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Paula Creamer, promesa del golf de EU, estuvo al borde del retiro

La lesión en una muñeca amenazó definitivamente la carrera de la estadounidense. En México habla de lo que ha sido su máxima lección de vida
vie 12 noviembre 2010 02:30 PM

Paula Creamer mostró interés por los deportes desde muy pequeña, la gimnasia era su más grande pasión y su sueño era ganar una medalla olímpica, pero decidió dejarla a un lado para concentrarse de lleno en el golf.

Hoy, es una de las máximas figuras del golf femenil que ocupa la décima posición de la clasificación mundial y ha ganado 9 veces en la LPGA i ncluido el Abierto de Estados Unidos .

Pero no todo ha sido fácil para la Pantera Rosa, así llamada por su predilección por los tonos rosados en su atuendo. Paula, a sus 24 años, sufrió una fuerte lesión en la muñeca izquierda que por poco la deja fuera de toda competencia de por vida.

Creamer, quien disputa el Lorena Ochoa Invitational que se celebra en Guadalajara, México, platicó en exclusiva con CNNMéxico sobre sus inicios en este deporte, el éxito que ha tenido en sus seis años como profesional y, sobre todo, la lección de vida que le dejó haber ingresado al quirófano.

De los pompones a las bastones

Con tan sólo 12 años, Paula estaba segura de que quería ser porrista y practicar gimnasia artística por mucho tiempo, pero su perspectiva cambiaría radicalmente tras un comentario de su papá: “‘¿Quieres animar a la gente o que la gente te anime a ti?”, recuerda emocionada.

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La frase la hizo reflexionar y al tiempo, decidió cambiar su camino por el del golf.  Ella valora mucho que “el golf es un deporte individual en el que no hay jueces, tienes que hacer las cosas por ti misma, tienes que acercarte a la perfección todo el tiempo y eso es algo que amo”.

Cuando se decidió por el golf, supo que su vida no sería la de cualquier niña de su edad y que había que hacer sacrificios si quería llegar lejos. Adiós a aspectos como “las pijamadas, los bailes y ese tipo de cosas, tienes que aprender a dejarlas en ese momento para después darte cuenta de que tomaste la decisión adecuada”.

Paula consiguió sacar lo mejor de esa etapa y aunque “hubo cosas de las que me privé, al final del día, tener ese trofeo en tus brazos un domingo por la tarde es lo máximo, sentir la presión, la adrenalina de saber que cada tiro cuenta, la verdad es que no hay nada que se le compare”.

De juvenil a profesional

La pasión por el juego creció rápidamente y aunque seguía en la preparatoria, en 2003 decidió que era momento de probar suerte en la escuela de calificación de la LPGA, “fui para darme una idea de qué pasaría, y al final, quedé en primer lugar, definitivamente ‘no hay mal que por bien no venga’, tomé la oportunidad y aquí estamos”.

Paula define su carrera como una historia de Disney y es que cuando llegó a la LPGA “era esa chica que seguía en la preparatoria, que ya era profesional y quien ganó su primer torneo una semana antes de graduarse”, algo que jamás hubiera logrado sin el apoyo de sus padres “porque tenerlos cerca es de lo mejor, siempre puedo acudir a ellos y como soy hija única nuestra relación es muy especial; saben cuándo empujarme un poco y cuándo simplemente dejarme ser", dijo.

Gracias a sus buenas actuaciones en el máximo circuito de golf femenil, la Pantera Rosa ha representado a su país tres veces en la Copa Solheim, “cuando estás en la mesa de salida y escuchas ‘Paula Creamer representando a Estados Unidos’ simplemente te pone la ‘piel de gallina’, juegas por honor, no por dinero y eso me encanta”. 

Otro compromiso vino a Paula junto con el éxito en el campo: convertirse en un modelo a seguir para los niños y aunque “al principio no lo entendía bien porque sentía que yo era quien admiraba a alguien, tomar esa responsabilidad te lleva de regreso a la realidad”.

