E: ¿Somos más críticas las mujeres con nosotras mismas y con otras mujeres o nos están obligando a fomentar esta rivalidad?
EC: No nos obligan a promoverla, al contrario, quisiéramos pararla, pero tenemos tan interiorizada la mirada masculina que juzgamos a las otras mujeres desde ella y lograr frenar esta actitud será lo que nos permita salir de este círculo vicioso.
E: Socialmente, parece que hay una obsesión por que las mujeres se peleen entre ellas. ¿Esto obedece a esta mirada masculina?
EC: Planteo la pregunta: ¿a quién beneficia el crimen? La idea es que si no hablamos del tema, vamos a perpetuar esa rivalidad. Si el origen es el patriarcado, somos las mujeres las que lo estamos perpetuando. Así que analizamos el tema y decidimos hablar sobre él, con el fin de fortalecer la sororidad, algo que sólo se puede hacer soltando esa mirada masculina. La respuesta es analizarlo y comprenderlo para romper el círculo.
AdM: Mientras las mujeres juzguen con los mismos criterios que dictan los hombres, véase el cuerpo, la edad, la apariencia, la maternidad… perderemos mucha energía mental en criticarnos en lugar de usar ese potencial para reflexionar sobre nosotras mismas, analizar qué queremos hacer en la vida. Perdemos mucho tiempo y energía siendo rivales basándonos en los criterios que complacen a los hombres y esto nos debilita.
E: ¿Energía que podemos usar en conquistar el mundo?
EC: Absolutamente.
AdM: Es bueno unirse para que las cosas avancen.
E: En el ámbito laboral, ¿esto se acabaría con más políticas de diversidad e inclusión en las empresas, con más mujeres en puestos de liderazgo?
EC: Esa es una de las pistas para poder acabar con este tema. La representación es muy importante. Mientras más mujeres haya en puestos de liderazgo, más podremos imaginarnos ahí, sobre todo, desde más jóvenes.
AdM: La generación anterior luchó para poder llevar a las mujeres a puestos de poder y me viene a la mente el síndrome de la abeja reina, en el que las mujeres integran muchos comportamientos masculinos y tratan con más dureza a sus empleadas mujeres. Por fortuna, esto es algo que ha estado cambiando. Hay muchas mujeres que todavía se comportan así, pero también hay más inclusión y diversidad.
E: ¿Creen que este fenómeno también es fomentado por los hombres para que no se vea amenazada su posición de poder?
AdM: No sé si se fomenta, pero desde luego no se denuncia. Es algo que forma parte del statu quo de los hombres.
EC: Mientras no podamos compartir el poder, sí podemos pensar que les amenaza de alguna manera, porque ese statu quo es algo que es muy cómodo para ellos.
E: En fin, ¿cómo acabar con la rivalidad femenina?
EC: Lo primero es dejar de compararse y dejar de juzgarnos desde la mirada masculina, dejar de juzgarnos sobre el cuerpo, el físico, movernos menos desde la envidia y más desde la admiración de las mujeres. Y dejar de complacer a los hombres.
AdM: Aprender a conocerse bien, aceptar que tenemos emociones, como la envidia o la competencia, que son perfectamente humanas. Lo único que debemos cambiar es la forma de gestionarlas.