A eso se suma que el público ya no es el mismo que el de hace unos años. “Hoy, la gente escucha menos, exige más y se aburre más rápido”, afirma la experta.
Pese a ello, la industria de reuniones, que incluye congresos, ferias y conferencias, generó más de 383,000 millones de pesos en 2023, equivalente al 1.6% del PIB nacional, de acuerdo con el Consejo Mexicano de la Industria de Reuniones (COMIR).
El organismo, además, estimó que en 2024 la cifra rondaría el 1.83% del PIB, con más de 300,000 eventos al año, lo cual confirma que el mercado de speakers vive una expansión sostenida.
Este crecimiento también ha impulsado una nueva generación de conferencistas que ven en el escenario no solo un espacio de expresión, sino una carrera profesional.
En México, ser speaker puede convertirse en un oficio rentable si se entiende como un negocio. Una charla puede pagarse desde 5,000 hasta 500,000 pesos, según la trayectoria y el tipo de empresa.
Pero más allá del dinero, lo que se vende es la experiencia. “No te compran por lo que dices, sino por lo que haces sentir. Por eso un buen speaker necesita autoconocimiento, paciencia y una enorme capacidad de escucha”, dice González.
Las claves para hablar en público
Titto Gálvez lo aprendió a la mala. En su primera conferencia, frente a ochenta personas, los nervios lo paralizaron. “Se me puso todo negro”, recuerda. “Entendí que si quería seguir, debía entrenarme más”. Y así lo hizo.
El joven tomó cursos de programación neurolingüística, teatro, comunicación efectiva y liderazgo emocional para desarrollar su presencia en el escenario y aprender a manejar los silencios.
También incorporó un sistema propio que mezcla humor, pausas estratégicas y participación del público, con base en la idea de que la atención humana dura en promedio doce minutos. Por eso cambia el ritmo de su charla, lanza preguntas o utiliza historias cortas para recuperar la conexión.
Hoy ha dado más de 100 conferencias y su estrategia es ver cada encuentro como un ejercicio de autoconocimiento tanto como de enseñanza. “La gente no se duerme porque no le interese, sino porque necesita respirar. Tu trabajo es volver a encenderla”, apunta Gálvez.
Ambos expertos consultados coinciden en que la negociación es la columna vertebral del oficio. Negociar no solo sirve para cobrar, sino para ajustar la charla sobre la marcha. Saber cuándo bajar la voz o moverse en el escenario es tan importante como cerrar un contrato.
Paulina enseña a sus alumnos a no temer al silencio. “Cuando nadie reacciona, no te desesperes. A veces están procesando. Respira, haz una pausa, cambia el ritmo. La interacción no llega sola, se provoca”.
El precio de una buena charla
El camino para vivir de hablar empieza con tener claro el mensaje, construir un portafolio con tres o cuatro charlas sólidas y fijar el valor del propio tiempo. Más que cobrar lo más alto, es cobrar con congruencia.
Si el cliente no puede pagar, el intercambio puede ser en especie, con grabaciones profesionales, difusión o nuevos contactos. “Negociar sin devaluarte es saber pedir algo que también te sume”, afirma González.
Al final, los speakers comparten el miedo de que el público no reaccione. Aunque los mejores no lo ven como fracaso, sino como parte del juego. En un escenario, la voz puede llenar el espacio, pero la negociación mantiene despiertos a todos.
Y no solo a ellos. En el trabajo o frente a un equipo, todos somos speakers de algo. Negociar con la atención del otro, adaptarse al silencio y sostener el mensaje sin perder el centro se ha convertido en una de las habilidades más valiosas de cualquier líder.