Cada que veía a la familia entera trabajar las 24 horas en la maquila de cremación, se convencía de que lo suyo era eso. En 1989, abrió la primera funeraria J. García López. Ahí fue cuando su suegro y fundador de la empresa se convirtió en su mentor.
Su primera labor en el mundo funerario fue buscar en la Sección Amarilla. “Me dijo que buscará todos los templos e iglesias en la Ciudad de México y les hablara para saber si tenían nichos. Después tenía que hacer cita con los que no tuvieran nichos para hacer una alianza con ellos, construirles los nichos y comercializarlos”, detalla.
Al principio, el negocio familiar estaba en la venta de los tiempos compartidos, es decir, que utilizaban los hornos para dar el servicio en otras funerarias. Cada dos años García López quería abrir una sucursal para convertirla en la funeraria de la colonia, “él partía de la idea de que las familias no se quieren desplazar mucho. Y es real”, dice Padilla.
En 1997, Carlos García López sufre una afección cardiaca que lo retira de los negocios. Entonces Padilla asumió la dirección de Operaciones de la funeraria, que en ese momento ya tenía dos sucursales, una en Tlalpan y la otra en General Prim.
La siguiente apuesta de la empresa fue vender planes a futuro y cambiar el esquema tradicional de las estructuras y los modelos funerarios, es decir, quitar los colores oscuros y lúgubres y poner colores claros, con fuentes de iluminación, donde la gente se sintiera más confortada.
“Cuando me empecé a involucrar en el mundo funerario vi la importancia de que las familias reciban apoyo y se les ayude a enfrentar de mejor manera una situación que de por sí ya es muy complicada para ellas. De ahí comenzamos a ofrecer más servicios por un precio justo y a brindar homenajes a la vida más que solo ofrecer servicios funerarios”, expresa.
Posteriormente, Padilla asumió la dirección de la funeraria. Ha logrado un 95% de satisfacción en los servicios otorgados, gracias a su visión y al compromiso de su equipo. Hoy, tiene nueve sucursales y 900 funerarias trabajan con J. García López a nivel nacional. Además, en su base de datos hay 24 millones de mexicanos ‘protegidos’ con asistencia funeraria, a través de membresías, empresas y aseguradoras.
Padilla asegura que la vida se encargó de ponerlo donde debe de estar, pues ahora es un abogado con habilidades analíticas, financieras y hasta de marketing. En su opinión, el esfuerzo y dedicación de la familia García López –incluyendo a los stakeholders y 1,200 empleados- ha generado una participación de mercado del 30% y que una de cada tres familias en la Ciudad de México prefieren a la marca, según sus datos.
Magda Rodríguez, fundadora de la empresa Evexia Bienestar y consultora en desarrollo organizacional, destaca que la muerte es un tema que pocos se atreven a tocar de una forma natural. Pero como negocio, es muy rentable. Su área de oportunidad no solo está en las cremaciones o entierros, sino en los planes extensivos que giran en torno a su core business.
“El detalle de cómo hacer crecer un negocio de este tipo está en el discurso y en entender que, a diferencia de otros negocios, las funerarias no van ofreciendo un 2x1. El mensaje está en homenajear la vida, y en cómo hacer que la persona que está en su proceso de duelo le dé al servicio un valor significativo en un momento crucial de su vida", dice. "Y cada colaborador debe estar en sintonía con eso", agrega.