Paula se toma muy en serio su rol como figura pública: “Quiero ser esa persona que los inspire a acercarse a este deporte y que puedan decir ‘quiero ser como ella’; es algo que amo, no lo cambiaría por nada, a pesar de que sea una tarea difícil”.

Su responsabilidad es tal, que incluso se ha valido de las redes sociales para estar en contacto con la afición. “Si puedes acercarte a tus fans por ese medio (Twitter: @ThePCreamer), bienvenido. Es una gran forma de contestar sus dudas. La tecnología es una herramienta muy poderosa y si la sabes usar adecuadamente es un gran beneficio”, reconoció

Del campo al quirófano

Cuando Paula se encontraba en su mejor momento, un extraño virus estomacal atacó su cuerpo, lo que provocó que se retirara de varios torneos, pero lo peor fue que, “ganaba y perdía peso constantemente, así que estaba débil y eso hacía que mis manos se hicieran cargo de lo que mi cuerpo, en general, no podía soportar en el campo”. Esto provocó que su muñeca izquierda se desgastara rápidamente.

A principios de 2010 la Pantera Rosa se dio cuenta de que una nueva afección la aquejaba y que no era cualquier cosa, “estaba sosteniendo un plato en una fiesta y de la nada se me resbaló, en ese momento me dije ‘de acuerdo, es momento de tomar cartas en el asunto, no puedo más’. Fue difícil, me ví al espejo y me dije ‘Paula, no hay nada más que hacer, ya intentaste todo’ y cinco días después me estaban operando”.

Cuando su médico, el doctor Hunt, le explicó el procedimiento le dijo que “la cirugía iba a durar 45 minutos, pero la muñeca estaba tan dañada que se tomó 3 horas y media para arreglarla”. Creamer se preparó para el peor escenario e incluso pensó en lo que haría si no pudiera volver a la LPGA, “como siempre me ha gustado el mundo de la moda dije ‘bueno quizá sea el momento idóneo de dedicarme a eso al 100%”.

No sólo la incertidumbre de perder su carrera, sino también el tiempo libre, era un factor que la estresaba “no podía dejar el golf de lado, mis papás tuvieron que esconder mis bastones porque cuando me quitaron el yeso me prohibieron jugar”.

Esto la llevó a hacer actividades que en condiciones de compentencia no puede realizar “tomé cursos de cocina, decoré mi casa, salí con mis amigas, hice cosas con mis patrocinadores, es decir, traté de mantenerme ocupada”.

Una bendición

Lejos de tomarlo de mala manera, Creamer se enfocó en lo bueno que podría traer esta lesión “me dio la oportunidad de ver el panorama completo. En los últimos dos años jugar golf se estaba convirtiendo en una tarea casi imposible, es complicado estar todo el tiempo concentrada en lo mismo y el hecho de ‘perderlo’ por unos cuantos meses me hizo darme cuenta de lo que tenía tanto dentro de la cancha como fuera de ella”.

Con muchas limitantes para hacer tiros e incluso sin la posibilidad de practicar tanto como estaba acostumbrada, Paula tuvo que acogerse al aspecto mental del juego.

Apenas cuatro semanas después de reincorporarse al tour de la LPGA, llegó el Abierto de los Estados Unidos de Golf. "Entendí que no puedes desviarte del plan que tienes, la paciencia te da todo en los torneos de Grand Slam", dijo.

La Pantera Rosa rescata varias lecciones de esta experiencia. “Aprendí a ser perseverante, a creer en mí misma y confiar en los demás”, aunque asegura que sigue siendo la misma chica de California que dejó las barras asimétricas y los pompones por las pelotas y los bastones, “ahora tengo mucha más ‘sed de triunfo’”.

Ganar el U.S. Open fue maravilloso, pero tener un yeso me hizo querer con más fuerza ese trofeo. Aprendí que no puedo ser sólo golf y que necesito otras cosas en mi vida para emocionarme más y tener equilibrio”, dijo a CNNMéxico.

Tras más de 120 días de retiro forzado, Paula quedó convencida de que “todo lo que me ha pasado en los últimos meses fue una bendición disfrazada, a pesar de que han sido los momentos más difíciles en mi vida, también ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado”.

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