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Comerciantes y vecinos del Jalisco, tristes con la mudanza de las Chivas

La Chivas se llevarán a su afición al nuevo estadio, dejando en el ¨Jalisco¨, comerciantes y vecinos que sobrevivían con y del chiverío
jue 29 julio 2010 02:40 PM
Estadio Jalisco
Estadio Jalisco Estadio Jalisco

Era un vecino como cualquier otro, a veces incómodo y ruidoso, pero generalmente querido y generoso; ahora se muda de casa y lo más seguro es que sea añorado, cuentan a CNNMéxico quienes convivieron décadas con él.

Se trata del equipo de futbol del Guadalajara, que durante 50 años jugó religiosamente los partidos como local en el estadio Jalisco y que el próximo viernes se muda a otra cancha: el estadio Omnilife que para ellos construyó su propietario, Jorge Vergara.

El sábado pasado, las Chivas jugaron su último partido como locales en el Jalisco, con un empate sin goles ante el equipo del Puebla.

"Añoranza", así definen aficionados, vecinos y comerciantes, el sentimiento que genera, la ausencia del Rebaño Sagrado en el Jalisco.

"Es el equipo del pueblo, y como tal, debería quedarse entre el pueblo", dice a CNNMéxico, Gabino Torres, un aficionado que nació chiva hace 55 años.

El estadio Jalisco, construido hace medio siglo por los arquitectos Javier Vallejo y Jaime Obeso, está enclavado en la calzada Independencia, en una de las colonias más populosas al oriente de Guadalajara, a unos 20 minutos del Centró Histórico de la capital de Jalisco, justo frente a la Plaza de Toros.

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Esta cancha quedó atrapada en el corazón tapatío, donde las vías de comunicación son bastas. Apenas el año pasado entró en operación el macrobús que movía a cientos de aficionados que asistían a los encuentros de los aficionados de Chivas.

El nuevo estadio, diseñado por el arquitecto francés Jean-Marie Massaud, está construido sobre un montículo en la zona del bajío del municipio de Zapopan, a una hora aproximadamente del centro de Guadalajara: sus únicos vecinos, por ahora, son las laredas verdes, espejos de agua y algo de fauna silvestre.

Algunos aficionados, entrevistados por CNNMéxico, agradecen un estadio nuevo, propio, aunque lamentan que esté en la periferia de la ciudad, con pocas líneas del transporte público y, ante todo, con boletos más caros.

"Los contras es que tiene menor capacidad (45,000 espectadores) y que los boletos son más caros", dice Sergio Mendoza, mientras hace fila para comprar uno de los pocos boletos que todavía están a la venta para el partido inaugural.

Precisa que la entrada más barata para la inauguración cuesta 700 pesos, el mismos precio que un "chiva-bono", "con estos 700 pesos, nosotros podíamos estar toda una temporada en el Jalisco, pero vale la pena, a lo mejor después bajan el costo de los boletos", agrega.

"Si ya tienes tu propio estadio, no compartes con el equipo que más odias, al Atlas, lo odiamos más que a ninguno", comenta Larry Jiménez , aficionado Chiva de 30 años de edad, que empezó a ir al estadio Jalisco cuando era un adolescente. 

Aclara que la nueva casa de su equipo le quedará a una mayor distancia y lamenta lo complicado de los accesos, "para cada 15 días ir para allá, va a ser muy dificil llegar".

Gloria Hernández es una aficionada que viaja desde Villahermosa, Tabasco, a Guadalajara para ver con la mayor regularidad posible a su equipo.

Explica a CNN México que el nuevo estadio Chiva le quedará a unos 45 minutos más retirado de donde se aloja, sin embargo, celebra la construcción de una nueva casa.

"Los servicios que tiene, la infraestructura, se ve que está más moderno, es algo que las Chivas se lo merecían, porque es el equipo grande de México y necesitaban un estadio como es él, grande".

La "depresión" de los negocios 

Comerciantes de la zona entrevistados por CNNMéxico, coinciden en manifestar que las Chivas es el equipo que mayor número de seguidores llevaba al estadio Jalisco, hasta un 30 por ciento más, estiman los más conservadores.

A la par de los partidos, el futbol impulsó a los alrededores del estadio, la industria de la comida y la venta de souvenirs de los equipos mexicanos. 

Así nacieron negocios de alimentos como los lonches del Pesebre, cuyo nombre, los tapatíos asocian directamente a los partidos de futbol, o la venta de birria y micheladas (cerveza con sal, limón y salsas) a las afueras del estadio.

"Hay mucha más gente de las Chivas que del Atlas, va a bajar mucho (la venta de comida), antes jugaban cada 15 días, ahora sólo vendrán una vez al año", señala a CNNMéxico, Alberto Lague, dueño de una cenaduría.

Matilde Mercado es propietaria de una tienda de abarrotes, donde las principales ventas son en días de partido. Con base en la afluencia de aficionados de las Chivas, estima que las venta podrían bajar entre un 30 y 50 por ciento.

Sentimientos encontrados

Los vecinos asentados a los alrededores del estadio Jalisco no saben si alegrarse o llorar por la migración del chiverío a nuevas tierras.

Muchos de ellos ya estaban cuando el estadio Jalisco y las Chivas llegaron hace 50 años a alterar la tranquilidad de la colonia Monumental e Independencia. 

Con el paso del tiempo, se acostumbraron y cedieron sus calles y banquetas  a los vehículos y aficionados que por miles llegaban cada 15 días a apoyar a su equipo.

La mayoría de los vecinos rentaban cocheras o banquetas en precios que oscilaban entre los 50 o hasta 100 pesos, ante la falta de estacionamiento público en la zona.

"El bullicio de los fines de semana, nuestras cocheras bloquedas y los pleitos de aficionados borrachos disminiurán, pero como aficionada chiva, los voy a extrañar", dice a CNNMéxico, Mónica Flores, quien vive a un par de calles del Jalisco.

Concepción Aviña vive desde hace 35 años a media cuadra del estadio, cuenta que extrañará la verbena y la comida que lucen con mayor vida cuando juegan las Chivas;  lamenta también que el pequeño negocio de su hijo, quien renta la cochera y banqueta de su casa, va a disminuir. 

"La afición de la Chivas llegó a ser como nuestra familia, ya estábamos acostumbrados a ellos, son ruidosos y a veces incómodos, pero los vamos a extrañar", concluye Mónica Flores.

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