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Micheletti suaviza amenazas vs embajada

El gobernante de facto dijo que mantiene apertura hacia Zelaya, aunque no negociará su restitución; agregó que no tomará ninguna medida adicional contra la embajada brasileña.
jue 01 octubre 2009 11:03 AM

El presidente de facto de Honduras, Roberto Micheletti, suavizó una amenaza contra la embajada de Brasil por dar refugio al depuesto mandatario Manuel Zelaya, mientras crecía el rechazo a una polémica suspensión de libertades civiles. Micheletti dijo en una entrevista con Reuters que no tomará ninguna "medida adicional" contra la embajada brasileña una vez vencido el plazo de 10 días a partir del sábado que su Gobierno fijó para que definiera la suerte de Zelaya.

El derrocado presidente hondureño burló los controles policiales desafiando una orden de arresto y el 21 de septiembre ingresó en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, donde permanece junto con unos 50 simpatizantes.

"No vamos a hacer en este país nada que pueda romper los tratados que tenemos internacionales", dijo el líder de facto.

"Ellos pueden quedarse ahí todo el tiempo que quieran. Lo único que necesitamos nosotros es que se garantice de parte de Brasil que no le permita hacer una campaña política en su propia sede", añadió.

El presidente de facto dijo además que mantiene un "canal abierto" con Zelaya a través de enviados, pero que no planea aceptar la restitución del derrocado mandatario.

Por la mañana la policía había arrestado a decenas de seguidores de Zelaya que ocupaban una oficina pública, en medio de presiones para que el Gobierno de facto derogue la suspensión por 45 días de la libertad de prensa, asociación y circulación instaurada el domingo.

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La comunidad internacional presiona

El decreto de excepción recibió una lluvia de rechazos a nivel internacional y hasta fue criticado por sectores locales que apoyaron el golpe de Estado, lo que llevó a Micheletti a afirmar que estudiaba levantar la polémica medida.

Apoyados en el decreto, decenas de policías allanaron el Instituto Nacional Agrario y desalojaron a medio centenar de campesinos que estaba allí desde el golpe militar del 28 de junio que derrocó a Zelaya.

"Esta acción es parte de lo que es el decreto, desalojar las instituciones tomadas. Esto es la primera, estamos viendo si hay más instituciones tomadas", dijo a periodistas el comisario Orlín Cerrato, portavoz de la policía.

Policías y militares también disolvieron el miércoles con gases lacrimógenos una pequeña manifestación frente al Palacio Presidencial de empleados de Radio Globo, una emisora leal a Zelaya clausurada el lunes.

"Es imperativo que las autoridades de facto restablezcan por completo e inmediatamente todos los derechos civiles y constitucionales a los hondureños", dijo Dan Restrepo, asistente especial del presidente estadounidense Barack Obama para Latinoamérica, en una conferencia en Miami.

Pese a los incidentes, un enviado de la Organización de Estados Americanos (OEA) dijo a periodistas que Zelaya y Micheletti podrían entablar el diálogo cuando una misión de cancilleres del grupo aterrice en Tegucigalpa el 7 de octubre.

"He encontrado muy buena voluntad en ambas partes para sentarse a ese diálogo", dijo John Biehl, asesor del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. El enviado del organismo se reunió varias horas con Zelaya dentro de la embajada brasileña, pero no dio detalles del encuentro.

Las medidas de excepción han permitido al Gobierno de facto neutralizar a los simpatizantes de Zelaya, abortar protestas como las que dejaron la semana pasada un manifestante muerto, y silenciar el lunes a dos medios de comunicación leales al mandatario derrocado.

Dentro de la embajada sitiada por policías y soldados fuertemente armados, Zelaya celebró temprano el cumpleaños de su esposa Xiomara Castro y escuchó por teléfono el primer llanto de un nieto recién nacido, una noticia que le dio ánimo después de nueve días de encierro.

Micheletti se niega a restituir a Zelaya y busca arrestarlo por supuestamente violar la Constitución al intentar realizar una consulta popular que abriera paso a la reelección presidencial, una medida que según sus detractores estaba influenciada por el mandatario venezolano, Hugo Chávez.

El Gobierno de facto apuesta a que las elecciones presidenciales del 29 de noviembre le permitan pasar la página de la crisis. Pero, Estados Unidos y el resto del mundo han advertido que, tal como están las cosas, no las reconocerán.

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