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Cuando la demanda rebasa al negocio: el CEO de una funeraria cuenta su historia

Óscar Padilla es el CEO de J. García López. Su mayor reto al frente de la funeraria ha sido mantener la salud de sus trabajadores, que a diario reciben hasta 100 cuerpos infectados por Covid-19.
sáb 15 mayo 2021 06:00 AM
CEO de J. García López
Óscar Padilla asegura que la vida se encargó de ponerlo donde debe de estar, pues ahora es un abogado con habilidades analíticas, financieras y hasta de marketing.

La primera vez que Óscar Padilla tuvo un acercamiento con el negocio funerario fue en casa de su novia, una de las hijas del señor Carlos García López y de la señora Julia García. Ambos propietarios de cuatro hornos crematorios. “A diario se cremaban unos 60”, recuerda.

En aquel entonces Padilla cometió "el error" de estudiar Derecho en la Universidad Intercontinental. Y fue un error, dice, porque su elección estuvo basada en huir de las licenciaturas que tuvieran como eje las matemáticas.

“Cuando empecé la relación con la familia García vi que mi pasión estaba en los negocios, y fue ahí cuando agradecí la embarrada de números que me enseñaron en la escuela”, menciona.

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Cada que veía a la familia entera trabajar las 24 horas en la maquila de cremación, se convencía de que lo suyo era eso. En 1989, abrió la primera funeraria J. García López. Ahí fue cuando su suegro y fundador de la empresa se convirtió en su mentor.

Su primera labor en el mundo funerario fue buscar en la Sección Amarilla. “Me dijo que buscará todos los templos e iglesias en la Ciudad de México y les hablara para saber si tenían nichos. Después tenía que hacer cita con los que no tuvieran nichos para hacer una alianza con ellos, construirles los nichos y comercializarlos”, detalla.

Al principio, el negocio familiar estaba en la venta de los tiempos compartidos, es decir, que utilizaban los hornos para dar el servicio en otras funerarias. Cada dos años García López quería abrir una sucursal para convertirla en la funeraria de la colonia, “él partía de la idea de que las familias no se quieren desplazar mucho. Y es real”, dice Padilla.

En 1997, Carlos García López sufre una afección cardiaca que lo retira de los negocios. Entonces Padilla asumió la dirección de Operaciones de la funeraria, que en ese momento ya tenía dos sucursales, una en Tlalpan y la otra en General Prim.

La siguiente apuesta de la empresa fue vender planes a futuro y cambiar el esquema tradicional de las estructuras y los modelos funerarios, es decir, quitar los colores oscuros y lúgubres y poner colores claros, con fuentes de iluminación, donde la gente se sintiera más confortada.

“Cuando me empecé a involucrar en el mundo funerario vi la importancia de que las familias reciban apoyo y se les ayude a enfrentar de mejor manera una situación que de por sí ya es muy complicada para ellas. De ahí comenzamos a ofrecer más servicios por un precio justo y a brindar homenajes a la vida más que solo ofrecer servicios funerarios”, expresa.

Posteriormente, Padilla asumió la dirección de la funeraria. Ha logrado un 95% de satisfacción en los servicios otorgados, gracias a su visión y al compromiso de su equipo. Hoy, tiene nueve sucursales y 900 funerarias trabajan con J. García López a nivel nacional. Además, en su base de datos hay 24 millones de mexicanos ‘protegidos’ con asistencia funeraria, a través de membresías, empresas y aseguradoras.

Padilla asegura que la vida se encargó de ponerlo donde debe de estar, pues ahora es un abogado con habilidades analíticas, financieras y hasta de marketing. En su opinión, el esfuerzo y dedicación de la familia García López –incluyendo a los stakeholders y 1,200 empleados- ha generado una participación de mercado del 30% y que una de cada tres familias en la Ciudad de México prefieren a la marca, según sus datos.

Magda Rodríguez, fundadora de la empresa Evexia Bienestar y consultora en desarrollo organizacional, destaca que la muerte es un tema que pocos se atreven a tocar de una forma natural. Pero como negocio, es muy rentable. Su área de oportunidad no solo está en las cremaciones o entierros, sino en los planes extensivos que giran en torno a su core business.

“El detalle de cómo hacer crecer un negocio de este tipo está en el discurso y en entender que, a diferencia de otros negocios, las funerarias no van ofreciendo un 2x1. El mensaje está en homenajear la vida, y en cómo hacer que la persona que está en su proceso de duelo le dé al servicio un valor significativo en un momento crucial de su vida", dice. "Y cada colaborador debe estar en sintonía con eso", agrega.

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Un negocio que no murió con la pandemia

Antes del coronavirus, J. García López atendía entre 80 y 85 cremaciones diarias. Después de la pandemia, la funeraria ha recibido hasta 180 solicitudes de cremación al día, de las cuales 100 son para cremar cuerpos infectados por COVID-19. Todo un desafío porque los hornos tienen un límite de operación y además requieren un tiempo de mantenimiento y de enfriamiento entre cada uso.

Sin pensarlo dos veces Padilla puntualiza que la contingencia ha sido su mayor reto. “Al principio de la pandemia hubo un mercado negro, los tapabocas no se encontraban, las bolsas de cadáver tampoco porque había una sobredemanda, y además te preguntas cómo vas a garantizar que los trabajadores no se contagien, cómo los vas a proteger y cómo tú mismo te conviertes en un ente vulnerable al estar involucrado en la operación”, externa.

Gracias a su alianza con Albia, una funeraria española que pertenece a Grupo Santa Lucía, supo cuáles fueron los ‘cuellos de botella’ en España, un país que ya tenía más aprendizajes que México en el manejo del virus. “Así supimos que los puntos más críticos estaban en la cadena de frío”, comenta.

J. García López habilitó entonces un área de cadena en frío para poder tener los cuerpos y programar con las familias las cremaciones. Instalaron un comité de vigilancia sanitaria y establecieron protocolos más robustos, por ejemplo, el uso de equipos de protección personal que incluía trajes y zapatos especiales, cubrebocas, guantes dobles y lentes.

Asimismo, se instaló un consultorio médico adentro de las instalaciones y se aplican pruebas aleatorias al 30% del personal todos los días. Desde que empezó la pandemia, la funeraria ha tenido 70 empleados enfermos de COVID-19, de los cuales cinco se contagiaron al tener contacto directo con el cuerpo y el resto en el transporte público.

Al cierre del año pasado, la empresa tenía previsto invertir 51 millones de pesos para abrir cinco sucursales este año, entre ellas su primera funeraria de mascotas y tres sucursales de Santa Gloria, velatorios para atender el segmento C-, D. “La inversión anual ahora será de 105 millones de pesos, ya que invertimos en los equipos de protección personal, en productos de limpieza, máquinas de sanitización, máquinas de ozono y transporte. Nuestro plan de expansión sigue en pie”, concluye el directivo.

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