El Abierto de Australia podría cambiar de fecha para evitar el calor
Los cuatro Grandes Slams de la temporada de la ATP tienen sus pros y contras, como las fechas del torneo. En el caso del Abierto de Australia, es difícil entender por qué el primer gran torneo del año tiene que ser el primer mes, por lo que hay poco tiempo (dos semanas de torneos oficiales), se daña la expectativa del torneo y su itinerario podría ser un factor perjudicial.
La pretemporada es demasiado corta y el Abierto de Australia en enero implica que los jugadores deban comenzar a prepararse a principios de diciembre. No se puede tomar de seis a ocho semanas y entrar a Melbourne esperando ganar o no salir lesionado.
El calor también es un factor importante. Enero en Australia es el clímax del verano y con frecuencia las políticas de calor extremo entran en vigor durante esa quincena. Al público se le pide que no haga ejercicio, pero el tenis sigue su curso, incluso con las grandes personalidades jugando bajo techo.
En años anteriores, las abrasadoras temperaturas han disuadido a los aficionados de asistir a los partidos, por lo que hay asientos vacíos y eso afecta la atmósfera. No tiene por qué ser así.
La respuesta es simple: jugar el Abierto de Australia en otra época del año. Mediados de febrero sería una buena fecha porque daría a los jugadores más tiempo para prepararse y no haría tanto calor.
El calendario tendría que cambiar, aunque no debe ser algo muy drástico.
En este sentido, el Comité de Grand Slams también debería acceder a sumar unas semanas más entre el Abierto de Francia y Wimbledon para permitir a los jugadores tener más tiempo de transición de la arcilla al pasto.
Si la FIFA puede considerar seriamente cambiar la Copa Mundial 2022 a enero para evitar el calor del verano de Qatar, sin duda el tenis podría mover un poco la fecha de su primer evento importante. Tiene sentido.