaca, los cultivos invaden la zona arqueológica.

Sin embargo, poco pueden hacer para controlar el robo de "souvenirs" por parte de niños, turistas o de los propios mexicanos.

En las afueras de la capital de Yucatán, un estado al sureste del país donde se ubican los vestigios de Chichén Itzá, Francisco encontró décadas atrás cuando era adolescente tres estatuillas y dos pequeños ídolos mayas en un día de campo.

"Un arqueólogo amigo mío les hizo una serie de exámenes y las ha catalogado con mas de 1,400 años de antigüedad", dijo Francisco.

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